La Operación Cóndor – Proceso

Señores jueces: Lo que sigue a partir de aquí es una reconstrucción de los principales elementos que prueban la existencia de Cóndor y una explicación de su nacimiento, desarrollo y crisis.

De sus documentos fundacionales pueden extraerse las premisas de su organización. Los documentos de gestión de la represión producidos por las dictaduras que participaron de Cóndor corroboran la puesta en funcionamiento de lo planificado, a la vez que dan cuenta de los elementos nuevos que surgieron con su desarrollo.

Como dijimos al comienzo del alegato, en este juicio se representó la real magnitud de lo que fue la coordinación represiva regional antes y durante Cóndor, su proceso de gestación, su anatomía y su utilización como marco funcional para el diseño de un tipo de sociedad.

Cóndor fue una plataforma para la estandarización de las prácticas de coordinación represiva presentes en la región. Implicó la puesta a disposición de recursos humanos, materiales y técnicos entre las dictaduras, con el objetivo de facilitar la destrucción de sus opositores, fueran individuos u organizaciones. Como también adelantamos, en la práctica Cóndor sirvió para: la especial, -pero no privativa- persecución y búsqueda de aniquilamiento de los dirigentes; la persecución a los cuadros medios y de base de las organizaciones; la búsqueda de la expropiación de los recursos económicos; y, por último, la búsqueda de desprestigio internacional de las organizaciones por medio de campañas de acción psicológica.

Cóndor nació de una necesidad. Su surgimiento fue el producto del desenvolvimiento histórico. Podríamos decir que por el contexto, hasta era esperable. En la documentación disponible es posible rastrear un estado de ánimo, una predisposición e incluso expresiones de urgencia de confluir hacia acuerdos más formales, inmediatamente antes de su surgimiento. Veamos ejemplos ya fueron citados por las querellas:

  • Arancibia Clavel en su memorándum 58-G del 27 de agosto de 1975, informaba “El t[eniente] Coronel Osvaldo Rawson, que estará en Santiago a partir del 2 de septiembre[…] tiene la idea de formar una central de inteligencia coordinada entre Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay. Documento 1.
  • Otro ejemplo. Unos días antes de esa declaración de Arancibia, en una reunión de inteligencia bilateral entre Argentina y Paraguay, de la que se conserva la ponencia paraguaya en los Archivos del Terror, microfilmada con el código R0461344-1377, y que tiene fecha del 15 de agosto de 1975, el expositor proponía intercambiar información, enlaces técnicos, doctrina, organización, instrucción y “la posibilidad de ampliar el carácter bilateral de la Conferencia de Inteligencia con la inclusión de otros países”. Documento 2.

Es decir que, más allá de que fuera Manuel Contreras quien organizó la reunión de fundación de Cóndor, era esperable que surgiera Cóndor, con ese u otro nombre. Estaban dadas las condiciones para que sucediera, existía una necesidad y esto era percibido por los actores de la época. En este caso, una necesidad manifiesta, por parte de quienes fundaron este marco, de maximizar los resultados de la denominada “lucha contra la subversión” en el nivel regional.

Continuemos dándole una temporalidad a Cóndor.

Como en cualquier proceso histórico, puede observarse una génesis, un desarrollo y una tendencia a la crisis.

Hablar de génesis implica aceptar que hubo un desarrollo previo. Hablar de su evolución, significa que no todo fue siempre igual. Por fin, hablar de crisis, significa que la coordinación represiva no desapareció con la extinción de Cóndor. En nuestra perspectiva, hay un momento previo a Cóndor en el que estuvieron presentes elementos que luego formaron parte de Cóndor: actividades bilaterales, acuerdos de cooperación, repatriaciones forzosas. Fue la era de los “acuerdos de caballeros”, como refirió Manuel Contreras en la carta de invitación a la primera reunión. Documento 3. Pero no hay Cóndor antes de la reunión de Santiago de Chile de fines de noviembre de 1975.

Con respecto a la finalización, es un hecho que terminó, pero se carece de documentos que den cuenta de una toma de decisión expresa sobre su clausura. Entonces, debemos observar la tendencia a la desaparición de las prácticas y las menciones a Cóndor en la documentación. En la documentación acumulada, los documentos más tardíos que refieren a Cóndor son de comienzos de los años ochenta.

Mirando cómo fueron las tendencias de la evolución, se puede comprobar una periodización interna. Así, se observa un período genético desde 1973, donde empezaron a articularse prácticas que luego fueron constitutivas de Cóndor. Promediando esta fase, también se observa la voluntad y el deseo de quienes luego formaron parte de Cóndor de organizar una coordinación más formal. El 28 de noviembre de 1975, cuando se firmó el acta de fundación de Cóndor, luego de una reunión de tres días donde se discutieron sus fundamentos, comenzó su etapa de organización inicial, que se extendió hasta marzo de 1976. En marzo de 1976 Cóndor estaba a punto: comenzó su etapa madura. El golpe de Estado en Argentina favoreció su consolidación. Fue el período más activo en términos de operaciones de represión contra las organizaciones. Es el período en el que Brasil decidió incorporarse formalmente. Documento 4a, Documento 4b, Documento 4c, Documento 4d. Además, comenzaron a prepararse grupos operativos para actuar fuera del Cono Sur. A fines de 1976 la sede de Cóndor se trasladó de Santiago de Chile a Buenos Aires (Documento 5) y en 1978 se registra el ingreso de nuevos países, en concreto Perú (Documento 6) y Ecuador (Documento 7a Documento 7b).

Sin embargo, debemos recordar que esta coordinación se produjo entre organismos represivos que, en última instancia, son nacionalistas. Y que aunque adoptaron la Doctrina de Seguridad Nacional como rectora de sus prácticas y dieron primacía a una nueva hipótesis de lucha, la del enemigo interno, en la teoría y en la práctica, siguieron adhiriendo a las hipótesis clásicas de conflicto. Esto generó una contradicción insalvable que reemergió con el surgimiento de conflictos entre las partes constitutivas- como el del Canal de Beagle-, que trajeron a primer plano las hipótesis clásicas de enfrentamiento, cuando ese “enemigo interno” estaba prácticamente destruido. Eso llevó a que las prácticas de coordinación en la represión extraterritorial y transnacional, en el marco de Cóndor, se hicieran más espaciadas.

En cuanto a la dimensión geográfica de Cóndor, las partes integrantes fueron las dictaduras de la región, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Se sumaron luego Ecuador y Perú.

Sobre la escala con que debe mirarse a la Operación Cóndor, quisiéramos aclarar algunos puntos de vista. Cóndor no fue una sumatoria de partes, sino que fue la combinación de partes diferentes. El resultado fue algo nuevo. Y eso nuevo fue un marco que determinó que mientras que existió Cóndor, todas las prácticas de coordinación se subsumieron a este marco. Teniendo en cuenta lo anterior, no alcanzan los marcos nacionales para explicar Cóndor. Tenemos que pensar a Cóndor como un producto regional. Pero también debemos tener en cuenta que los cambios en las partes constitutivas y de las relaciones entre las partes afectaron a Cóndor.

Por último, hay dos puntos que queremos remarcar.

Primero, que en relación con la motivación para su surgimiento, podría argumentarse que no había una necesidad real, que era una construcción ideológica o, como estimara un funcionario del Departamento de Estado norteamericano en el documento del 3 de agosto de 1976 titulado “La tercera guerra mundial y Sudamérica”, que era un efecto de una “mentalidad de sitio que se vuelve paranoia”, que se asentaba en la hipótesis de existencia de una “Tercera Guerra mundial”. Documento 8. Esta mentalidad de sitio, para ese funcionario, parecía ser producto de las convulsiones recientes que habían sufrido estos países, aunque en realidad las dictaduras ya hubieran diezmado a las organizaciones armadas en Uruguay y Chile y casi lo habían hecho en Argentina. Entonces, puede argumentarse sobre las causas que llevaron a la formación de Cóndor, y se puede ir más allá. Se pueden debatir sus fechas y su evolución, que son tópicos que los especialistas siguen discutiendo. Pero lo que no se puede refutar son los efectos de este marco de actuación: los fusilados, los desaparecidos, los presos políticos, los traslados transfronterizos, los niños apropiados, la dislocación y el efecto devastador sobre las relaciones sociales que trajo aparejada la Operación o Plan Cóndor.

Lo segundo que queremos remarcar es que Cóndor surgió porque quienes detentaban el poder tomaron la decisión de que se reunieran representantes de organismos de inteligencia de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia y también, como supimos durante este debate, de Brasil., en un evento que el espía chileno Arancibia Clavel, en su memorándum 74 del 21 de noviembre de 1975 denominó jocosamente “coctel”. Documento 9. El objetivo de esta reunión era discutir las vías de acción a seguir ante la evaluación de que, según Manuel Contreras: “La subversión ha desarrollado mandos intercontinentales, continentales, regionales y subregionales para coordinar las acciones disociadoras” y ante esto “los países que están siendo agredidos […] están combatiendo solos o cuando más con entendimientos bilaterales o simples acuerdos de caballeros”.

No puede, entonces, dudarse de la responsabilidad de los máximos dirigentes de las dictaduras en la conformación y sostenimiento de la Operación Cóndor. Un ejemplo es que Videla era quien autorizaba la presencia de representantes argentinos en las reuniones. Como se lee en Memorándum 94-K, del 15 de marzo de 1976 de Arancibia Clavel:

“Rawson me informó de una nueva reunión que se efectuará en Paraguay en algunos días más, sobre subversión y organismos de seguridad estatal. Tiene interés de participar, pero necesita autorización superior y me planteó la necesidad de alguna gestión del Comando General nuestro hacia el propio General Videla”. Documento 11.

Y también fue Videla quien en la “Orientación del Comandante en Jefe del Ejército año 1980”, que se encuentra entre la documentación incorporada al juicio y secuestrada durante un allanamiento realizado en el marco de la causa 4012 de San Martín, confirmó la existencia y continuidad de las redes de coordinación represiva. En ese documento, Videla indicaba que se debía continuar con las actividades de intercambio de información e inteligencia con los países de América, particularmente en lo referido a la “lucha contra la subversión” y que se continuaría prestando apoyo de inteligencia a aquellos países que lo soliciten, en especial en la “zona de mayor peligro de infiltración comunista”. Este documento corrobora, de boca de uno de los máximos responsables del gobierno de facto, la participación Argentina en Cóndor. Documento 12.

En suma, Cóndor fue un proyecto que se implementó como un marco para homogeneizar prácticas y facilitar las actividades de persecución a los opositores. Se desarrolló durante un período de tiempo determinado y en un espacio geográfico preciso. Lo que sabemos hoy, mucho de lo cual fue ventilado en este debate, casi cuarenta años después de los hechos, implicó un largo recorrido. Cóndor nació siendo un acuerdo secreto.

A) Contexto

Por otra parte y como ya dijimos, Cóndor debe ser examinado en un contexto. Ya dimos cuenta de su base ideológica. Ahora es necesario realizar un breve panorama de la situación histórica latinoamericana y regional.

En América Latina, a partir del golpe de Estado en Guatemala contra Jacobo Arbenz, a mediados de la década del 50, se inauguró un nuevo tipo de golpe de Estado en la región.

En el Cono Sur, se sucedieron varios golpes de Estado: el de Brasil en 1964, el de Argentina en 1966, Bolivia en 1971, el golpe de largo aliento en Uruguay en 1973, el de Chile de 1973 y, cerrando el ciclo, el de Argentina en 1976. Fueron golpes de Estado institucionales de las Fuerzas Armadas, regidos por la Doctrina de Seguridad Nacional y que tenían un proyecto de refundación de las relaciones sociales a partir de modelos de democracia controlada.

El caso de Paraguay debe tratarse aparte, porque si bien dio lugar a una dictadura de viejo tipo, patrimonialista, a la manera de las dictaduras centroamericanas, cuando avanzó el proceso de toma del poder por las instituciones militares de la región, Paraguay terminó alineándose y adoptando la ideología de época y prácticas similares. Y también, con sus particularidades, se insertó en las redes de coordinación represiva regional.

El hecho de que los golpes de Estado se hayan producido en países que lindan territorialmente no es suficiente para dar cuenta de una unidad o proceso. De hecho, las dictaduras del Cono Sur presentan diferencias en sus formas y en sus proyectos institucionales y económicos. Aquí, entonces, es importante observar que existieron puntos de contacto, experiencia, aprendizaje y transferencia, en particular en lo que hacía a la represión, que determinaron relaciones y en su punto de mayor de desarrollo, el surgimiento de fenómenos históricos transnacionales como Cóndor. Esto se vio favorecido, por otra parte y como vimos, por la existencia de una base ideológica y doctrinaria similar.

Volviendo al ciclo de dictaduras, la fase represiva inicial que todas atravesaron dio lugar a un proceso de destierros políticos y, de manera paralela y en algunos casos, complementaria al surgimiento de identidades exiliares, en países limítrofes, siguiendo la tendencia histórica.

El primer movimiento fue el destierro y asunción de la identidad exiliar de brasileños de la llamada primera ola de exilios, luego del golpe de 1964, que migraron especialmente hacia Uruguay, y los de la segunda ola, de 1968, que lo hicieron hacia Chile, Uruguay y Argentina.

La llegada de la Unidad Popular a Chile en 1970 favoreció el reagrupamiento de los miembros de organizaciones uruguayas en Chile antes y durante el golpe de Estado de ese país y también en Argentina. También los brasileños se asentaron en este país y continuaron con sus actividades o se sumaron al proceso político en curso.

El golpe de septiembre de 1973 provocó un proceso de re-exilio hacia la Argentina, donde brasileños, uruguayos y ahora también chilenos confluían con compatriotas que ya se encontraban en el país y también con los exiliados paraguayos, con permanencia en la Argentina desde mediados de la década del cincuenta y con larga experiencia de organización; o con los bolivianos exiliados tras la dictadura de Banzer. La coexistencia de estos exiliados en lugares comunes dio lugar a nuevas experiencias: coordinación entre organizaciones, surgimiento de organismos de derechos humanos, transferencia de miembros de una organización a otra. El efecto fue la interconexión de experiencias. Además, ante la percepción de que las dictaduras eran similares y actuaban de manera coordinada, tuvo lugar la aparición de un discurso opositor de carácter transnacional.

De tal manera, luego de los golpes de Estado en Chile y Uruguay, Argentina se constituyó en el último refugio disponible para los desplazados políticos, pero terminó convirtiéndose en una gran prisión.

Para las dictaduras, las prácticas de activismo y de denuncia en el exilio implicaron un riesgo, porque los opositores se encontraban fuera de su ámbito natural de injerencia. Más todavía en cuanto la denuncia tuvo impacto en la opinión pública internacional y dio lugar a la condena y a sanciones económicas contra esas dictaduras.

Ahora bien, toda esta movilidad de personas, prácticas y discursos generó que los militares, restringidos a las fronteras de sus países como ámbito de actuación, necesitaran ampliar las herramientas para la persecución de los opositores que se encontraban fuera de sus países. Esto fue así porque el grado de movilidad de los exiliados hacía que los acuerdos bilaterales, que no eran nuevos, resultaran insuficientes. De manera concomitante, para los países de acogida, estos exiliados también presentaban un riesgo: operaban en su territorio y generaba temor la difusión de sus ideas y prácticas. La situación, en la percepción de los militares, se agravó aún más cuando aumentó su conocimiento, y también su imaginación, sobre la Junta de Coordinación Revolucionaria, una alianza establecida entre organizaciones de izquierda de Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia.

Cómo decíamos antes, esta percepción dio lugar a un nuevo escalón en la coordinación represiva: el surgimiento de un marco más sistemático y más elaborado, para contrarrestar las tendencias recién mencionadas.

Entonces, hemos visto hasta acá que dictaduras con una base ideológica y doctrinaria compartida y con problemas comunes, decidieron ir un poco más allá de las prácticas de coordinación represiva desarrolladas hasta fines de 1975; y decidieron avanzar hacia un momento superior en la coordinación represiva.

Ahora bien, si todas las dictaduras de la región seguían una dinámica similar y se veían afectadas por estos movimientos de personas y de ideas del mismo modo y, aunque ya mencionamos que era esperable que surgiera Cóndor porque estaban dadas las condiciones para que esto sucediera, la pregunta que debemos contestar es por qué Manuel Contreras, director de la DINA chilena, fue quien dio el paso para que se tomara la decisión de crear la Operación Cóndor.

Para explicar esto, hay que focalizar en la interacción de tres variables: las características del ciclo represivo chileno, la consolidación de la DINA y las particularidades del exilio chileno.

Dentro de lo que fue la fase reactiva de esta dictadura, el primer modelo represivo adoptado, entre septiembre y octubre de 1973, fue el de la detención masiva y tortura, en lugares públicos, de miles de personas. Junto con ello, se organizaron pelotones de fusilamiento, que resultaron muy caros a la dictadura en términos de opinión pública internacional. Si bien el caso más conocido es el del Estadio Nacional de Santiago, este dispositivo se aplicó también en el norte del país, en Pisagua, o en el Sur, en la isla Dawson.

El patrón represivo basado casi exclusivamente en campos de concentración, correspondía a un momento de poca planificación, que comenzó a ser revertido en un segundo momento, con el dispositivo conocido como la “caravana de la muerte”.

La “caravana de la muerte” fue una delegación, al mando del coronel Sergio Arellano Stark, que entre los días 16 al 19 de octubre de 1973 tuvo la misión de recorrer distintas provincias del interior chileno con el doble objetivo de asesinar a los principales referentes de las administraciones municipales de la Unidad Popular y de disciplinar a los destacamentos militares y comprometerlos con la represión que se estaba planificando.

La “caravana de la muerte” dejó un saldo de sesenta y ocho víctimas, que fueron ejecutadas. De ellas, 18 de sus cuerpos no pudieron ser hallados, convirtiéndose en los primeros “desaparecidos” chilenos. En segundo lugar, se produjo la buscada depuración de las Fuerzas Armadas, con muchos militares exonerados.

Según Peter Kornbluh en su libro Pinochet, los archivos secretos[1], Pinochet designó a continuación a Sergio Arellano Stark, para formar la plantilla inicial de la DINA, aunque luego puso a la cabeza de este organismo a Manuel Contreras Sepúlveda. Algunos de los miembros de mayor jerarquía de la DINA, como el coronel Pedro Espinoza, luego subdirector de la DINA, participaron de la “Caravana”.

Una forma prototípica de la DINA fue fundada en noviembre, de 1973, bajo el nombre de “Comisión DINA”.

Ya en octubre de 1974 comenzó a perfilarse lo que sería el modelo más permanente de represión. A la vez que se vaciaban los campos de concentración y comenzaba la política oficial de destierros y relegamientos, se organizó la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y junto a esta, el dispositivo represivo clandestino centralizado que primó a partir de ese momento, estructurado en torno a la obtención de información por medio de tortura, la desaparición de personas y el establecimiento de centros de detención.

La DINA fue creada el 14 de junio de 1974 por el decreto ley N° 521 de la Junta Militar de Chile. El decreto la definió como un organismo de inteligencia técnico profesional que tenía por función asesorar directamente a la Junta Militar, a partir de la reunión de información y la producción de inteligencia.

Tendría un mando militar, cito el decreto, un oficial general o superior, en servicio activo, en las Fuerzas de Defensa Nacional”. La planta estaría constituida por “personal proveniente de las instituciones de Defensa Nacional”, es decir, Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Carabineros y Policía de Investigaciones; y por personal civil que, para ser contratado, debía ser aprobado por Decreto Supremo y por el Ministerio de Hacienda. Se le otorgaron amplios poderes represivos: en el nivel de la obtención y procesamiento de información, por medio de la centralización de actividades de inteligencia, pero también se le daba capacidad operativa, por cuanto se le permitía la realización de allanamientos y detención de personas, incluyéndola en la Ley 17.768 de octubre de 1976, también llamada “Ley de control de Armas”.

La Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, surgió como brazo armado de Pinochet. El objetivo tras su fundación era doble: a la vez que destruir a la oposición debía también realizar una limpieza y avanzar en el control de los integrantes del régimen. De la mano de la DINA, Pinochet logró consolidar su hegemonía sobre el resto de los actores que intervinieron en el golpe de Estado y consolidación de la dictadura.

La DINA, como cualquier organismo de inteligencia nacional, destacó agentes en el exterior, afectados a actividades represivas extraterritoriales, como el espionaje, secuestros, asesinatos y operativos de repatriación clandestina de exiliados.

Tras su fundación, la DINA, como organismo de inteligencia, planificó y viabilizó una serie de actividades fuera del territorio chileno, entre las que se cuentan varias operaciones dirigidas a la eliminación de opositores al régimen de Pinochet. Esto está relacionado con las características del exilio chileno.

Se trató del exilio de los principales cuadros de un gobierno, de los máximos representantes del arco político y de los principales dirigentes de los partidos y organizaciones de izquierda. Este carácter marcadamente político y masivo permitió tender puentes con sus partidos pares en los países de acogida, con los organismos internacionales y con los gobiernos extranjeros.

La forma de organización de la resistencia chilena en el exilio sirvió de modelo para las restantes comunidades de exiliados; y los exiliados chilenos se transformaron en principales dinamizadores de las redes transnacionales de denuncia de las dictaduras del Cono Sur.

Mirando este proceso desde el lado del actor estatal, el fracaso de la política de expulsiones a la luz del surgimiento de la condena internacional, implicó que cuando confluyeron el perfeccionamiento de los métodos represivos y la organización de la denuncia de la dictadura en el exterior, lo que se intentó hacer fue volver el proceso hacia atrás y acallar la crítica y la organización política en el exterior.

Para esto, según sostienen tanto John Dinges[2] como Patrice McSherry[3] en sus libros, Pinochet, sirviéndose de la DINA, extendió dos redes para operar en el exterior: una en la que enlazó a grupos de extrema derecha, que luego se convirtieron en su brazo ejecutor; y que incluyó a grupos cubanos, italianos, argentinos. La otra, sirviéndose de la Operación o Plan Cóndor. Ambas redes tuvieron puntos de contacto.

Con estas armas, se planeó descabezar a las principales figuras de la oposición en el exilio: al general Carlos Prats, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas chilenas durante la Unidad Popular y a su esposa Sofía, en Buenos Aires en 1974. A Bernardo Leighton, vicepresidente de Eduardo Frei y su esposa, en Roma, en 1975. Leighton afortunadamente sobrevivió, pero con secuelas de por vida que terminaron por alejarlo de la vida pública. A Orlando Letelier, embajador chileno en Norteamérica durante el gobierno de la Unidad Popular y ministro de Relaciones Exteriores, Interior, y de Defensa durante el mismo período. También se tienen noticias del intento de asesinato de Carlos Altamirano, renombrado dirigente socialista y secretario general de ese partido desde 1971; y Volodia Teitelbaum, dirigente del Partido Comunista chileno. Todos ellos, al salir del país, se encargaron de denunciar a la dictadura, que en consecuencia fue duramente cuestionada por la opinión pública internacional, otros gobiernos y los foros internacionales. Esto trajo consigo, también, dificultades en el financiamiento externo del régimen chileno.

Por si los efectos del terror diseminado a partir de estos atentados hubieran sido pocos, la DINA planificó la realización de acciones psicológicas de gran envergadura, como la “Operación Colombo” en 1975 o una similar que se emprendió contra dirigentes del Partido Comunista en 1977, coordinada con argentina. Y también campañas de propaganda del régimen, por medio de contactos con medios de prensa casi siempre derechistas, que diseminaban información que emanaba de la propia DINA.

Dentro de este cuadro general entonces, Contreras y Pinochet invitaron a la reunión fundacional de Cóndor. Pinochet, que buscaba ampliar su capacidad operativa en el exterior, consideró que era mejor seguir haciéndolo en un contexto de participación regional, y entonces, propuso algo que podía servir a todos los regímenes criminales: la Operación o Plan Cóndor. Para justificar esta necesidad utilizó a la JCR como excusa: como veremos luego, los organismos de inteligencia regionales estaban alborotados luego de la captura de dos de sus cuadros medios en Asunción de Paraguay. Y tenían además sus propias agendas. En ese contexto, la propuesta resultó atractiva.

En síntesis: la dictadura chilena experimentó con diferentes modelos represivos. El primero, con poca planificación, propendió al destierro de las principales figuras de la política chilena, así como también de miembros de las organizaciones políticas que desarrollaron una importante campaña de denuncia internacional. Pinochet, al tiempo que creó la DINA, utilizó parte de este aparato para desarticular esa denuncia internacional.

La propuesta de creación de Cóndor por parte de la DINA estuvo vinculada con todos estos procesos, pues Pinochet y Contreras buscaban medios que facilitaran la resolución de este conflicto; y encontraron eco en sus contrapartes en la región, quienes venían enfrentando problemas similares. Estaba también la cuestión de la JCR.

La dictadura argentina, que construyó su modelo mirando a sus vecinos, aprendió especialmente de los errores cometidos por la dictadura chilena, de manera que un elemento importante del modelo represivo fue el blindaje de las fronteras. Se trataba de aniquilar a todos los que se debía aniquilar evitando fugas hacia fuera. Esto está explicitado en el plan del Ejército a partir del que se organizó el golpe de Estado. Y también se refleja en las Actas de las Juntas Militares incorporadas en este debate. En el acta del 24 de marzo de 1976 y con invocación a la “paz interior”, se decreta la supresión del derecho a opción, por considerar que su ejercicio se había desnaturalizado. La supresión tenía por objeto impedir que los liberados pudieran regresar al país, denunciaran o realizaran actividades en el extranjero.

Tiempo después se consideró necesario regularlo en otro cuerpo normativo. Así, el Acta del 1 de septiembre de 1977 explica con mayor detalle los motivos de dicha supresión: el temor a que las personas que “opten”, continúen realizando actividades fuera del país. Dice el acta:

"2.- El derecho a opción fue establecido sobre la base de que las personas que eran arrestadas o trasladadas de un punto a otro, si optaban..., quedaban colocadas en una situación tal que implicaba para ellas la imposibilidad de cumplir actos hostiles al orden, a la seguridad y la paz de la Rep[ública], ese derecho no es ni absoluto ni automático, sino que está subordinado a este requisito fundamental que las personas que lo ejerciten no puedan, de cualquier modo, continuar realizando actos a que se ha hecho referencia precedentemente". Documento 13.

B) Antecedentes de la Operación Cóndor

Señores jueces: hasta aquí dimos cuenta de las características generales de la Operación o Plan Cóndor, de la corriente de voluntades que tendían y hacían esperable su surgimiento y del papel que cumplió Chile en su conformación.

Además, explicamos que hubo un período formativo, anterior a la reunión de noviembre de 1975, en donde las características que luego se presentan en la fase madura de la Operación Cóndor estaban en desarrollo.

Vamos a ver ahora los antecedentes mediatos a su nacimiento.

B.1. Antecedentes mediatos

Con la prueba incorporada es posible realizar una tipología de actividades de coordinación represiva que preexisten a Cóndor. Los documentos producidos por los gobiernos de la época nos aportan ejemplos significativos.

B.1.1. Registro de reuniones de intercambio y acuerdos de colaboración

El primer tipo de actividades de coordinación represiva son las reuniones de intercambio y los acuerdos de colaboración bilaterales.

El Archivo del Terror es el que resguarda piezas documentales que dan cuenta de reuniones de las que surgen, en varios casos, acuerdos bilaterales de cooperación, escritos o tácitos.

Por ejemplo, el ya citado “Acuerdo bilateral de Inteligencia FFAA Paraguay/Ejército Argentino, de 1972”. Documento 14.

En este acuerdo, que se firma para “coordinar acciones en la lucha contra la subversión y los grupos de insurrección que desde la clandestinidad fomentan la insurrección y/o agitación ideológica”, se propone: intercambio de información sobre actividades especialmente de grupos que operen en ambos países; colaborar en desalentar la cooperación entre organizaciones de cada uno de los países. En caso de que evolucione, colaborar en la internación de esas organizaciones lejos de las fronteras, actualizar los requerimientos esenciales de inteligencia y otros requerimientos de inteligencia.

En agosto de 1975, se realizó una reunión bilateral de Inteligencia en Asunción entre Bolivia y Paraguay, a la que asistió el Coronel David Padilla, Jefe de inteligencia del Ejército de Bolivia, según surge del fotograma 00021F 1558. No se conoce el temario de la reunión ni los alcances del acuerdo, pero sí que se realizó. Documento 15.

El 15 de agosto de 1975 se realizó también la “VII Conferencia Bilateral de Inteligencia entre Paraguay y Argentina”. El registro al que se puede acceder, en este caso, es la ponencia presentada por Paraguay, que se conserva en el Archivo del Terror, con el código de microfilmación R0461344-1377. Documento 16.

El temario desarrollado por Paraguay fue amplio. En una primera parte se abordan las características de la JCR, cuya investigación había cobrado impulso luego de la detención de Jorge Fuentes Alarcón y Amílcar Santucho, a la que nos referiremos luego.

Las recomendaciones, al final del documento, permiten percibir lo que era el espíritu de época con respecto a la necesidad de la coordinación represiva. El documento finaliza con una serie de recomendaciones: 1. Intercambio directo de información; 2. Enlaces técnicos y personales; 3. Programar reuniones conjuntas para tratar cuestiones de seguridad de las áreas Yaciretá Apipe y Corpus, en particular con la participación de los elementos de seguridad de la Empresa; 4. Intercambio de doctrina, organización e instrucción; y 5. Posibilidad de ampliar el carácter bilateral de la conferencia a la inclusión de otros países.

Los archivos paraguayos no son los únicos que conservan información. La Armada uruguaya reconoció, en la Segunda Parte del Primer Informe de la Armada al Presidente de la Nación, del 26 de septiembre de 2005, la existencia de un acuerdo tácito de cooperación entre las armadas de ambos países.

Es decir, tenemos pruebas fehacientes de que antes de noviembre de 1975 existieron acuerdos de cooperación, vinculados con el problema de la persecución a los opositores exiliados.

B.1.2. Agregados militares

Un segundo tipo de actividades fueron las desplegadas por los agregados militares.

En realidad, las funciones de coordinación de los agregados militares son inherentes al cargo y anteriores a Cóndor. Resulta claro que en este punto no nos estamos refiriendo a aspectos lícitos de coordinación, como asesoramiento o intercambio de información. Como veremos a continuación, aquí nos estamos refiriendo a la participación de los agregados militares en actividades ilícitas, en operativos contra los ciudadanos de su país. Es copiosa la cantidad de prueba que muestra el papel cumplido por los agregados militares antes del surgimiento de la Operación Cóndor.

En el caso de Brasil, el agregado militar Brasileño en Argentina, Floriano Aguilar, es mencionado varias veces en los memos de Arancibia Clavel. Documento 17a y Documento 17b. El testigo Jair Krischke hizo referencia a este agregado militar y lo relacionó con la desaparición de los ciudadanos brasileños Joaquim Pires Cerveira y Joao Baptista Rita Pereira, secuestrados en Buenos Aires a fines de 1973 y que luego fueron vistos en el cuartel de la policía del Ejército de Brasil en Río de Janeiro.

También los archivos del terror conservan muestras del activo papel desempeñado por los agregados militares paraguayos en lo que hace al enlace de coordinación de inteligencia. En este archivo es posible apreciar las actividades de los agregados militares en el largo plazo, desde antes que se formara la Operación Cóndor. Se puede ver la interacción de los agregados militares de todos los países de la región con los dos organismos articuladores de Cóndor en Paraguay: El D2 del ESMAGENFA y la Policía de la Capital. Vamos a enumerar y describir algunos de estos documentos:

B.1.2.1. Documentos sobre actividades del agregado militar brasileño en Paraguay

Comenzaremos con tres, que se refieren a las actividades del agregado militar brasileño en Paraguay. Datados en Asunción, los tres tienen la misma fecha: 13 de octubre de 1975.

Un primer documento, titulado “Pedido de búsqueda 13/75, ADIEX. Asunto: Sebastiao Mendes Filho”, firmado por el agregado del Ejército en la embajada de Brasil, fue distribuido a los agregados militares de Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y relata planes de la JCR para realizar acciones en la región de Matto Grosso, Brasil. Documento 18.

Otro documento, titulado “pedido de búsqueda 14/75”, fue distribuido a los agregados de Argentina, Paraguay y Venezuela. Allí se solicita información sobre el “Movimiento de Defensa de la Patria” (MODEPA), y se relata una reunión realizada en Resistencia, Argentina y en la que participó, entre otros, Agustín Goiburú, cuya desaparición es objeto de este juicio. Documento 19.

Un tercer documento, distribuido a los agregados militares de Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Paraguay, Portugal y Francia, titulado “pedido de búsqueda 12/75. Asunto: Junta Coordinadora Revolucionaria”, brinda información sobre reuniones realizadas en Buenos Aires. Documento 20.

Estos documentos, por la temática y el momento en que fueron escritos pueden situarse como antecedentes, y se enmarcan en el período inmediatamente anterior a la fundación de la Operación Cóndor, en el marco de la detención de Fuentes Alarcón y Amílcar Santucho.

B.1.2.2. Documentos sobre actividades del agregado militar uruguayo en Paraguay

También contamos con documentación que da cuenta de las actividades del agregado militar uruguayo en Paraguay.

El documento microfilmado con el código 00186F 1547, con fecha 10 de mayo 1975, es un documento en el que se le remite documentación producida por la jefatura de inteligencia del ejército paraguayo sobre dos miembros de Tupamaros residentes en Asunción. Documento 21.

B.1.2.3. Documentos sobre la actividad del agregado militar chileno en Paraguay

Lo mismo ocurre respecto de las actividades del agregado militar chileno en Paraguay.

El documento microfilmado con el código 00113F 2138, con fecha 19 de agosto de 1974, muestra cómo el agregado militar chileno, Coronel Augusto Reiger Rago, solicita información sobre empleados de organismos internacionales acreditados en Chile. Documento 22.

Otro documento, fechado en 20 de abril de 1976, microfilmado con el código 00021F 1528, evidencia que Alejandro Fretes Dávalos, jefe de inteligencia del ESMAGENFA, remite al jefe de la Policía de la Capital una nota que le hizo llegar el agregado militar chileno Coronel Hernán Podestá. Podestá le remitió información sobre ciudadanos chilenos detenidos en Paraguay, cuya búsqueda de antecedentes arrojó resultado negativo. Documento 23.

El agregado chileno, tras haber remitido estos antecedentes, solicitó que, “en conformidad con lo expresado anteriormente, se solicita a ustedes, salvo superior resolución, disponer la libertad de los anteriormente nombrados”. Es decir, era tal la ascendencia del agregado militar, que influye en los criterios para mantener detenida o no a una persona.

B.1.2.4. Documentos sobre la actividad del agregado militar argentino en Paraguay

Vayamos ahora a las constancias que demuestran las actividades del agregado militar argentino en Paraguay.

En un documento del 22 de octubre de 1975, microfilmado con el código 00021F 1558, se informa que el Coronel Arrechea remitió a los organismos paraguayos un parte del mismo mes, en el que se notifica que documentos encontrados en poder de uno de los individuos que fueron muertos en el intento de toma del Regimiento 29 de Formosa se especificaba la realización de una reunión en Salta. Documento 24.

Según el documento microfilmado 0243F 0507, el coronel Raúl Eduardo Arrechea era el agregado militar argentino en Paraguay. Documento 25. El nombre de Arrechea vuelve a aparecer en un documento remitido por Rawson a Benito Guanes Serrano, microfilmado con el código 0046F 1528-1532, del 23 de junio de 1976, en el que remite información sobre actividades de paraguayos en Argentina. Documento 26. Rawson manda saludos a los miembros de la red de coordinación Cóndor en Paraguay, entre ellos Arrechea.

Además de esta notada participación de los agregados militares, dentro de la documentación aportada por el Archivo del Terror se encuentran varios documentos que dan cuenta de la distribución de información desde el departamento 2 (inteligencia) del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Paraguay a los agregados militares.

Así, tenemos:

1°. El documento codificado 00021F 1435, fechado al 14 de marzo de 1975, distribuido a los agregados militares de Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay, Estados Unidos y Venezuela, sobre una reunión de “extremistas latinoamericanos” en la provincia de Jujuy. Documento 27.

2°. El documento 00021F 1578 a 1581, fechado a 20 de octubre de 1975, titulado “Acción subversiva combinada”. En el distribuidor se informa que las fuentes de los informes son el agregado militar argentino y el agregado militar brasileño. Documento 28.

3°. El documento 00050F 2475, Informe N° 62, fechado 08 de octubre 1975, producido por el agregado militar de la embajada paraguaya en Buenos Aires, sobre la muerte de Jorge Alberto Livieres Bank Plano, según se deduce, miembro de Montoneros, que participó en el copamiento del Regimiento de Infantería 29, y que era hijo de un paraguayo con conexión con la OPM paraguaya.

Es decir que la función de enlace en el marco de la “lucha continental contra la subversión” es anterior al surgimiento de Cóndor.

B.1.3. Intercambio de información

Otro tipo de actividades presentes antes del surgimiento de Cóndor fue el intercambio de información, especialmente sobre personas de nacionalidad extranjera. Elegimos un ejemplo que fue traído a este juicio por muchas víctimas uruguayas, porque es un antecedente de la persecución al Partido por la Victoria del Pueblo (PVP): el intercambio de información en torno al llamado “Operativo Gris”.

En la Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos en el Uruguay se describe este hecho de la forma siguiente:

“El 19 de abril de 1974 se realizó un acto público de repudio a la dictadura uruguaya en el local de la Federación de Box en Argentina. Allí se convocó a una próxima reunión, que se realizó el 02 de junio, en las vísperas de cumplirse un año del golpe de Estado en Uruguay. Dicho acto culminó con la llegada de la policía y la detención de 101 uruguayos, quienes fueron fichados y algunos también procesados y condenados con un mes de prisión”.

Sobre el Operativo Gris como antecedente de la Operación Cóndor declaró el testigo Álvaro Rico, quien destacó su importancia para la posterior represión contra el PVP en el año 1976, ya que los uruguayos detenidos ese día fueron registrados y sus antecedentes actualizados. Explicó que si bien estuvieron detenidos poco tiempo, este acontecimiento no fue inocente. Entre los detenidos ese día se encontraban personas que en 1976 serían víctimas de las oleadas represivas contra el PVP en Buenos Aires, más precisamente Rubén Prieto, Humberto Bellizzi , Juan Pablo Errandonea, María de los Ángeles Michelena, Ana Quadros y José López Burgos, así como también Gustavo Insaurralde, secuestrado en Paraguay un año después.

Rubén Prieto Benencio, que estuvo entre los detenidos en ese hecho, en su declaración ante este tribunal sostuvo que cuando se produjeron las detenciones pudo identificar la presencia de uruguayos entre los interrogadores.

Para ver la coordinación represiva de uruguayos y argentinos en este suceso en particular, es posible contrastar dos documentos que dan cuenta de la relación, uno de origen uruguayo y otro de origen argentino.

El primero es un listado de los nombres de los detenidos en el marco del Operativo Gris, aportado por Álvaro Rico durante su declaración. Son 99 nombres. Solamente se consignaron los datos de domicilio de los uruguayos detenidos, ocupación y filiación. Este documento está datado el 08/06/1974. Es decir, seis días después del operativo. Abajo, manuscrito, se le esta frase: “fichar en presuntos extremistas”. Al lado de cada nombre figura un sello que da cuenta de que los datos fueron procesados. Esto da cuenta de que el Departamento de Asuntos extranjeros, que según los testigos fue el organismo responsable de estas detenciones, envió a Uruguay el listado de los detenidos. Documento 29.

Ahora bien, entre la documentación aportada aportado por la Comisión Provincial por la Memoria, se encuentra un legajo producido por la ex DIPBA, fechado diez días después, a 18 de junio de 1974. Se trata del legajo DIPBA R 16906, “Menéndez María Gregot y otros. Ciudadanos uruguayos detenidos”. En este documento la DIPBA realizó una descripción del operativo durante el cual se afirma que se detuvo a 99 personas. A estas personas, según el documento, se les instruyó un expediente contravencional por infracción a los edictos policiales vigentes sobre “Seguridad Pública”, artículo 5° y “Reuniones públicas”, artículo 20, inciso a. Se los condenó a 30 días de arresto. Documento 30.

La existencia de coordinación no se oculta. El documento reza “muchos de los detenidos poseen antecedentes en su país de origen por actividades sediciosas”.

Se pasa de un registro de 99 casos a 101, sin que haya explicación de este cambio cuantitativo. El listado argentino registra el mismo tipo de información que el uruguayo, pero el orden se ha alterado. Lo importante es que en este segundo legajo se agrega al listado información remitida por el gobierno uruguayo sobre detenciones previas.

Lo que muestra que se trata del mismo listado, que fue procesado por ambas fuerzas, es que errores de escritura de los apellidos del documento uruguayo, que por ser errores fonéticos estarían dando la pauta de que los detenidos fueron identificados de forma oral, se repiten en el documento argentino. Así, por ejemplo se mantiene mal escrito el nombre “Juan Pablo Herantona Salvia”, que en realidad es Errandonea Salvia. Su desaparición se analiza en este juicio.

B.1.4. Traslado transfronterizo de exiliados y su asesinato en el país de origen

Otra práctica que se utilizó antes de la firma del acuerdo que creó a la Operación Cóndor fue el traslado transfronterizo de exiliados y su asesinato en el país de origen.

Como ejemplo podemos remitirnos al caso de los fusilados de Soca, de noviembre de 1974. Tal como se señala en la Investigación histórica sobre desaparecidos uruguayos, el 08 de noviembre de 1974 fueron detenidos en Buenos Aires los tupamaros Hector Brum, María de los Angeles Corbo de Brum, Graciela Estefanell, Floreal García, Mirta Yolanda Hernández de García y un amigo de Floreal García, Julio Abreu. Con ellos también fue secuestrado Amaral García, de tres años.

La detención fue efectuada por la Brigada Primera de la Policía Federal argentina, con apoyo de la policía de Buenos Aires. Fueron trasladados a Uruguay y el 20 de diciembre de 1974 en la localidad de Soca, Uruguay, sus cuerpos acribillados fueron tirados al costado de la carretera.

Los asesinatos fueron relacionados con el asesinato del agregado militar uruguayo Ramón Trabal, ocurrido en París un día antes que fueran hallados los cuerpos en Soca. Se adjudicó este asesinato la “Brigada Internacional Raúl Sendic”, organización que nunca realizó otra acción, ni aparece más en escena.

Sobre estos hechos declaró en este juicio Julio Abreu, sobreviviente de los hechos, quien dio cuenta del traslado de estas víctimas en el llamado “vuelo cero”.

B.1.5. Operaciones de acción psicológica

Por último, antes del surgimiento de la Operación o Plan Cóndor se coordinaron operaciones de acción psicológica.

Un caso paradigmático es la llamada “Operación Colombo”. Fue el intento de la dictadura chilena de confundir a la opinión pública internacional sobre las desapariciones que estaban ocurriendo en Chile a partir del pasaje a la fase de represión clandestina, a partir de octubre de 1974.

Peter Kornbluh, en su libro Pinochet, los archivos secretos, explicó que Colombo se ideó para contrarrestar el efecto de la denuncia internacional sobre las violaciones de derechos humanos en Chile, en un marco en que la Comisión de DDHH de la ONU había solicitado realizar una investigación en el terreno, fundada en las numerosas denuncias recibidas. Por su parte, Alejandro Carrió, en su trabajo Los crímenes de Cóndor[4], define la dinámica que se buscaba “cuerpos de desaparecidos en uno y otro lado de la cordillera serían utilizados para blanquear procedimientos ilegales de secuestro y homicidio con el simple expediente de adosarles a los cuerpos cédulas de identidad de los desaparecidos de otro país”.

Kornbluh agrega a esta descripción la fase psicológica. A la implantación de cadáveres en Argentina seguía “la inserción de noticias en la prensa que aseguraran que las víctimas habían muerto asesinadas, mientras actuaban fuera de Chile, a manos de sus correligionarios de izquierda o en el transcurso de enfrentamientos armados”.

El primer acto de la “Operación Colombo” fue el intento de encubrir el secuestro de David Silberman, que se encuentra relatado en el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Chile, conocido también como Informe Rettig.

Silberman era un ingeniero, miembro del Partido Comunista chileno y había sido gerente general de la empresa Cobre-Chuqui durante el gobierno de Allende. Recuérdese que el Partido Comunista chileno formó parte del gobierno de la Unidad Popular y que la minería del cobre, principal producción y fuente de riqueza de Chile, fue nacionalizada durante ese gobierno. Es decir, Silberman controlaba durante la Unidad Popular uno de los principales recursos económicos de la Nación.

Silberman había sido condenado por el consejo de guerra de Calama y, a diferencia de otros detenidos de la región, trasladado a cumplir la pena de 13 años de prisión a la Penitenciaría de Santiago.

El 04 de octubre de 1974 fue sacado de la celda en la que estaba alojado y secuestrado por agentes de la DINA. Información recogida por la Comisión Rettig permite afirmar que el secuestro de Silberman se debió a la presunción de que este se había llevado una importante suma de dinero luego del golpe de Estado.

Ahora bien, luego de su secuestro, la DINA creó una falsa versión de que Silberman había sido secuestrado por un miembro de MIR. Eso fue transmitido a su familia y publicado en los medios. El caso fue denunciado internacionalmente.

En mayo de 1975, siete meses después y ya cerca de la llegada de la misión de la ONU a Chile, un cuerpo imposible de identificar fue hallado en Buenos Aires portando una cédula de Identidad Chilena con el nombre de David Silberman.

En el hecho participó Arancibia Clavel, quien había establecido y estaba utilizando, para ese entonces, contactos con grupos de extrema derecha y organismos represivos argentinos. Arancibia Clavel, en una de sus declaraciones, al ser detenido, el 28 de noviembre de 1978, que se encuentra en la causa argentina por el asesinato de Carlos Prats y también entre las actuaciones remitidas por la Justicia Chilena de la causa Cóndor que se tramita en ese país, afirmó que:

“En 1975, con motivo de la llegada a Buenos Aires de otro agente de la DINA llamado Iturriaga, cuyo arribo me había sido anunciado[…] transcurridos algunos días me encuentro con el mismo, quien refiere que volvía a Chile en razón de haber fracasado su objetivo […] Iturriaga me informa que su misión consistía en hacer aparecer un subversivo chileno cuyo nombre podía ser Zimelman o algo parecido, muerto en Chile, en nuestro país (Argentina), habiéndose bautizado este operativo como Operación Colombo”.

Arancibia Clavel sabía más de lo que afirmaba allí. Como explica Francisco Martorell en su libro Operación Condor, el vuelo de la muerte[5], Arancibia Clavel operaba junto con Martín Ciga Correa, miembro de un grupo argentino de extrema derecha. Dice Martorell que Arancibia Clavel “en los memos utiliza una serie de palabras clave, como facturas para referirse a los muertos y restoranes cuando se trata de publicaciones. Así, por ejemplo, señala “las facturas que acompañan a Colombo se pagarán en el transcurso de la semana junto con 15 facturas argentinas”.

El caso Silberman fue el primer intento de la DINA por hacer pasar por muertos en Argentina a desaparecidos en Chile, pero la DINA no logró el impacto que esperaba en los medios de comunicación. Un mes después se replicó la operación.

El 23 de junio una revista argentina de la que se publicó un solo número, llamada Lea, publicó una lista de chilenos supuestamente muertos en Argentina, en la provincia de Salta, aunque esta vez se afirmaba que habían sido asesinados por sus propios compañeros. La imprenta en la que se manufacturó esta revista estaba vinculada con el Ministerio de Bienestar Social a las órdenes de José López Rega, fundador de la organización paramilitar Triple A.

Dos días después, el 25 de junio de 1975, en Curitiba, Brasil, el mensuario Novo o Dia publicó la noticia de la muerte en la provincia argentina de Salta de cincuenta y nueve “extremistas marxistas” chilenos. Entre los nombres que figuraban en esta lista estaban el de Luis Alberto Guendelman y Jaime Robotham Bravo. En uno de los cables desclasificados de la embajada norteamericana en Buenos Aires, aportados por el National Security Archive, un funcionario indicó que esa revista aparecía esporádicamente; y que solo se habían publicado tres ediciones antes de la del 25 de junio. Documento 31.

Algunos días después, el 12 de julio, en Pilar, provincia de Buenos Aires, dos cuerpos aparecieron dentro de un auto, calcinados y con varios tiros, con una bandera que decía “dados de baja por el MIR”. Las fuerzas de seguridad argentinas intervinientes encontraron dentro del automóvil las cédulas de identidad a nombre de Luis Alberto Guendelman y Jaime Eugenio Robotham Bravo. En la Capital Federal se encontró un tercer cuerpo, con registro de identidad a nombre de Juan Carlos Perelman.

Las noticias aparecidas en ambos medios de prensa fueron replicadas en la prensa chilena, en los principales medios gráficos. Al enterarse de la noticia, las familias de Robotham y Guendelman viajaron a Argentina para identificarlos y hallaron que no pertenecían a sus familiares: los documentos eran falsos y el análisis de las dentaduras no coincidían.

La comisión Rettig aseguró que los listados de las 119 personas, que aparecieron en Buenos Aires y Curitiba como muertas en Argentina, en realidad habían estado detenidas y habían sido vistas en recintos de la DINA y luego fueron desaparecidas.

A modo de síntesis, podemos afirmar que preexisten a Cóndor una serie de mecanismos que revelan coordinación, como la firma de acuerdos para la llamada ”lucha contra la subversión”, motivados por los desplazamientos de miembros de organizaciones opositoras entre los países, el intercambio de información, la repatriación forzada de detenidos y las operaciones psicológicas. Estos mecanismos se utilizaban, pero en el marco de Cóndor se amplificaron y sistematizaron. Cóndor puso a disposición de todas las partes estos mecanismos.

B.2. Antecedentes inmediatos

Lo hasta aquí expuesto fueron algunos de los antecedentes mediatos de la formación de Cóndor.

Ahora bien, si hay un antecedente inmediato que debe mirarse con detenimiento, es el caso de la detención en Paraguay de Jorge Fuentes Alarcón y Amílcar Santucho, en el que todas esas tendencias y prácticas que marcábamos recién se combinaron y aceleraron.

Fuentes y Santucho fueron detenidos, y Jorge Fuentes Alarcón entregado a las autoridades de la DINA, trasladado a Chile y asesinado, mientras que Amílcar Santucho continuó recluido en inhumanas condiciones hasta que en 1978 la dictadura autoriza su salida del país y se exilia en Europa.

John Dinges, en su libro Operación Cóndor, afirmó que Fuentes Alarcón y Santucho eran miembros de segunda línea de la JCR, responsables de organización y finanzas, y brinda un perfil de ambos: Amílcar era el hermano mayor de Mario Roberto y se había sumado a la organización en 1973. Fuentes Alarcón era un sociólogo chileno miembro del MIR desde hacía muchos años. Luego del golpe de Estado salió de Chile, estando un tiempo en Cuba donde recibió entrenamiento y luego viajó a Buenos Aires para funcionar como responsable del MIR en esa ciudad, hasta la llegada de Edgardo Enríquez a Buenos Aires.

Arnol Kremer explicó en su declaración por qué habían viajado de Argentina a Paraguay: recibieron la misión de contactar a otras organizaciones latinoamericanas. Luego debían desplazarse hacia Lima.

Salieron hacia Asunción desde Buenos Aires por vía terrestre, el 15 de mayo de 1975, portando dinero y documentación de la JCR.

Amílcar Santucho fue detenido en Puerto Itá Enramada, frontera paraguaya con Argentina, el día 16 de mayo de 1975, según consta en un informe del Departamento de Investigaciones del 23 de mayo de 1975, microfilmado con el código 00045 F0830. Documento 32.

Fuentes Alarcón, que viajaba sentado al lado de Amílcar, fue vigilado desde su llegada a Asunción. El documento microfilmado 0080F 0776 del Archivo del Terror da cuenta de esta persecución, detallándose sus actividades y reuniones durante ese día y el siguiente, en que fue detenido. Documento 33. Incluso hay una especie de desgrabación de una escucha de una conversación entre Fuentes Alarcón y un llamado “agente 77”, anterior a la detención. Documento 34.

Fuentes Alarcón viajaba con documento falso a nombre de Ariel Nordase Ledesma, sociólogo costarricense y con cartas de recomendación de la Universidad de Sorbonne. Una semana después de su detención, el 23 de mayo, los policías paraguayos aún desconocían su identidad. Aparece en un listado titulado “grupo averiguaciones”, debajo de Amílcar Santucho, con su nombre falso.

Tras su detención e identificación fueron considerados fuentes invaluable de información, y consecuentemente torturados y mantenido, Santucho en cautiverio en las tenebrosas prisiones del régimen paraguayo, y Fuentes Alarcón trasladado hacia Chile, luego de haber contraído sarna por las condiciones de detención en Paraguay, para seguir siendo torturado y sometido a tratos degradantes en Villa Grimaldi. Esto lo tuvo por probado la llamada “Comisión Rettig”.

Es posible acreditar cómo, alrededor de este caso, se montó una estructura de coordinación que da la pauta de cómo funcionaría luego la Operación Cóndor. El intercambio de información, los interrogatorios conjuntos, el desplazamiento de agentes entre los países, la repatriación forzada de un exiliado, todos estos elementos aparecen prefigurados en este caso. Todo esto sucedió sólo seis meses antes de la reunión fundacional de Cóndor y, en parte, el efecto de estas detenciones sobre la mentalidad militar, de alguna manera incentivó que se realizara esa reunión.

En la causa se acumuló gran cantidad de documentación que demuestra el interés que manifestaron los organismos de inteligencia de la región ante esta captura. En este operativo contamos, a diferencia de otros, con un registro documental muy rico, de origen diverso, que nos permite reconstruir el funcionamiento de la red de coordinación. La prueba testimonial es menor porque el caso ha sido abordado marginalmente.

A esta red le vemos continuidad cuando se consolida Cóndor. Dos personajes clave de esta red son el argentino José Osvaldo Riveiro y el chileno Enrique Arancibia Clavel. Riveiro, también conocido como “Osvaldo” o “Rawson” y que más tarde se hizo conocido con el alias “Balita”, era un oficial de inteligencia del Ejército Argentino. Enrique Lautaro Arancibia Clavel, también conocido como “el dinamitero” por sus actividades terroristas durante el gobierno de la Unidad Popular en Chile, luego ingresó en la DINA como agente civil, responsable de las actividades clandestinas de este organismo en Buenos Aires y articulador de parte de la red de la DINA que actuaba en el Cono Sur.

Aquí corresponde realizar un breve paréntesis, e introducir información sobre la trayectoria de ambos, porque serán mencionados varias veces a lo largo de este alegato.

Riveiro nació en 1932 y en 1945 solicitó el ingreso al Liceo Militar.

Según el análisis de su legajo militar, comenzó una no muy prometedora carrera en el arma de artillería, a juzgar por sus calificaciones. Después mejoró su desempeño: se especializó como esquiador, siendo distinguido por sus capacidades en esa área. Un accidente en 1959, en el marco de un ejercicio de montaña determinó un cambio en su carrera. En 1961 realizó el curso de oficiales del Colegio Militar de la Nación y por destacarse en el mismo, fue nombrado en 1962 como instructor militar. En este período comenzó a recibir las mejores calificaciones.

En 1964 su carrera realizó un vuelco: participó de un curso técnico de Inteligencia para personal superior, obteniendo la calificación más elevada y al año siguiente obtuvo su primer destino en el área de inteligencia: pasó a continuar servicios en el Comando en Jefe del Ejército, en Inteligencia Interior- Reunión. En esos años, como ya vimos, la doctrina militar que se impartía en el Ejército estaba sufriendo modificaciones: se comenzaba a estudiar la guerra revolucionaria y como atacarla.

En 1968 realizó el curso básico de Comando. Según se sigue de la explicación dada en el informe “Apuntes sobre el curso básico de Comandos”, elaborado por la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa de la Nación, aportado por la testigo Verónica Almada, el curso implicaba un adestramiento especial, cuya finalidad era “Capacitar espiritual, física, psíquica, táctica y técnicamente para conducir y ejecutar misiones “COMANDOS”, en apoyo de ambientes geográficos diversos y con capacidad de empleo dentro del dispositivo enemigo”. En concreto, formaba militares con capacidad de actuar en operaciones especiales.

Desde diciembre de 1970 se observan en el legajo de Riveiro permanentes viajes en comisión. Durante el primer año, entre Bahía Blanca y Neuquén principalmente. Entre estos viajes, tiene un destino el 24 de agosto de 1972 que reza “Rawson-Buenos Aires” y coincide con las fechas de la masacre de Trelew (22 de agosto) y la represión en Buenos Aires durante los velatorios (25 de agosto). Riveiro reconoce su participación. Quizás de allí extrajo su seudónimo.

En diciembre de 1974 ingresó al Batallón de Inteligencia 601 y el 29 de noviembre de 1976 fue nombrado jefe del Destacamento de Inteligencia 144 de Mendoza.

Riveiro, entre 1976 y 1978 realizó tres viajes en comisión a Chile, el primero del 03 al 06 de abril de 1977, el segundo del 16 al 17 de junio de 1977 y el último del 08 al 28 de febrero de 1978. Estas son las que quedaron asignadas en su legajo. De la lectura de la documentación de Arancibia Clavel y de sus propios dichos, se extrae que fueron más los desplazamientos hacia el exterior del país cumpliendo funciones en la llamada “lucha contra la subversión”.

El 26 de septiembre de 1979 pasó a continuar sus servicios al Comando en Jefe del Ejército, como Jefe II del departamento exterior, es decir, la rama responsable de la inteligencia militar sobre el exterior producida por todo el Ejército Argentino y luego siguió en otros destinos vinculados con la inteligencia militar.

En cuanto a su participación en las redes de coordinación represiva, conocemos al menos una parte, de puño del propio Riveiro. Desde Fs 390 a 416 de su legajo obra un reclamo elevado ante la Junta de Calificación de Oficiales. El motivo fue el orden y mérito que le fuera asignado a fines de 1984. El mérito asignado fue 44 entre los calificados, razón por la cual se imposibilitó su acceso al grado inmediato superior. La lectura del reclamo completo permite ver que, en realidad, el motivo para frenar su ascenso era un divorcio y un casamiento posterior en el exterior. Esta situación motivó una presentación de Riveiro. En la nota U 240.900/300, de 12 de noviembre de 1984, dirigida al Jefe del Estado Mayor del Ejército (Jefe I Personal), relató su trayectoria. Sin perjuicio de las acciones represivas en las que reivindica haber participado, lo más interesante llega cuando explica cuáles fueron sus misiones especiales de inteligencia. Dice Riveiro:

“Punto 6. En el área de Inteligencia permanentemente cumplí con misiones tanto en el ámbito nacional como internacional, que por su carácter secreto no figuran en el Legajo Personal del suscripto. A saber:

  1. 1965/1968 Cubrí actividades en el exterior como asesor y coordinador de la campaña presidencial del Dr. Velazco Ibarra en Ecuador.
  2. 1970/1972 Cumplí misiones de riesgo tanto internas (evasión de Trelew) como internacionales en Chile (época de la Unidad Popular- gobierno marxista de Salvador Allende).
  3. 1974- B Icia 601 Misiones especiales en Chile- Paraguay- Uruguay- Bolivia y Brasil.
  4. 1974/1976 Coordinador y ejecutor de la misión especial de Infiltración en las organizaciones terroristas, que permitieron alcanzar el éxito conocido (Monte Chingolo).

Queremos subrayar el punto que sigue:

  1. 1976- B Icia 601 coordinador internacional de la LCS entre países de América Latina. Viajes y contactos internacionales a nivel de comandantes en Jefe- Jefes de ICIA y presidentes de países (Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y México).
  2. 1976- B-Icia 601 Representante argentino ante la ORGANIZACIÓN LATINOAMERICANA DE SEGURIDAD SOCIAL- Congreso internacional celebrado en Méjico que permitió cubrir las actividades de Inteligencia en ese país (exiliados subversivos).
  3. 1979- EMGE- Jef II ICIA. Viajes internacionales a Paraguay- Chile y fundamentalmente Bolivia, como asesor y coordinador del proceso anticomunista en dicho país, que culminara con la toma del poder por las Fuerzas Armadas.”

Sigue en su presentación explicando sus actividades en Centroamérica, en la época de la revolución sandinista.

Tan secretas eran sus actividades que expresó lo siguiente: “Por su reserva y carácter estrictamente secreto, el suscrito desea aportar personalmente una síntesis personal de los hechos que permitan avizorar algo de lo mucho que se llevó a cabo en esos años de guerra y donde tuve la responsabilidad internacional de su conducción, en la clandestinidad". Documento 35.

A Fs. 399 se encuentra el acta de la reunión de la Junta Superior de Calificaciones de Oficiales del 26 de octubre de 1984 en la que se trató el problema planteado por Riveiro. Debemos observar que la parte en la que Riveiro expuso la “síntesis personal de los hechos”, se ordenó al taquígrafo retirarse de la reunión y por lo tanto no hay registro. Finalmente, la Junta Superior de Calificaciones de Oficiales, votó el ascenso de Riveiro, pero no se instrumentó. Riveiro volvió a quejarse en una nota, en la que expresó:

 “¿Qué parámetros se han tenido en cuenta para medir la aptitud intelectual, moral y psíquica para estar siempre presente en las zonas operacionales de lucha, con riesgo cotidiano, la separación familiar, la incertidumbre por la mañana y la tremenda responsabilidad de no dejar comprometida a la institución?”

Entones, estamos ante un oficial del Ejército argentino formado en inteligencia y operaciones especiales, que reivindica haber tenido un importante papel en la organización de la represión regional. Lo que eso significó en la práctica lo veremos en el abordaje del caso Fuentes- Santucho y posteriormente, en el abordaje de la Operación Cóndor. La pregunta que sigue es, ¿Qué hizo Riveiro en 1975 cuando detuvieron a Fuentes Alarcón y Santucho? Se interesó por el caso. Tenía muchos contactos en Paraguay. Y tenía contactos chilenos. Uno de esos contactos era Arancibia Clavel.

También la trayectoria de Arancibia Clavel la podemos conocer de su propia voz. Este agente de inteligencia de la DINA fue detenido en 1978 en el marco del conflicto por el Canal de Beagle.

A cargo de su detención estuvo el Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal Argentina. El mismo departamento cuyo jefe, el Comisario Inspector Alberto Baldomero Obregón, hizo gala de las misiones de ese Departamento en la represión a ciudadanos extranjeros, particularmente a los chilenos y a la colaboración con el gobierno chileno en actividades represivas, en el documento SSF DAE “S” 5543, fechado en Buenos Aires, a 15 de septiembre de 1976, motivo por el cual solicitó recompensa para la planta del Departamento. Documento 36.

Uno de los nombrados en esa nómina, el principal Juan Bautista Pietra, intervino en la detención de Arancibia Clavel y fue responsable de tomarle declaraciones. Es decir, lo detuvo un organismo con trayectoria en la coordinación represiva.

Arancibia Clavel no tuvo problemas en relatar su trayectoria. De las declaraciones al momento de ser detenido, que forman parte de la causa seguida en Argentina por el atentado al General Prats y fueron incorporadas en este juicio, surge que Arancibia Clavel nació en 1944 en Punta Arenas, en el seno de una familia de tradición militar, con un padre oficial de la Armada chilena y diez hermanos, dos de los cuales, además de Arancibia Clavel, siguieron la carrera militar, llegando uno a general del Ejército y otro a vicealmirante.

Arancibia Clavel empezó el Liceo Naval para luego abandonarlo y comenzar la carrera de Ingeniería en la Universidad de Chile. A la par, participaba en grupos de extrema derecha que se organizaban para resistir el avance de la izquierda chilena a fines de la década del sesenta. Estuvo vinculado con el grupo del general Viaux, que entre otras cosas organizó el atentado que costó la vida al general en jefe del Ejército chileno, el militar constitucionalista René Schneider.

En octubre de 1970, en relación con ese atentado, fue detenido y luego puesto en libertad bajo fianza. Salió de Chile a Buenos Aires, en 1971, habiendo conseguido documentos falsos. Ya en Buenos Aires, adoptó una identidad falsa, utilizando el nombre de “Luis Felipe Harizmendi”.

Arancibia Clavel afirmó que, luego del golpe de Estado, había conseguido un puesto en la representación del Banco de Chile en Buenos Aires; y que durante un viaje a Chile entró en contacto con el entonces jefe de la DINA, Coronel Manuel Contreras, a quien ofreció ponerse a su servicio, para, “allegarle cualquier información que fuera requerida, dados los numerosos contactos con que contaba en nuestro país a nivel de organizaciones derechistas, miembros de prensa, etc.”.

En el mismo sentido, en una presentación posterior, del 05 de diciembre de 1978, afirmó que no recibió entrenamiento para estas actividades y que la idea de este tipo de tareas había sido suya. Y que su misión “era investigar la actividad de los grupos subversivos en Chile, Argentina, etc., como problema común que afligía a ambas naciones”.

Entre Rawson y Arancibia Clavel se estableció una fecunda relación, anterior a Cóndor, como puede seguirse de la lectura atenta de los memorándums de Arancibia Clavel. La primera referencia a esta relación aparece en una servilleta del bar Queen Bess de Buenos Aires, que forma parte de la documentación de Arancibia Clavel, que tiene anotada una fecha: 15 de agosto de 1975. Allí reza: “José Osvaldo Riveiro, Rawson [tachado], CI 3.247.814”. Documento 37.

Luego de esa reunión, el 27 de agosto de 1975, Arancibia Clavel informó a sus jefes en Santiago que sobre la JCR:

“La mayor información que se tiene sobre este organismo guerrillero fue entregada al coronel Podestá, Agregado militar en Paraguay, por el segundo jefe del SIE Argentino, Tte. Coronel Jorge Osvaldo Rawson. El citado oficial argentino viajará a Santiago por invitación del DINE, el martes 2 de septiembre, acompañado de su señora. Hará el viaje directo Asunción-Santiago. Mayor información solicitar a ALEX-VILA”. Documento 38.

Riveiro y Arancibia no se conocían bien todavía, Arancibia se equivocaba sobre el nivel de responsabilidad de Riveiro. Pero lo que importa es reponer cómo se produjo esa información sobre la JCR que tenía Riveiro y entregó a Podestá y que fue producida en los interrogatorios a Santucho y Fuentes.

Del análisis de la prueba se infiere que se conocía poco sobre la JCR antes de la detención de Fuentes y Santucho. Pero se estaba investigando.

En el Archivo del Terror obran dos informes enviados desde Argentina: uno de noviembre de 1974, producido por la Superintendencia de Seguridad Federal; y otro en el que si bien no figura la procedencia, por el formato puede afirmarse que es un informe de la SIDE y que por el análisis textual puede datarse en marzo o abril de 1975. Entre los elementos paratextuales del documento, en ambos informes aparecen señalados manuscritos, al margen, los apodos que usaban los interrogadores para referirse a Santucho y Fuentes: “Nene” y “Chacho”, lo que permite inferir que quien envía estos documentos le está señalando al remitente paraguayo que es información de su interés en relación con los detenidos. Documento 39. En el caso del informe de la SIDE, podemos ver que se trata de información muy general sobre las actividades de la JCR en Europa y en el anexo, se indica una serie de personas identificadas como parte de la JCR. Entre ellos se señala con nombre, apellido y alias a Amílcar Santucho. Documento 40a y Documento 40b.

Volviendo al principio, luego de su detención, Fuentes Alarcón y Amílcar Santucho fueron interrogados. Muchas veces. Con mucha saña. Sobre cuestiones cada vez más amplias, con un nivel de detalle cada vez más riguroso.

En el archivo del terror se conservaron los cuestionarios, a veces con respuesta, de los interrogatorios. Son numerosos. Una parte de esos cuestionarios fue aportada por el National Security Archive y otra parte por Federico Tatter. De la lectura del conjunto de los cuestionarios se observa que los paraguayos supieron desde un comienzo quién era Santucho y descubrieron rápidamente quien era Fuentes Alarcón. Y también se observa gradualmente una profusión de detalles en las preguntas que, a las claras, indica que fueron aportados por los argentinos. Hay, por ejemplo, un extenso cuestionario sobre la historia del PRT con detalles que no tendrían por qué interesar a los paraguayos. Documento 41.

A medida que va pasando el tiempo, los argentinos y los paraguayos van descubriendo la estructura y organización del MIR y del PRT, la localización de los dirigentes, teléfonos, locales, actividades económicas de las organizaciones, armamento, actividades en Europa, contactos internacionales. Los organismos de inteligencia logran descifrar las claves que utilizaban ambas organizaciones para sus contactos. Además, a medida que van procesando la información que logran extraer de la documentación que portaban los detenidos (libretas de direcciones, cartas, panfletos, notas en clave), la información se vuelve más detallada. Hay datos que se extraen de los interrogatorios, se envían a chequear a Buenos Aires y vuelve la respuesta.

Y detrás de todo esto, del ida y vuelta de información a través de la frontera, lo encontramos a Riveiro. Hay un documento en el que se puede ver el tipo de proximidad que tenía con Benito Guanes Serrano, el jefe de inteligencia del estado mayor de las Fuerzas Armadas paraguayas. El documento microfilmado R0046 F 1528, fechado en 18/06/1976 comienza dando cuenta de una conversación telefónica reciente entre “Osvaldo”, un alias de Riveiro, y “Benito” Guanes. Riveiro contesta algunos requerimientos de Benito. Le está contestando cosas que no quiso decirle por teléfono. Le avisa que le está enviando un interrogatorio para “el nene”, que según descifraron John Dinges y Carlos Osorio, era Fuentes Alarcón. Le promete que “en el primer viaje que realice te haré llegar la documentación que estoy reuniendo” sobre el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO) y la Fundación Ebert. También le remite una carta firmada por “David”, a “Ruy” sobre la detención de Fuentes Alarcón. Sabemos, según se ventiló en este debate, que “David” era Edgardo Enríquez, que por ese entonces se encontraba en Buenos Aires y que “Ruy” era Ruy Mauro Marini, el sociólogo brasileño miembro del MIR que por entonces se encontraba en Europa. Por último, en la fórmula de cierre, la frase “por hoy nada más”, da la idea de cercanía y continuidad. La nota finaliza con el envío de saludos a diversas personas. Documento 42.

Esos saludos develan la red de contactos de Riveiro en Paraguay. Veamos quienes eran: “El Jefe de Estado Mayor”, por entonces era Alejandro Fretes Dávalos, quien luego será un engranaje de Cóndor e informante de la embajada norteamericana en Paraguay sobre esos asuntos. Pastor Coronel era el jefe del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital, también luego vinculado con Operación Cóndor. “Ortiz” sería el cónsul paraguayo en Posadas Francisco Ortiz Téllez, muy activo, en la persecución a paraguayos exiliados en Argentina y parte confesa de Cóndor. En cuanto a la “Gente de la Marina”, por ese entonces el jefe era Lázaro Sosa, a quien veremos actuando luego durante el desarrollo de Cóndor, por ejemplo, en la entrega a oficiales argentinos de las víctimas detenidas en Paraguay Logoluso, Landi, Nell, Santana e Insaurralde, cuyas desapariciones se ventilan en este debate. “Hernán”, es el coronel Hernán Podestá, quien, como ya dijéramos, según Arancibia Clavel, había recibido de manos de Riveiro un informe sobre la JCR que remite a la jefatura de la DINA. “El Coronel Arrechea”, era el agregado militar argentino en Paraguay. “Galo, Pérez y Segovia”. Galo Escobar era jefe de la Guardia de Seguridad de Stroessner, Pérez y Segovia no lo hemos podido revelar.

Envía también saludos de parte de dos colegas suyos en Argentina, “Miguelito” y “Tito”. Probablemente el mismo “Tito” vuelve a aparecer en los documentos de Arancibia Clavel, de la época de los intercambios sobre los que venimos hablando: una nota manuscrita muy críptica, del 15 de agosto de 1975, que parece haber sido hecha por varias personas, en la que figuran Rawson y Tito. El documento reza “entrevista con Don Cayo para ubicar a Tito”. Don Cayo era Jorge Cayo, secretario del almirante Aldo Peyronell, jefe de la SIDE en ese momento. Documento 43.

Hay otra referencia que puede relacionarse con esto. Un año después, Riveiro, bajo el nombre de Rawson, viajó a Santiago de Chile con dos personas más. Entre la documentación de Arancibia Clavel hay copia de una factura de LAN Chile con fecha 03 de septiembre de 1976, por emisión de pasajes y en un documento, a continuación, en el que se listan sus nombres: “Jorge Osvaldo Rawson CI 3.247.814- Justo Diego GONZALEZ CI 2.265.230.- Félix Ramón Luna CI 7.579.623”. Justo Diego González y Félix Ramón Luna revistieron como Personal Civil de Inteligencia en el Batallón 601. Los números de documento de los tres corresponden a personas de sexo femenino. Documento 44.

Alguien más participó de esta red de coordinación temprana. Alguien que fue definido por John Dinges en su libro como “una especie de estación de inteligencia unipersonal cuyas fuentes en todo el Cono Sur eran la envidia de la CIA y de la Inteligencia militar norteamericana”. Se trata de Robert Scherrer, el agregado legal de la embajada norteamericana en Buenos Aires desde principios de la década de 1970.

El 06 de junio de 1975 emitió una carta, dirigida al director general de Investigaciones de Chile, General Ernesto Baeza Michaelsen y un cable dirigido a la central del FBI en Estados Unidos. En la primera, informaba sobre la detención de Fuentes Alarcón y Santucho y que el FBI iba a abrir una investigación en Estados Unidos, a partir de datos obtenidos de la documentación secuestrada a estas dos víctimas. En el cable al FBI, solicita que se instruya a las oficinas de Dallas, Nueva York y San Juan del FBI para que realicen una investigación en suelo norteamericano sobre esas personas. Documento 45. y Documento 46.

Finalmente, Fuentes Alarcón fue trasladado a Chile.

Dos días después de su traslado, tal como se aprecia en el documento microfilmado 00143F 0010 del archivo del terror del Paraguay, Manuel Contreras expresaba a Pastor Coronel que:

“Le hace llegar los más sinceros agradecimientos por la cooperación prestada para facilitar las gestiones relativas a la misión que debió cumplir mi personal en la hermana República del Paraguay, y estoy cierto que esta mutua cooperación continuará en forma siempre creciente para el logro de los objetivos comunes coincidentes de ambos servicios”. Documento 47.

En síntesis. Tenemos información para reconstruir una red de coordinación entre tres países, tendida para obtener e intercambiar información, a partir de la detención de dos “blancos rentables”, como los denominan los oficiales de inteligencia militar, que permitió a la DINA chilena, al Batallón de Inteligencia 601 de Argentina y a la Jefatura de Inteligencia del Ejército de Paraguay fortalecer relaciones que luego, en la etapa formal de estas relaciones, Cóndor, se verán multiplicadas y favorecidas.

Sobre estas relaciones volveremos más adelante, pero a modo de síntesis podemos decir que hacia mediados de 1975 estaban dadas las condiciones tanto a nivel de prácticas como en la consolidación de redes de cooperación, para que pudiera surgir Cóndor.

C) La Operación Cóndor

Estamos en condiciones, entonces, de adentrarnos en el estudio y análisis de la Operación Cóndor.

Antes de avanzar en la descripción de lo que fue la Operación Cóndor, es necesario realizar algunas observaciones sobre la documentación disponible.

En primer lugar, debe realizarse una distinción entre documentos producidos por las dictaduras latinoamericanas y documentos producidos por los organismos gubernamentales norteamericanos.

Los documentos latinoamericanos recuperados son remanentes burocráticos de las dictaduras. Son documentos producidos por agentes de los organismos represivos, de uso interno y de carácter secreto o reservado. Son manifestación de la necesidad burocrática de administración la represión y de comunicación con organismos similares para resolver cuestiones coyunturales. En este sentido, son documentos de gestión, producidos con la finalidad de administrar la represión a las víctimas. Y no son, en ningún sentido, documentos narrativos, no buscan informar lo que estaba sucediendo.

Los documentos latinoamericanos de gestión que hacen referencia explícita a Cóndor son pocos. Y ninguno hace referencia a Operación Cóndor, pero son utilizadas otras fórmulas que pueden considerarse como cercanas -Condorop, Sistema Cóndor, Organismo Cóndor, Reunión Cóndor, Cóndor a secas-. Son muchos más los que no hacen referencia a Operación Cóndor pero que dan cuenta de actividades de coordinación represiva cuando el marco Cóndor ya estuvo sólidamente instituido. Estos documentos, por su carácter, permiten certificar la existencia de Cóndor y echan luz sobre algunos aspectos de su funcionamiento.

Los documentos producidos por organismos gubernamentales estadounidenses, por el contrario, tenían otra función: construir un relato de lo que estaba sucediendo. También son documentos operativos, pero de otro estilo, en tanto tenían por finalidad una intervención sobre la realidad. Son documentos que, a medida que se fueron acumulando, conformaron una serie con relación interna entre ellos. Su elaboración respondió a tres necesidades que fueron emergiendo sucesivamente.

La primera de esas necesidades era expandir el conocimiento sobre el contexto de violación de los derechos humanos que preocupaba al Departamento de Estado. Especialmente, brindar información sobre situaciones en los que estaba en riesgo la vida de ciudadanos estadounidenses que residían en los países del Cono Sur, pero también buscaban información sobre las amenazas a la vida o violaciones de derechos de refugiados y asilados. Si inicialmente la información fue más dispersa, coyuntural y los esfuerzos fueron menores, la producción de conocimiento se profundizó con el cambio de administración en 1977 y el desarrollo de las políticas de defensa de los derechos humanos más dinámicas del presidente James Carter.

La segunda necesidad se vinculaba con la acción afirmativa del papel hegemónico de los Estados Unidos en la región, con el objeto de evitar que se formara un bloque geopolítico de poder en el Cono Sur.

Por último, los organismos gubernamentales estadounidenses necesitaban información para perseguir y castigar a los responsables del atentado del 21 de septiembre de 1976 que tuvo lugar en plena ciudad de Washington y costó la vida del ex canciller del gobierno de la Unidad Popular y dirigente demócrata cristiano Orlando Letelier y de su secretaria Ronnie Moffit.

En segundo lugar, una aclaración metodológica. Es un lugar común, como pudo apreciarse luego de la lectura de la bibliografía que se acumuló en el marco de este debate, la utilización del memorándum remitido por Robert Scherrer en el que describe a la Operación Cóndor para definirla. Creemos que definir a la Operación Cóndor a partir de ese documento es insuficiente. Para explicar por qué, debemos contextualizar el momento de descubrimiento de dicho documento.

De manera breve, hasta 1979 lo que hubo de investigación sobre coordinación represiva se debió a la tarea de denuncia de sobrevivientes de centros de detención, familiares de secuestrados, organizaciones políticas y movimientos de derechos humanos. Denunciaban la existencia de lazos de coordinación entre las dictaduras de la región, no pudiendo explicitar cuál era el contenido institucional de esos lazos. Su existencia se probaba porque había secuestrados, porque se había detectado que miembros de determinado operativo hablaban con el dialecto del países de origen de la víctima, por el tipo de interrogatorio al que eran sometidas las víctimas o por la identificación de determinados agentes. Pero los datos que podían aportar las víctimas eran de carácter superficial, en el sentido de que hablaban de los efectos, de la materialización de las relaciones de coordinación represiva, pero no de los procesos institucionales de las que dichas relaciones se derivaban.

Además, la existencia de una voluntad de coordinar la represión entre las dictaduras de la región tampoco era un secreto. En los periódicos de época, en los países de la región, pueden encontrarse declaraciones públicas de los militares en las que se explicita la necesidad de coordinación. Estas denuncias luego tuvieron eco en la prensa internacional, que tomó la tarea de investigarlas.

Tal como se desprende de la lectura del libro de Valentín Mahskin, Operación Cóndor, su rostro sangriento[6], el 4 de julio de 1976 el periodista Richard Gott publicó en el periódico británico The Guardian un artículo en el que insinuaba la existencia de una acción coordinada entre las dictaduras del Cono Sur para acabar con las organizaciones de izquierda de la región, aunque el tema no fue profundizado en ese momento.

La existencia de una “Operación Cóndor” como tal, se hizo pública tres años después, el 02 de agosto de 1979, cuando el periodista Jack Anderson publicó en el Washington Post un artículo titulado “El Cóndor, los criminales latinoamericanos” en el que denunciaba que los líderes de las dictaduras del Cono Sur habían creado una organización para el asesinato de enemigos comunes en regiones extranjeras. Anderson era un reconocido reportero gráfico y había sido el primero en denunciar la participación de empresas norteamericanas como la ITT en el golpe de Estado chileno. Anderson no citó en su artículo la fuente de información.

Pero se supo años después, tal como declaró John Dinges, que el origen de esta información fue un documento, titulado Chilbom, que había sido producido el 28 de septiembre de 1976 por el agregado legal de la embajada estadounidense en Buenos Aires y agente del Federal Bureau of Investigation (FBI) Robert Scherrer y que fue aportado en esta causa por el NSA. Documento 48.

Scherrer había elevado a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos un informe sobre el asesinato del político chileno Orlando Letelier y de su secretaria, Ronnie Moffit, ocurrido en Washington el 21 de septiembre de 1976, una semana antes. Tal como declaró John Dinges, quien conversó varias veces con Scherrer, su fuente era un coronel del Ejército Argentino, del área de inteligencia. El informe de Scherrer describía la organización y alcances de la Operación Cóndor y la vinculaba, aunque cautelosamente, con el atentado contra Letelier. El contenido del documento se mantuvo en secreto hasta que en 1981 fue publicado por Saul Landau y John Dinges, en el marco de una investigación sobre este atentado.

Vale la pena, por su importancia, citar este documento de manera extensa.

"Operación Cóndor" es el nombre en clave de un acuerdo de cooperación para recopilación, intercambio y almacenamiento de datos de inteligencia concernientes a los llamados "izquierdistas", comunistas y marxistas, establecido recientemente en cooperación entre los servicios de inteligencias de América del Sur para eliminar las actividades terroristas marxistas en el área. Adicionalmente, la "Operación Cóndor" mantiene operaciones conjuntas contra blancos terroristas en los países miembros de la "Operación Cóndor".

La tercera fase, la más confidencial de la "Operación Cóndor", incluye la formación de equipos especiales de los países miembros, preparados para trasladarse a cualquier parte del mundo, a países no miembros del acuerdo, para llevar a cabo sanciones y hasta asesinatos contra terroristas o partidarios de organizaciones terroristas de los países miembros de la "Operación Cóndor".

Por ejemplo, si en un país europeo se ha detectado a un terrorista o a un partidario de una organización terrorista de un país miembro de la "Operación Cóndor", un equipo especial de la "Operación Cóndor" sería enviado a localizar y reconocer el blanco.

Cuando la operación de vigilancia hubiera terminado, un segundo equipo de la "Operación Cóndor" viajaría a llevar a cabo la sanción real contra el blanco.

Equipos especiales, que habrían de usar documentación falsa de los países miembros de la "Operación Cóndor", podrían estar formados exclusivamente por individuos de una sola nación miembro o pueden estar compuestos por un grupo mixto proveniente de varios países miembro de la "Operación Cóndor".

Países europeos específicamente mencionados como posibles escenarios para la tercera fase de la "Operación Cóndor" fueron Francia y Portugal. Se ha organizado un equipo especial... [siguen tres líneas tachadas] que comenzó a prepararse para posibles acciones futuras bajo la tercera fase de la "Operación Cóndor".

[Siguen 3 líneas tachadas] coordinados localmente.

Cabe destacar que no hay información indicando que las sanciones bajo la tercera fase de la "Operación Cóndor" se hayan planeado para ser ejecutadas en territorio de los Estados Unidos. Sin embargo, no está más allá de la esfera de posibilidades que el asesinato reciente de Orlando Letelier en Washington DC pudiera haber sido realizado como una acción de la tercera fase de la "Operación Cóndor."

Como se señala anteriormente, la información disponible extraída de la fuente indicó que se puso énfasis particular en las acciones de esta tercera fase de la "Operación Cóndor" en Europa, específicamente en Francia y Portugal. Esta oficina permanecerá alerta ante cualquier información que indique que el asesinato de Orlando Letelier sería una acción de la "Operación Cóndor".

Debemos analizar ahora qué características tiene la definición de Operación Cóndor que aporta este documento.

Es un documento norteamericano, producido para elevar información de coyuntura sobre las características de Cóndor. Como se verá luego, todos los documentos norteamericanos tenían por finalidad la explicación de Cóndor para que los funcionarios de Estados Unidos pudieran intervenir.

Scherrer describió lo que era Cóndor en ese momento. La información presentaba una temporalidad ajustada al presente y no de largo plazo. No procuraba brindar una explicación histórica del objeto, ni analizar su composición interna o sus consecuencias sobre la realidad, más allá de los efectos sobre la realidad que se buscaban explicar por interés inmediato. En síntesis, la definición de Cóndor que aporta este documento es definición estática, una instantánea de la situación de este marco de coordinación represiva, a fines de septiembre de 1976.

En su libro Pinochet, los archivos secretos, Peter Kornbluh[7] indicó que este fue, por casi veinte años, el único documento conocido que daba cuenta de la existencia de esta coordinación. Este documento permitió nombrar, definir, y dar un cierto marco por primera vez, lo que estaba sucediendo con los desterrados que estaban desapareciendo en el Cono Sur.

Lo que queremos señalar con todo esto es que, con toda la información disponible hoy en día, no podemos partir del documento de Scherrer para definir la Operación Cóndor. Esto no quita que sea de utilidad para mostrar un momento en su evolución.

 C.1. La reunión de creación de Cóndor

Señores jueces: recapitulando lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que para fines de 1975 estaban dadas las condiciones para el surgimiento de la Operación Cóndor: la mayoría de los países de la región estaban bajo dictaduras de seguridad nacional que compartían premisas ideológicas o en un proceso hacia esa configuración, en el caso concreto de Argentina, o habían adaptado su dinámica como en el caso de Paraguay; existía un conjunto de prácticas en uso de coordinación, principalmente bilateral, entre los países de la región; existía una voluntad, un espíritu de época, entre los actores que participaban de las redes de coordinación, de ir más allá, de que la coordinación fuera mayor; y, puntualmente, la dictadura chilena había encarado un programa de lucha contra los opositores que ella misma había expulsado y que le estaban dificultando las cosas a nivel de las relaciones internacionales.

C.2. La reunión de Inteligencia Nacional en Santiago de Chile

En la década de 1990 comenzó a documentarse parte del entramado institucional de “Cóndor”, cuando en Chile y en Paraguay se encontraron la invitación y acta de cierre de la Primera Reunión de Inteligencia Nacional o Primera Reunión de Inteligencia Interamericana.

Una de las invitaciones que fueron cursadas por Manuel Contreras, director de la DINA chilena, se conservaron en el Archivo del Terror de Paraguay. La invitación, según reza el documento microfilmado en el “Archivo del Terror” 00022F 0154, fue entregada en octubre de 1975 en mano a Francisco Brites, jefe de la Policía de la Capital de Paraguay, por el agregado militar de la Embajada chilena en ese país y por el ex-subdirector de la DINA, Mario Jahn. Documento 49.

El jefe de Policía informó a su superior, sorprendido por esta situación, porque no había habido consulta previa al respecto por parte de la DINA y porque “la policía de la Capital no actúa a nivel nacional”. Sugirió, en este sentido, la designación del agregado militar de la Embajada de Paraguay en Chile como observador en dicha reunión de inteligencia. Documento 50.

Veremos que, finalmente, fue el propio jefe de inteligencia, Alejandro Fretes Dávalos, quien asistió. Esta persona como vimos antes, ya formaba parte de las redes de coordinación preexistentes.

La invitación incluyó una fundamentación, un programa de actividades y una propuesta de trabajo. Documento 51.

La fundamentación, acorde el lenguaje compartido de la Doctrina de Seguridad Nacional, cuyos aspectos más relevantes ya mencionamos, hacía referencia al hecho de que en su propagación continental, la “subversión”, no respetaba fronteras ni países. Inmediatamente, hacía referencia a la existencia de diferentes instancias organizativas de “la subversión”, que incluían tanto a la Junta Coordinadora Revolucionaria para el Sur (sic.), como a comités de solidaridad, congresos, tribunales, encuentros, festivales, conferencias, etc. Es decir, aquellas instancias que, por vías diversas, contestaban la actividad de las dictaduras. A continuación, se hacía un contrapunto con la situación de los países invitados a la reunión, que, desde la óptica del documento, estaban siendo atacados política, económica y militarmente y se encontraban, textualmente, “combatiendo solos o cuando más, con entendimientos bilaterales o simples acuerdos de caballeros”.

En los aspectos prácticos, el documento proponía la creación de una “Oficina de Seguridad y Coordinación”, con sede en Santiago de Chile, que no fuera un organismo con mando centralizado sino un espacio para la coordinación, con un banco de datos de personas, organizaciones y otras actividades “conectadas directa o indirectamente con la subversión”, “similar a lo que tiene la INTERPOL en París”. La formación de este banco de datos se realizaría por medio del intercambio de informaciones utilizando un sistema de comunicaciones rápidas y equipamiento tecnológico vigente en ese momento (máquinas de télex, medios de criptografía, teléfonos con inversores de voz, correos).

Los países que suscribieran, necesariamente de ideología antimarxista, serían miembros de pleno derecho y de conjunto podían decidir la incorporación de nuevos países.

La toma de decisiones que se proponía, y esto es muy importante, se realizaría en reuniones de trabajo bilaterales y multilaterales, periódicas o extraordinarias, según las circunstancias lo ameritaran.

La dirección del sistema sería rotativa, por elección y periódica.

El personal para la oficina central sería provisto por los países participantes y su personal técnico debía estar agregado a las diferentes embajadas en Chile y contar con inmunidad diplomática.

Se anexaban al documento dos gráficos, uno en el que se describía la estructura propuesta para el centro de coordinación y otro en el que se describían las mecánicas de consulta entre los países miembros y con otros no incluidos en el sistema.

Otro documento anexo daba cuenta de que la actividad fue programada como visita oficial. Se presentó un esquema de trabajo que constaba de: una apertura realizada por el jefe de la DINA, Manuel Contreras, en la cual expondría sobre la situación de la lucha contra la subversión en Chile y las líneas generales del proyecto que se convoca a discutir; dos sesiones de trabajo en las que cada uno de los participantes presentaría cuál era la situación de la subversión en su país y cómo se la combatía; otra sesión en la que se discutiría la necesidad de contar con un sistema de coordinación de seguridad y una propuesta sobre la estructura de ese sistema; dos sesiones más, donde se expondrían los medios, personal y costos de este sistema y se acordaría el modo en que los países afrontarían esos gastos; y una última en la que se leería y aprobaría el acta de clausura de la reunión.

Más allá de lo que se propuso en este programa, interesa saber qué fue lo que efectivamente se acordó en la reunión que se realizó en Santiago de Chile. El acta de cierre de dicha reunión, una copia de la cual resguarda el Archivo de la Memoria de Santiago de Chile y que fue aportado por esta Unidad durante el debate, da cuenta de ello. Documento 52.

Lo primero que se puede verificar en este documento es qué países participaron y quienes fueron los jefes de las delegaciones: Argentina, representada por el capitán de Navío Jorge Casas, en representación de la Secretaría de Informaciones del Estado, SIDE; Bolivia, representada por el mayor del Ejército Carlos Mena; Chile, representado por el coronel del Ejército Manuel Contreras, Director de Inteligencia Nacional; Uruguay, representado por José A Fons, jefe del Ejército; y Paraguay, representado por Benito Guanes Serrano, Coronel del Ejército, jefe de inteligencia del Estado Mayor de las FFAA. Se sabe además que participó en la reunión una delegación brasileña, en calidad de observadora.

Lo segundo es qué es lo que se acordó. En lo inmediato, se acordó: primero, iniciar contactos bilaterales o multilaterales “a voluntad de los respectivos países”, para el intercambio de información sobre la subversión. Debe resaltarse esta flexibilidad, es decir, que Cóndor se pone en funcionamiento y a disposición de los países como marco y cada país lo utiliza como quiere. Segundo, crear una oficina centralizadora de información. Tercero, buscar la normalización de encuentros de intercambio.

Luego, vendrían tres etapas de implementación del sistema.

En la primera etapa se sentaban las bases para el funcionamiento del sistema. En el acta de cierre se recomendaba:

  1. La creación de un directorio de agentes de inteligencia para solicitar antecedentes directamente,
  2. Que se diera instrucción a los organismos de seguridad para que dieran prioridad a los pedidos de información de las partes intervinientes en el convenio,
  3. Establecimiento de contactos urgentes cuando un individuo catalogado como peligroso fuera expulsado o se desplazara entre países,
  4. Uso de sistema criptográfico para las comunicaciones que se pondría a disposición de los países en los siguientes treinta días y que luego sería reemplazado por máquinas criptográficas,
  5. Unificación de sistema de fichas. Se desprende del documento que se hizo una propuesta y que las partes debían expedirse sobre el formato,
  6. Se recomendaba que se pusiera a disposición “del equipo técnico” los medios técnicos con la que contaba cada país “para completar lo que falte, aprovechar lo que hay y proponer nuevos elementos”, es decir que se buscaba una potenciación,
  7. Se habilitara en las embajadas la presencia de agentes de inteligencia para “enlaces directos y personales”,
  8. “recibir a las personas que estudiaron los temas teóricos del sistema referidos al banco de datos y transmisión de antecedentes”,
  9. El uso de otras agencias de inteligencia,
  10. Que se pusiera a disposición medios de difusión públicos,
  11. Y la fijación de la próxima conferencia en Chile, una semana antes de la reunión de comandantes en jefe de Ejércitos, lo que así efectivamente ocurrió.

En una segunda fase se debía:

  1. Evaluar los resultados y la factibilidad de puesta en marcha del sistema,
  2. Incrementar el sistema de comunicaciones y enlace para incrementar el intercambio de información,
  3. Estudiar la factibilidad del sistema de coordinación de inteligencia.

En la tercera fase se debía aprobar proyectos y otorgamiento de fondos.

Por último, se aclaró que otros países que desearan participar del sistema de coordinación represiva podrían hacerlo con la aprobación de la totalidad de los miembros. En la reunión se propuso, finalmente, un nombre para el sistema: “El presente organismo se denominará Cóndor, aprobado por unanimidad, conforme a la moción presentada por la delegación de Uruguay, en homenaje al país sede”.

Está claro que este documento nos está hablando solamente de los aspectos prácticos de la puesta en funcionamiento de la Operación Cóndor en lo que hace al intercambio de información. En estos documentos no quedó registro de su dimensión operativa, que es algo que si recogen los documentos norteamericanos y sobre lo que volveremos luego.

D) La puesta en funcionamiento de Cóndor

Los documentos recién referidos permiten establecer la voluntad de formación de Cóndor y sus aspectos principales.

Lo que sigue ahora es la búsqueda por comprobar que todo aquello que se propuso fue llevado a término. Como ya explicamos, siempre que sea posible elegimos ejemplificar con documentos producidos por las dictaduras de la región, que dan cuenta de las prácticas vinculadas con Cóndor.

D.1. Instalación de medios técnicos para establecer comunicaciones

Hay por lo menos dos documentos que refieren a la instalación de medios técnicos en relación con el intercambio de información.

El primero, el memorándum 104 de Arancibia Clavel, fechado en Buenos Aires el 03 de junio de 1976. Arancibia informa allí que:

“Mantuve una reunión con Osvaldo Rawson quien me informó que el SIE montó una línea directa con nuestra oficina, tal como lo ofreció MAMO en su oportunidad. Necesitan saber qué tipo de máquina de télex se usaría. RAWSON y dos técnicos de servicio irían a Chile después del 1, cuando termine la conferencia de Cancilleres de la OEA. Ruego responder este interrogante”. Documento 53.

Ya sabemos que Rawson es Riveiro, Teniente Coronel especializado en inteligencia; y que “Mamo” es Manuel Contreras, Jefe de la DINA. Este documento demuestra que dentro del marco Cóndor, se había establecido una línea de comunicación directa entre dos de los máximos organismos de inteligencia de los aparatos represivos de la región.

Luego, hay dos documentos que refieren a “Condortel”, según John Dinges, “una poderosa red de radio militar”.

El primero, un documento desclasificado de los Estados Unidos, que da cuenta de la incorporación de Ecuador a Cóndor a mediados de enero de 1978 como “Cóndor 7”. Es un documento de la CIA, cuyo título está testado, fechado en 14 de febrero de 1978, aportado por el NSA.

Allí se afirma que:

“Un oficial del Ejército argentino del arma de comunicaciones, el teniente coronel Luis Francisco Nigra, se encontraba en el Ministerio de Defensa instalando un terminal del sistema de comunicaciones Condortel. Que este terminal estaba en préstamo hasta que Ecuador invirtiera en sus propios equipos”. Documento 54.

Luis Francisco Nigra, que figura a Fs 99 del legajo de actuaciones reservadas de la SIDE de la causa Automotores Orletti, en un listado elaborado por el organismo, que indica que según la resolución 643/76, con vigencia entre el 20/08/1976 y el 20/12/1976, revestía como Jefe del departamento tecnológico, dependiente de la subsecretaría “C”. Si un técnico de la SIDE se encontraba instalando una terminal del sistema de comunicaciones de Cóndor en un país recién ingresado, necesariamente implica que ese sistema ya existía y lo tenían instalado los miembros anteriores.

Hay otra referencia a “CONDORTEL” como el canal de comunicaciones de Cóndor en un documento de la CIA del 12 agosto de 1976, titulado “Brasil en Cóndor”, en el que se establece que Brasil proveía a Cóndor de medios técnicos para su desarrollo. El documento dice:

“Mientras que Brasil ha adherido al acuerdo original entre Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Paraguay para cooperar en el intercambio de información sobre terrorismo y subversión, no ha decidido todavía participar en las acciones Cóndor en Europa, y limitaría su contribución por el momento a la provisión de equipamiento para Condortel, la red de comunicaciones establecida entre los países Cóndor”. Documento 55.

Hay otro registro más. Se trata de un cable del embajador de Paraguay Robert White, fechado en Asunción a 13 de agosto de 1978, titulado “Segunda reunión con el jefe de equipo en referencia al caso Letelier”. Esa reunión la sostuvo con Alejandro Fretes Dávalos, a quien ya nos referimos.

Entre otras cosas, Fretes Dávalos informó a White que los países seguían en contacto utilizando el sistema de comunicaciones de los Estados Unidos en la zona del Canal de Panamá, que cubría toda Latinoamérica. Este sistema de comunicaciones, prosiguió, era utilizado oficialmente por los oficiales estudiantes para llamar a sus hogares en Latinoamérica, pero en el período inmediatamente anterior había sido puesto a disposición de los países que luego fueron miembros de Cóndor, quienes mantenían la confidencialidad sobre el servicio de comunicaciones utilizando sistemas de codificaciones bilaterales. Documento 56.

También aparece mencionado CONDORTEL en un radiograma del Ministerio del Interior de Bolivia, reproducido en el libro de Gerardo Irusta Medrano[8], en el que se explica la reorganización de “Cóndor Bolivia” y se da cuenta de que el Teniente del Ejército Javier Helguero es el jefe de comunicaciones CONDORTEL. Documento 57.

Señores jueces: Estamos ante la evidencia de la existencia de una red de comunicaciones montada por los países miembros de Cóndor, evidencia que proviene de diferentes acervos. Hemos probado que CONDORTEL fue una red de comunicaciones con sede en el canal de Panamá, para el desarrollo de comunicaciones entre los miembros de la Operación Cóndor, que utilizaba sistemas de codificación bilaterales y fue nutrida técnicamente por Brasil.

Por otra parte, también se probó que se instalaron equipos de télex de acceso directo, como lo demuestra el Memorándum n° 104 de Arancibia, ya citado.

Resumiendo lo que vimos hasta aquí: en este juicio se probó que los países miembros de Cóndor concordaron instalar mecanismos y sistemas especiales de comunicación; y que efectivamente los instalaron.

D.2. Funcionamiento efectivo de los medios técnicos de comunicación para el intercambio de información

Debemos ahora examinar las pruebas que demuestran que efectivamente se produjo intercambio de información; y que ese intercambio de información tenía que ver con la persecución a los opositores exiliados y con actividades de coordinación represiva. Para eso mencionaremos documentos que revelan intercambio de información en los que aparece explícitamente mencionada la palabra “Cóndor”. Veremos que en esta práctica aparecen implicados todos los países.

Antes, una breve referencia aclaratoria, en relación con el nombre adoptado por cada país para las relaciones establecidas. John Dinges explica en su libro, y esto se corrobora con los documentos que se refieren a continuación, que: Cóndor 1 era Argentina; Cóndor 2 era Bolivia; Cóndor 3 era Chile; Cóndor 4 era Paraguay; Cóndor 5 era Uruguay; Cóndor 6 Bolivia; Cóndor 7 Ecuador y Cóndor 8 Perú.

En el caso de la participación de Bolivia, en el libro de Gerardo Irusta Medrano, aportado por el testigo Alfredo Boccia durante su declaración, en las páginas 391-392 se aprecian copias mimeográficas de radiogramas y télex del sistema Cóndor.

El primero, un radiograma fechado en La Paz a 05 de marzo de 1976, dirigido a “Santiago Chile” de “2” a “3”, donde debe leerse “Cóndor 2” y “Cóndor 3”, en el que se informa: “Referente a su radiograma de fecha 04-III-76, ciudadano chileno Tomás Alejandro Harbing fue repatriado en fecha 23-XII-75 vía Iberia con pasaporte N° 1750/120 extendido por consulado de su país”. Vemos que, además de probar el intercambio de información, aquí se cumple también la propuesta de dar aviso sobre el desplazamiento de personas entre países.

Luego, en la página siguiente, se reproduce un télex cifrado. En la cuarta línea figuran el emisor, que es URUSID, es decir, SID de Urugauy; y en la quinta, Min RX, que entendemos que es Ministerio de Relaciones Exteriores. Los operadores de las máquinas de télex eran “Efraín”, que era el emisor y quien lo recibía era “Rolando”.

A continuación, se reproduce el parte Nro. 02646 del 05 de febrero de 1977, de “Raúl” a “Julio2. Julio figura en el documento que se reproduce a continuación de este, en el que figura que “Julio” es el mayor del Ejército Juan Vacaflor. Luego sigue un texto cifrado.

El cuarto documento es el radiograma SIE N° 189/77, titulado “Reorganización Cóndor dos”, fechado en 25 de febrero de 1977, producido por el ministerio de interior de Bolivia y remitido a Uruguay. Es un documento en el que se transmite sobre la reorganización de Cóndor Bolivia. El documento textualmente dice:

“Hago conocer a usted reorganización de Cóndor “dos:

Jefe SIE Cóndor, alias “JULIO”, Mayor de Ejército Juan Vacaflor

Subjefe delegado de Cóndor, alias “NIVALDO”, Inspector Guido Benavides

Delegado Cóndor, alias “LEONARDO”, subcomisario Victor Barrenechea

Delegado Cóndor, alias “ANTONIO”, Capitán Ingeniero Ernesto León

Departamento Interno, alias “ANDRES”, Capitán de Ejército Jorge Rubin de Celio

Subversivo, alias “BRAULIO”, Subcomisario Damián Cuentas

Operativo, alias “DIEGO”, Melquiades Torrez

Acción Psicológica, alias “PETER”, Comisario Victor Valvian. Stop

Condortel: Jefe de Comunicaciones, alias “PEDRO”, Teniente de Ejército Javier Helguero; Subjefe de comunicaciones “MANUEL”, subcomisario Liber Nuñez.

Atte.”.

Otros dos radiogramas producidos por el Ministerio del Interior boliviano, que refieren a Cóndor, están incorporados en el legajo CONADEP 6338 de Walter Eduardo Oviedo Morales. Documento 59.

El primero, es el desciframiento que realiza el Ministerio del Interior boliviano de un télex que había sido emitido en Argentina. El radiograma con el mensaje descifrado está fechado en La Paz a 02 de agosto de 1977. El mensaje original, según se desprende de la lectura del documento, llevaba por título Argentina. SIE N° 306/77.- Sistema Cóndor (Cifrado). Su referencia era “orden Jefatura 1, oficio recibido de Eduardo Oviedo Morales de 15 de marzo de 1977”. El documento reza:

“Agradeceré proporcionarnos datos sobre paradero del ciudadano boliviano Eduardo Oviedo Morales de 22 años edad.- casado con ciudadana argentina Gabriela Castro, radicados en Ledezma, provincia de Jujuy, calle Florida N° 701.- Stop. Insinuamos darnos respuesta a la brevedad posible vista revestir importancia citada información. Atte.”.

Y en el mismo legajo CONADEP obra también la respuesta remitida a dicho télex. También es un radiograma del Ministerio del Interior de la República de Bolivia, numerado 22, del 03 de agosto de 1977 en el que se descifra el mensaje N° 9270/3996, de carácter urgente, enviado por “Adolfo” a “Julio”. El texto es el siguiente: “Cifrado Nro. 400/77 referente a su mensaje SIE nro. 306/77. Informo que investigaciones practicadas hasta el momento dan resultados negativos. Se continúa con la misma. Atentamente”.

Eduardo Oviedo Morales, de nacionalidad Boliviana, según consta según consta en su legajo CONADEP N° 6338, se encuentra desaparecido desde el 09 de marzo de 1976. Se había exiliado tras el golpe de Estado de Banzer en Bolivia. En Argentina estudiaba y trabajaba en la planta de Pepsi en Jujuy, donde tenía actividad gremial durante los años 1974-1975. Fue secuestrado en el Ingenio Ledesma. Las numeraciones de los radiogramas permiten dar una idea de la notable cantidad que se remitían.

En el caso de Uruguay, el testigo Álvaro Rico aportó durante su declaración un conjunto de copias mimeográficas de mensajes intercambiados entre “Cóndor 1” y Cóndor 5”, es decir, entre Argentina y Uruguay.

El primero, el parte N° T-02675/1383 del 09 de abril de 1976, de carácter secreto y muy urgente. Enviado de Cóndor 1 a Cóndor 5. Figura “texto descifrado”, lo cual significa que había sido enviado cifrado. El texto que se lee es: “Referente su parte nro. 143 solicito filiación del titular de la cédula 1.242.633, con fecha de nacimiento 1946, en Salto, ROU- Ratificar o rectificar la CD-ID N° 1116666 de VELANDO MANGO, Julián Luis e informar si los causantes son de interés para el servicio.” Figura debajo datos de quién transmitió, el “Agente 50134”, quién recibió, “Torres” y quien descifró, “Tte. Gómez”. Sabemos que Velando Mango, perteneciente al PS chileno, al tiempo fue expulsado de Argentina hacia Holanda. Documento 60.

 El segundo, el parte 02678/1386, fechado 09 de abril de 1976. De carácter confidencial y urgente. De Cóndor 1 a Cóndor 5. Figura “texto descifrado”. Se lee “Solicito filiación y antecedentes ideológicos de todo tipo de Raul Vicorto, calle Plaza Fabini Nro. 4648 de Montevideo ROU”. Nuevamente el transmisor es el agente 50134, el receptor es Torres y quien descifra es el Tte. Gómez. Documento 61.

Un tercer parte, N° J 02677/1385, también del 09 de abril de 1976, confidencial y muy urgente, de Cóndor 1 a Cóndor 5. Texto descifrado, “Solicito antecedentes ideológicos de Carlos María Ramírez, uruguayo, nacido el 10 de julio de 1955, soltero, hijo de Leoncio Ramírez y Zulema Ríos, entrado a nuestro país el 20 de enero de 1976. El causante está detenido.” Documento 62.

Nuevamente el transmisor es el agente 50134, el receptor es Torres y quien descifra es el Teniente Gómez. Este último parte no sólo comprueba la existencia de comunicación bajo el marco de Cóndor, sino que explícitamente comprueba que la información se requería sobre una persona apresada.

Un último cable, el parte N° H 02500/1229, del 31 de marzo de 1976, secreto muy urgente, De Cóndor 1 a Cóndor 5 y menciona: “Solicito filiación y antecedentes todo tipo e ideología política de FAGUNDEZ SOLIER, CI [ilegible] y VELANDO MANGO JULIAN [sic] Luis, CI N° 1119666, Montevideo." El transmisor cambia aquí, es el 52380 y el receptor es nuevamente Torres Quien descifra es nuevamente el Tte. Gómez. Documento 63.

En el caso de este último documento, tenemos también la respuesta de Cóndor 5 a Cóndor 1, esto es, de Uruguay a la Argentina.

El cable N° 0143 del 15 de marzo de 1976, bajo la clasificación de secreto muy urgente, de Cóndor 5 a Cóndor 1, está encabezado “3-9 URUSID”, es decir, SID Uruguay. Figura que es en referencia al parte 02500/1229, que es el que citamos inmediatamente antes. Es el envío de antecedentes en respuesta a la solicitud realizada. Dice:

Referente a Fagundez Solier, registramos a Fagundez Soliar, credencial cívica serie JBB N° 3022 Uruguayo, de 55 años de edad en 1976. Domiciliado en Peatonal y Cerdeña (Con Maldonado Punta Rieles) Año 1969. Ocupación carpintero de la construcción.

Afiliado al Partido Comunista con el Nro. 37632 ingreso 03/04/1969.

Referente a Velando Mango, Julián Luis: registramos los siguientes antecedentes. Cédula de Identidad 1.116.666 de Montevideo.

08 de mayo de 1965: Fue detenido por la policía por presunción de posible atentado a la sede “Alianza cultural Uruguay- Estados Unidos de América”, finca a la que le arrojaron piedras. El mencionado logró huir inicialmente, presentándose luego a la seccional para saber de sus compañeros.

En Montevideo trabajaba en la casa “COATES”, sita en la calle Sarandí entre treinta y tres y misiones, como aprendiz de mecánico y se domiciliaba en Santiago de Chile N° 941, Montevideo.” Documento 64.

Al pie del documento, figura que transmitió Torres y que recibió 52229. Algo destacable de este documento es que figura además “atento central, tengo dos partes para esa, lo cual prueba que para marzo de 1976 ya estaba funcionando una central de Cóndor.

Un último cable, N° 2678/1386 del 09 de abril de 1976, confidencial y urgente, de Cóndor 1 a Cóndor 5 indica “solicito filiación y antecedentes ideológicos de todo tipo de Raúl Vocorito calle Plaza Fabi Nro. 4648 de Montevideo, ROU. Transmitió 50134, Recibió Torres, Descifró Tte. Gómez”.

Como vimos, es notable la reiteración de nombres y códigos, aspectos que dan idea de continuidad y permanencia.

Estos documentos uruguayos, en sí mismos importantes, tienen una relevancia mayor aun al relacionarlos con la declaración de la testigo Claudia Bellingeri y la documentación que aporto.

Bellingeri afirmó que, con su equipo, relacionaron esta documentación uruguaya y documentos que resguarda la Comisión Provincial por la Memoria. Refirió la testigo, además, a un informe presentado por ella en la causa “Automotores Orletti”, en la cual explica la posibilidad de rastreo de documentación a partir de los agentes transmisores. En la página 4 del informe, fechado en La Plata en el mes de mayo de 2010, en el marco de la causa 1627, se explicó lo siguiente: “Como en otros peritajes similares, se seleccionaron palabras clave obtenidas mediante bibliografía o investigaciones judiciales y se procedió a su localización a través de los buscadores informáticos. Se pudo detectar que un número reducido de operadores de télex de la SIDE envió reiteradamente información de inteligencia a la DIPBA”. Y agregó luego que estos operadores de la SIDE transmitieron información de inteligencia en el marco de las acciones represivas y al interior de la llamada Comunidad Informativa”.

Bellingeri refirió que, junto con su equipo, realizaron búsquedas de documentación que permitiera establecer si el agente 50134, que aparece como transmisor de los documentos hallados en Uruguay, era un agente transmisor argentino.

Durante su declaración, Bellingeri exhibió el legajo de la DIPBA Mesa “DS” Varios 7955, caratulado: “Posible plan de sabotaje al “Mundial 78, en el que se informa sobre supuestos sabotajes y acciones armadas sobre objetivos claves vinculados con el Mundial de Fútbol del año 1978. Este documento permite confirmar que el agente 50134 era un agente de la SIDE. Y la lectura completa del legajo, permite además conocer que ese agente, aunque no se conozca su identidad, pertenecía a la División “C” del Departamento “4” perteneciente a la Dirección II, es decir, División “C” del Departamento de Contrainteligencia de la Dirección de Inteligencia Interior, de la Secretaría de Inteligencia del Estado, dirigida según la testigo por el Coronel Carlos Alberto Tepedino. Documento 65.

Luego, hay otro conjunto de notas, que dan cuenta del circuito interno de la información proveniente de la red Cóndor, que se referirá más adelante cuando analicemos el eslabonamiento de Cóndor en el interior de cada país.

En el caso de Paraguay, hay un télex recuperado del Archivo del Terror, microfilmado con el registro R00132 F2129.

Se trata de un télex fechado el 21 de abril de 1976, en el que “Cóndor 6”, esto es Bolivia, reenvía” un télex reservado y urgente, que había sido enviado de “Cóndor 1” a “Cóndor 4”, esto es, de Argentina a Paraguay.

“Ante un artículo aparecido en el diario 'El territorio' de la ciudad de Resistencia, provincia de Chaco, referente al accionar de un grupo subversivo en la república del Paraguay, ese habría sido descubierto mediante la detención del estudiante paraguayo residente en la ciudad de Corrientes, Carlos Guillermo Bragas Gadea. [ilegible] hace su presentación en forma espontánea el 09 abr 76 ante el comando de la Séptima Brigada, el ciudadano paraguayo Luis Gaidenstein Socolosky (Cedula de Identidad 390.320 de la Policía de Asunción-Paraguay), con el propósito de denunciar la existencia de documentación vinculada con el mencionado Bragas Gadea. Se solicita los antecedentes de los mencionados[9]. Documento 66.

Otro documento del mismo acervo, fue producido por el comando en jefe de las FFAA de la Nación de Paraguay, Estado Mayor General, II Departamento, fechado en Asunción al 06 de junio de 1976. Se trata del pedido de búsqueda 23/76, titulado “Supuesta incursión de una patrulla militar Mtz.” y lleva el nro. R 00021F 1522. A diferencia de los documentos anteriores, en este se ordena distribuir la información al sistema Cóndor. Documento 67.

En este documento se informaba que un grupo de militares argentinos de bajo rango, pertenecientes al Regimiento de Infantería de Monte 28 de Tartagal, Provincia de Salta, Argentina, se habían presentado ante un destacamento militar paraguayo e informado que estaban buscando un campo de guerrilleros paraguayos a cargo de “Neneco Silvera”, que se encontraba detenido en la provincia de Formosa, Argentina. El jefe del II Departamento del ESMAGENFA de Paraguay pedía entonces corroboración de esta información, datos sobre los supuestos guerrilleros y sobre la “unidad militar responsable por el trabajo de búsqueda y datos del jefe de la misma, con quien podría tomarse contacto para coordinar acciones”.

Un último documento aportado por Carlos Osorio, proveniente de los fondos del National Security Archive, es una traducción realizada por el FBI de un cable Cóndor entre Chile y Paraguay, del 17 de julio de 1976. Es un cable enviado por Manuel Contreras a la Jefatura 2 del ESMAGENFA de Paraguay, solicitando que se recibiera y aceptara el pedido que realizaría Alejandro Rivadaneira en su llegada a Asunción. Documento 68.

Aclaremos antes de seguir que Alejandro Rivadaneira era el nombre falso utilizado por Armando Fernández Larios, que fue hallado responsable, junto con Michael Townley, del atentado que costó la vida a Orlando Letelier y su secretaria Ronnie Moffit. En el informe se especifica que personal del FBI desencriptó un mensaje de la DINA, recibido en la Jefatura 2 del ESMAGENFA, que dice lo siguiente:

“Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación. Cuartel General. Para: Germán (D-2)

De: Guillermo (Subdirector de inteligencia exterior)

Numero Serial: V/500 X-S GH 17 1905 JUL1076, es decir, el 17 de julio a las 19:05hs.

Texto: Para avisar que mañana 18 o 19 de julio, estaría llegando a ese país desde Buenos Aires Alejandro Rivadaneira con compañía. El número de vuelo será enviado por Condor 1. Apreciaría asistencia en el desarrollo de la misión de acuerdo al pedido que realizará la persona arriba mencionada”.

En síntesis, en este apartado se ha dado prueba cabal de que todos los países enviaron y recibieron mensajes utilizando la red Cóndor; de los usos del sistema de comunicaciones: para intercambiar información sobre exiliados, y también para informar viajes vinculados con actividades de coordinación; de que la oficina central propuesta fue puesta en funcionamiento y de la estabilidad de los encargados de transmitir, recibir y descifrar los mensajes.

D.3. Realización de reuniones Cóndor

Pasaremos ahora a examinar otras actividades previstas para el funcionamiento de Cóndor.

Como vimos, en la invitación a la reunión fundacional de la Operación se propuso la realización de reuniones de trabajo bilaterales y multilaterales, periódicas o extraordinarias, según las circunstancias lo ameritaran. En este juicio también hay prueba que permite afirmar que este aspecto se concretó. Veamos entonces cuál es esa prueba, refiriéndonos primero a las reuniones multilaterales.

Ya mencionamos la realización de la reunión que dio lugar al nacimiento de Cóndor, realizada en Santiago entre los días 25 y 28 de noviembre de 1975. Además de la invitación, el programa y el acta de cierre de la reunión fundacional, hay otras dos formas de corroborar que esta reunión se realizó.

La primera surge de los dichos de John Dinges en esta audiencia, en tanto dio cuenta de una entrevista que realizó con José Fons, el jefe de la delegación uruguaya a la reunión fundacional de Cóndor. Durante la entrevista, Fons le explicó a Dinges cómo fue la reunión y sus objetivos y le informó que estaba claro que, desde el primer momento, estaban hablando de una organización para asesinar gente en el exterior de los países. Fons le destacó que los chilenos estaban muy interesados en esto: querían operar fuera del país y tenían como hacerlo.

También corrobora la realización de esta reunión los dichos de Mario Ernesto Jahn Barrera del 27 de agosto de 2003, en la causa Cóndor Chile, documento remitido por exhorto por la justicia chilena. En ese documento Jahn Barrera, que había sido subjefe exterior de la DINA, asentó que:

“Concurrí a fines de 1975 a entregar unas invitaciones para una conferencia de inteligencia se realizó en Chile a fines de 1975. En esa ocasión visité Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil” y que “sobre el tema particular de la “Operación Cóndor” u “Operación Cóndor” [sic] creo que se materializó cuando en Chile se hizo una reunión, invitando a los encargados de los organismos de seguridad de otros países del Cono Sur”.

En una intervención posterior, del 13 de octubre de 2003, agregó textualmente lo siguiente:

“Que las invitaciones iban firmadas por el director de inteligencia nacional, Coronel Contreras […] iban dirigidas a los jefes de inteligencia de los siguientes países: Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil. De la única persona cuyo nombre me puedo acordar es el de João Baptista Figueiredo, persona que conocía de un viaje anterior que hice a Brasil. Además, el señor Figueiredo con el tiempo fue elegido Presidente de Brasil.

En Paraguay las invitaciones eran dirigidas a dos autoridades: una proveniente del Ejército y otra de la policía. Si bien no recuerdo con precisión el nombre de estos funcionarios, me parece que el del Ejército era un señor cuyos nombres y apellido podrían ser Benito Guanes, de las demás autoridades a quien les llevé el sobre no recuerdo el nombre.

En relación con la autoridad boliviana, a quién iba dirigida la invitación no recuerdo, toda vez que apenas permanecí una noche en La Paz.

Debo hacer presente que esta comisión se me asignó por cinco días, por lo cual prácticamente pasé la mayor parte del tiempo volando y en los aeropuertos […]

En Paraguay y Brasil la invitación iba dirigida a una organización de inteligencia civil. Y en Argentina si sé que iba dirigida a la Dirección de inteligencia nacional Argentina, rama perteneciente a la presidencia de la República, según tengo entendido.

La conferencia se llevó a efecto, aunque no recuerdo en qué fecha exacta. Aunque puede haber sido en noviembre o diciembre de 1975. Yo solamente asistí a su inauguración, donde se efectuaron los discursos de rigor […] no recuerdo quién presidió la conferencia respecto a la cual se me interroga. Es posible que haya sido presidida por el General Pinochet o por alguno de los miembros de la Junta, dada la importancia que se quería otorgar a esta conferencia […]”.

Por otra parte, encontramos menciones que realizó Arancibia Clavel sobre la reunión y la participación argentina. Arancibia Clavel informaba, a fines de noviembre de 1975, que su contacto en el SIE Argentino, Osvaldo Riveiro (a.) Jorge Osvaldo Rawson, se sentía ofuscado por no haber sido consultado para la organización de “una reunión a realizarse en Santiago de elementos de inteligencia” y le había informado a Arancibia que había sido invitado un agente de la SIDE. Documento 69.

Quince días después, el 17 de noviembre de 1975, en el memorándum 69K, Arancibia Clavel informó de un viaje que su contacto del SIE realizaría a Santiago. En ese momento Riveiro, a la sazón, estaba por convertirse en principal responsable de la actividad contrainsurgente del Ejército en el interior del país, como ya se mencionó Documento 70.

Arancibia solicitaba que la DINA enmendase su error y lo invitara a la Primera Reunión Interamericana de Inteligencia, según el memorándum 69f del 31 de octubre de 1975. En el mismo memorándum informaba, además, que se había reunido con el segundo jefe de la SIDE argentina, quien confirmó el envío de personal de esta agencia a la reunión de inteligencia nacional a realizarse en Santiago. Documento 71.

El viaje de Ribeiro no se concretó por renuencia de la superioridad, por estar “sumamente molestos por la poca reciprocidad de NUESTRAS AGENCIAS (A y E) con respecto a ellos”, según el memorándum 75j, del 30 de noviembre de 1975. Documento 72.

Para explicar brevemente este conflicto, como ya vimos cuando explicamos el caso Santucho-Fuentes, la DINA venía coordinando con el Servicio de Inteligencia del Ejército de Argentina (SIE). Pero invitó a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a la reunión, que como también vimos, estaba bajo la órbita de la Armada. Y esto generó malestares. Rawson se quejó de que su organismo no fue invitado a la reunión. Advertimos así dos organismos de inteligencia, uno adscripto a la Armada y otro al Ejército, que estaban realizando las mismas actividades de manera paralela. Este conflicto se resolvió en febrero de 1976, cuando la jefatura de la SIDE pasó a la órbita del Ejército. Entonces, la jefatura de la SIDE dejó de estar a cargo de un marino y asumió un general del Ejército, que fue Otto Paladino, que en realidad había sido nombrado en diciembre de 1975. Paladino hasta ese momento había sido jefe del SIE, el Servicio de Inteligencia del Ejército. Al ser nombrado en al SIDE, ocupó su lugar el hasta entonces segundo jefe, Carlos Alberto Martínez. De esta manera, las dos jefaturas, que hasta ese momento habían estado en manos de fuerzas diferentes, pasan a estar ambas en la órbita del Ejército.

Volviendo a la cuestión de las reuniones, es posible reponer, especialmente por medio de documentos de origen norteamericanos, la realización de otras y parcialmente el contenido de las mismas.

En marzo de 1976 se realizó otra reunión en Asunción del Paraguay, según relató Arancibia Clavel en el memorándum 94 fechado en Buenos Aires a 15 de marzo de 1976, cuando se refirió a una “nueva reunión que se efectuará en Paraguay en algunos días más, sobre subversión y organismos de seguridad estatal.” Documento 73.

El informe semanal de la CIA N° 1396, del 02 de julio de 1976, relata la realización de una reunión en Santiago de Chile a comienzos de junio de ese año, en la que participaron representantes de inteligencia de Bolivia, Paraguay, Brasil, Chile y Argentina para establecer una base de datos de inteligencia computarizada. Documento 74. Y en esa misma reunión, Argentina, Chile y Uruguay acordaron actuar en París contra la Junta de Coordinación Revolucionaria y otras organizaciones “subversivas” de América Latina.

Esta reunión es corroborada por Nino Gavazzo en su libro Mi testimonio[10]. Allí afirma que participó en la “segunda conferencia del sistema Cóndor”, a la que asistió junto con el Coronel José Fons. Gavazzo dice haber asistido para asesorar.

Otra reunión de Cóndor se realizó en Buenos Aires entre el 13 y el 16 de diciembre de 1976, según un informe de la CIA del 18 de abril de 1977. En esta reunión, el punto principal de la agenda fue la planificación y discusión de operaciones de acción psicológica dirigidas contra grupos de izquierda radicalizados en varios países miembros. El informe agrega que la cuestión de las operaciones en Europa o Estados Unidos no fue abordada. En el mismo informe se sostiene que se había planificado otra reunión en marzo de 1977 en Asunción del Paraguay, cuya temática era “Técnicas de guerra psicológica contra terroristas y extremistas de izquierda” pero que se había suspendido porque los servicios de inteligencia de Paraguay y Argentina estaban abocados en acuerdos relacionados con el tercer congreso latinoamericano anticomunista que tendría lugar entre el 28 y 30 de marzo del mismo año. Documento 75.

Finalmente, en un memorándum enviado por Arancibia Clavel a la dirección de la DINA, en el memorándum 201X, fechado 20 de julio de 1978, se informa:

“Llamó la atención el diferente nivel (muy superior) que presentó la delegación chilena a la reunión Cóndor realizada en Buenos Aires, con respecto a las delegaciones peruanas y bolivianas. Este informe lo hizo presente el Coronel Saa, Comandante del Regimiento de Infantería N° 1 Patricios.” Documento 76.

Es decir que estamos aquí ante evidencia de que, primero, se realizaron reuniones multilaterales con cierta frecuencia. Segundo, que en cada una de esas reuniones hubo al menos un tópico especial de discusión: fundación de Cóndor, establecimiento de una base de datos computarizada u operaciones psicológicas. Hubo más, como las discusiones sobre la realización de operaciones conjuntas en el exterior a las que ya nos referimos. Tercero, que dentro de las FFAA las reuniones no eran tan secretas como suele decirse. Que el Coronel Teófilo Saa, jefe del área II de la Subzona Capital Federal y sucesor del imputado Humberto José Lobaiza, haya realizado las manifestaciones del tenor que comprueba el memo de Arancibia, permite afirmar que el conocimiento sobre la existencia de Cóndor bajaba por la cadena de mandos hasta quienes tenían a su cargo el control de un espacio geográfico determinado, es decir, al menos hasta la Jefatura de Área y de Sub-Área, circunstancia que deberá tenerse en cuenta al momento de examinar las responsabilidades de buena parte de los imputados de este juicio.

D.4. Ingreso y salida de países miembros

Como ya explicamos, en la reunión de Santiago de noviembre de 1975 se preveía la posible incorporación de otros países a este marco de coordinación represiva. En este juicio se ha probado que luego de esa reunión fundacional de Cóndor, se incorporaron por lo menos tres países más: Brasil, que había presenciado la reunión como observador, lo hizo a comienzos de 1976 y Ecuador y Perú lo hicieron en 1978.

Comencemos con Brasil. La documentación incorporada permite establecer no solamente su integración, sino además indica una evolución en esa integración.

Por ejemplo, un documento de 1976, que ya citamos, da cuenta de la incorporación de Brasil a mediados de ese año, en principio de manera limitada, participando de los intercambios de información y colaborando con la provisión de equipos técnicos para CONDORTEL.

En otro documento producido por el INR, el organismo de inteligencia del Departamento de Estado de los Estados Unidos, también de agosto de 1976, se realiza afirmaciones en el mismo sentido, refiriendo que Argentina, Uruguay y Chile estaban planificando operaciones en Europa, pero que éstas se habían detenido hasta que Brasil decidiera si se incorporaría en esas operaciones. Documento 77.

En el documento “Chilbom”, del 28 de septiembre de 1976, Robert Scherrer realiza una diferenciación en relación con la participación brasileña, pero no la restringe a la provisión de medios técnicos, sino que lo coloca como proveedor de inteligencia a la red Cóndor.

Este carácter diferenciado de Brasil, sin embargo, no aparece en el cable denominado “Operación Cóndor”, emitido por el Departamento de Estado el 24 de marzo de 1977, en donde aparece igualado con el resto de los países, lo que permite afirmar que para inicios de 1977 Brasil participaba como miembro pleno de Cóndor. Documento 78. En un documento del 22 de agosto de 1978, titulado “un paneo de la Operación Cóndor” (A brief look at Operation Condor), se realizan afirmaciones en el mismo sentido. Documento 79.

Por otro lado, las diferenciaciones que hacen los documentos entre el grado de integración de Brasil y el resto de los países muestra que esos otros países, esto es Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay, realizaban otro tipo de acciones adicionales y no limitaban sus respectivas participaciones a intercambios de información.

Como ya mencionamos, en 1978 se incorporaron a Cóndor Ecuador y Perú. Sobre la incorporación de Perú en Cóndor, aportamos un documento certificado que da cuenta del establecimiento de una sede de Cóndor en Perú. Se trata del documento producido por la Central Nacional de Inteligencia, codificado CNI (S) D.3 N° 201755 y titulado “Remite acta clausura primera reunión Interamericana de Inteligencia Nacional”, fechado en Santiago de Chile a 10 de abril de 1978. Este documento fue producido por la Central Nacional de Informaciones de Chile, y firmado por su jefe de Estado Mayor, Jerónimo Tapia Henríquez y en él se discuten los pasos a seguir para realizar enlaces con Perú, recientemente incorporado a Cóndor. Documento 80.

Tapia Henríquez informa al viceministro de Relaciones exteriores que, de acuerdo con el acta final de la reunión de inteligencia nacional de 1975, es decir, la reunión fundacional de Cóndor, se habilitaba a las representaciones diplomáticas del país miembro, y Tapia cita el acta de cierre de Cóndor, de contar con personal de inteligencia nacional en carácter de “agregados civiles”, “para enlaces directos y personales, plenamente acreditados ante los respectivos servicios”. Informa que ésa es la causa por la cual la CNI, de acuerdo con sus posibilidades materiales, designó agentes en las embajadas. Indica luego que el director de Inteligencia peruano había llamado telefónicamente para habilitar la presencia de un representante de la CNI en Lima. Esta información llegó a Chile también por medio de un consejero de la embajada peruana en ese país, que según el documento es “quien atiende los asuntos de Cóndor” y también “a través del Sistema Cóndor, vía Buenos Aires (Argentina), país que hace las veces de secretaría de la comunidad”.

La incorporación de Perú está acreditada, también, por medio de un documento desclasificado de los Estados Unidos, de fecha 22 de agosto de 1978, titulado “Un breve resumen sobre la Operación Cóndor”, que informa sobre la incorporación de Perú y Ecuador a Cóndor. Documento 81.

La incorporación de Ecuador se desprende además de otro documento del 14 de febrero de 1978, producido por la CIA y cuyo título está testado, en el que se afirma que Ecuador se incorporó con el nombre de “Cóndor 7” y se narra la organización interna de Cóndor Ecuador. Y también se hace referencia en ese documento a la instalación de los medios técnicos para establecer comunicaciones mediante el sistema CONDORTEL. Documento 82.

D.5. Eslabonamiento de Cóndor en el interior de los países

Todos los documentos hasta aquí referenciados dieron cuenta de los antecedentes que llevaron a la creación de Cóndor, el momento de su fundación y su puesta en funcionamiento a nivel regional.

El análisis de la documentación acumulada en esta causa también permitió encontrar pruebas sobre el modo en que Cóndor se eslabonó en el interior de cada uno de los países participantes.

Aquí hay que hacer referencia a dos niveles de eslabonamiento: un primer nivel, que refiere a una fracción de los organismos represivos puesta en función para gestionar, si se quiere, en un sentido más administrativo, la coordinación. Fueron organizadas de diferente manera en cada uno de los países y se insertaban en un segundo nivel, más amplio, que fueron las estructuras represivas de cada país.

A partir de la prueba disponible, vamos a referir la organización de estos sectores especializados de los organismos represivos en el primer nivel y más tarde, al momento de explicar cada una de las estructuras de los países, vamos a explicar cómo se insertan en el segundo nivel.

En el caso de Ecuador, un documento producido por la CIA sin título, del 14 de febrero de 1978, especifica la modalidad del eslabonamiento interior de los organismos represivos ecuatorianos en relación con la Operación Cóndor. A la Dirección General de Inteligencia le correspondía realizar reportes de su especialidad e intercambiar información con sus pares regionales. La Armada era responsable de las telecomunicaciones y, por último, a la Fuerza Aérea le correspondían las tareas de guerra psicológica. Documento 83.

En el caso de Bolivia, en un documento publicado por Gerardo Irusta que ya fue citado, se da cuenta de la organización de “Cóndor 2”. Así, se describe un núcleo compuesto por un jefe, un subjefe, varios delegados, personal operativo, personal de comunicaciones y una persona encargada de CONDORTEL. Los miembros de este equipo pertenecen tanto al Ejército como a la Policía, lo cual se deduce de los rangos referidos.

En el caso de Uruguay, no hay un documento descriptivo, pero puede apreciarse el eslabonamiento hacia el interior del aparato represivo a partir de la lectura un conjunto de documentos aportados por Álvaro Rico, que habían sido publicados en la Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos de Uruguay. Se trata de un conjunto de notas, que pueden dividirse en dos.

La primera es una nota con fecha del 16 de agosto de 1976 en la que figura la firma del Mayor Nino Gavazzo como “Jefe de CONDOROP” y en el membrete figura vinculado con el Servicio de Informaciones de Defensa, Departamento III – Planes- Operaciones- Enlaces. Documento 84.

La segunda es una nota manuscrita, con fecha 20 de diciembre de 1976, en la que el Jefe del Departamento I del SID, Teniente Coronel Werner Robello Rodríguez hizo constar la recepción de documentos provenientes de Departamento III del SID y los enviaba a su vez, por pedido del secretario del Interior, Dr. Amondarian, a través de “Ceibo 1”, a “Cóndor 1” vía Departamento III (capitán Arab). Documento 85.

La última es una nota interna con fecha 25 de octubre de 1978 en la cual Welner Robello Rodríguez, jefe del Departamento I de la SID envió a Alberto Gómez, jefe de la Sección Cóndor documentos adjuntos que podían ser de interés para esa sección. Documento 86.

Es decir, a partir de la lectura de estos documentos, es posible inferir que diferentes sectores de la SID uruguaya y el ministerio del interior, participan de la red de coordinación Cóndor.

Debe anotarse además, que el propio Gavazzo, en su libro Mi testimonio, publicado con el evidente propósito de contradecir la prueba con la que fue sentenciado y atacar a quienes lo acusaron y condenaron, sin embargo, asumió haber tenido un papel como responsable de Cóndor Uruguay, aunque pretende minimizar su actividad a los intercambios de información..

En el caso de Argentina está clara la participación de la SIDE y del SIE en este primer nivel y ya hemos explicado que en realidad estos organismos funcionaron bajo el mismo mando. Al tratar la estructura represiva argentina y las responsabilidades de los imputados ampliaremos la inserción de Cóndor en este aparato de poder, esto es, en el nivel posterior.

En el caso de Paraguay se cuenta con indicios de cómo se organizaba la estructura Cóndor. Del análisis de la documentación aportada por el Archivo del Terror y el NSA, surge que la D2 del ESMAGENFA era quien procesaba la información y establecía los intercambios. De la parte operativa se ocupaba la Policía de la Capital. También está clara la participación es de la Marina. A Lázaro Sosa, jefe de la Armada paraguaya se lo descubre como informante de la CIA según un documento aportado por Carlos Osorio, con el código de digitalización 0000887275. Documento 87. A Sosa se lo observa también, por ejemplo, en la entrega de Logoluso, Landi, Nell, Insaurralde y Santana, en un documento del “Archivo del Terror” fechado en 16/05/1977, titulado “Elevar Informe”, microfilmado con el código R097 F1165. Documento 88.

Entonces, lo que se observa es que cada uno de los países adoptó una forma de organización propia para participar en la Operación Cóndor, empleando las estructuras que ya tenía y adaptándolas a las necesidades de este marco de coordinación regional.

D.6. Uso de sedes diplomáticas y agentes agregados fuera del territorio

El sexto elemento que se corrobora, con las pruebas disponibles, sobre la puesta en funcionamiento de Cóndor es el uso de las sedes diplomáticas y la presencia permanente de agentes agregados militares y de inteligencia fuera de su territorio de origen.

Vamos a hacer referencia, en primer lugar, al papel de los agregados militares y civiles en el marco de Cóndor.

El caso chileno es el que presenta mayor cantidad de indicios para corroborar que este aspecto de Cóndor también fue puesto en funcionamiento. Recuérdese lo que ya señalamos acerca del surgimiento de la DINA: fue creada un año antes de la fundación de Cóndor, se trataba de un organismo represivo sin trayectoria previa, con un objetivo claro vinculado con la consolidación de Pinochet en el poder y fue organizándose sobre la marcha. De modo tal que su estructuración en el exterior es una construcción del momento en el que sucedieron los hechos que se ventilan en este debate.

En este contexto, la copiosa documentación secuestrada al agente de la DINA Arancibia Clavel, a la vez que ofrece un amplio panorama de los primeros años del desarrollo de la DINA, permite visualizar la estructura de los agentes de la DINA apostados en territorio argentino y que tenían entre sus responsabilidades la tarea de coordinar con los organismos represivos argentinos.

Mirando desde los documentos de Arancibia Clavel, la actividad de la DINA en Argentina se desplegó desde 1974, aunque en ese momento de manera informal. Era informal pero no clandestina, pues las actividades de Arancibia como representante de la DINA eran perfectamente conocidas por parte de las autoridades argentinas, como ya demostramos al mencionar los contactos que este agente tenía en nuestro país.

Desde marzo de 1975, las actividades de la DINA en Argentina se tornaron oficiales, tras la llegada de un agente de la DINA a la embajada. Este agente de la DINA, como se verá, viajó especialmente a cumplir funciones de enlace con la SIDE.

Para adentrarnos en esta cuestión, entonces, la estructura de la DINA en Argentina, desde marzo de 1975, se desplegó en tres niveles. El primer nivel, a partir de un agregado de la DINA en la embajada, con carácter oficial de agregado civil, cargo ejercido entre 1975 y 1977 por el coronel Víctor Hugo Barría Barría. El segundo nivel, a partir de un agente en comisión destacado dentro de la SIDE, cargo que al menos durante 1976 habría ocupado Christoph Willeke Flöel. El tercero, un agente clandestino pero no por eso ajeno a las redes de coordinación, Enrique Arancibia Clavel, condenado en Argentina por su participación en una asociación ilícita destinada a asesinar al general Carlos Prats. Como vimos, aquí el adjetivo “clandestino” no debe ser interpretado como desconocido para las fuerzas represivas locales, sino que es sinónimo de informalidad. Esos tres niveles de enlace tenían relación entre sí y los tres niveles respondían a la jefatura del departamento exterior de la DINA.

En relación con el agregado de la DINA a la Embajada chilena en Argentina, en el memorándum sin fecha N°3 de la colección Arancibia Clavel, titulado “acusa recibo de informes 8A y 9A”, la jefatura de la DINA Exterior informó a Arancibia Clavel de la llegada de Barría Barría a Buenos Aires de esta manera:

“Ha sido designado como delegado de Inteligencia Nacional en BAIRES en CRL. JUAN BARRIA BARRIA, ocupándose el puesto de consejero en nuestra embajada.

Este Oficial se encargará de los contactos oficiales con la embajada y Servicios de inteligencia.

Particularmente es un intercambio de funcionarios en este sentido, ya que aquí se encuentra un miembro del SIDE en la embajada argentina en contacto con nosotros.

El CRL BARRIA es un representante oficial y tu eres el jefe de información clandestino (es decir, informal).

Tus relaciones con el deben ser totalmente encubiertas. No te debes “quemar”.

Debes seguir trabajando de la misma forma que lo has hecho hasta ahora, hasta que BARRIA asuma su puesto, lo que será aproximadamente en marzo.” Documento 89.

Carlos Hernán Labarca Sanhueza, otro agente de la DINA destacado en Buenos Aires, explicó perfectamente esto en la causa Cóndor Chile, en el instrumento de fs. 1620 de la documentación remitida por exhorto que asentó su presentación. Allí, sostuvo ser suboficial retirado del Ejército. Agregó que en febrero o marzo de 1974 se creó la DINA y que él pasó a formar parte de este organismo. Textualmente se lee, además, lo siguiente:

“El 30 de octubre de 1974 me designaron en comisión de servicio a la embajada de nuestro país en Buenos Aires, Argentina, como escolta del agregado militar. En ese tiempo el agregado militar era el Coronel Osvaldo Hernández Pedreros. El embajador era don René Rojas Gadalmes.

No recuerdo con exactitud, pero en febrero o marzo de 1975 llega a la embajada el Coronel Víctor Hugo Barría Barría, a cumplir funciones como agregado civil de la DINA en Argentina. En ese momento recibí la orden de desempeñarme como secretario del Coronel Barría. De igual forma, en esa fecha comenzamos a depender del Departamento Exterior de la DINA [...]

En estas labores me correspondía mantener contacto con la SIDE argentina. Se solicitaban y entregaban antecedentes de personas, ya sea de chilenos que querían radicarse en Argentina o de argentinos que realizaban actividades en nuestro país. La información la manejaba el coronel Barría y me correspondía realizar trabajos como secretario y escribiente […]

En Argentina estuve hasta el 2 de abril de 1976. Regresé a Chile y en Buenos Aires permaneció el Coronel Barría y me reemplazó un suboficial de Ejército de apellido Urrea”.

La justicia chilena también remitió el documento que da cuenta de la presentación en la causa Cóndor Chile del funcionario de la DINA que reemplazó a Labarca Sanhueza en marzo de 1976. Se trata de Fredis Urrea Álvarez.

En esa presentación, del 5 de noviembre de 2003, se lee lo siguiente:

“A fines de febrero o los primeros días de marzo de 1975, me presenté en la Embajada de Chile en la ciudad de Buenos Aires-Argentina, con el agregado militar de la época, coronel de apellidos Hernández Pedreros, quien me dijo que tenía que presentarme con el agregado de la DINA en ese país, el coronel de Ejército Víctor Hugo Barría Barría, quien tenía el cargo de agregado civil, teniendo como función de enlace o depositario de información entre el Ejército y la policía argentina y Chile. […] Con relación a las veces que tuve que acompañar al Coronel Victor Hugo Barría en sus diligencias propias de su función, fue que lo acompañé al cuartel general de la policía o el Ejército Argentino ubicado en el centro de Buenos Aires. Presumo que en esta reunión participaron militares de alto grado, por cuanto él no tenía contacto con personal de menor graduación, siendo su misión de carácter importante”.

Hay un error en la fecha de llegada a Buenos Aires, que fue rectificado por Urrea Álvarez con posterioridad en su presentación del 18 de diciembre de 2003. La fecha del viaje fue en realidad en marzo de 1976 y su regreso a Santiago fue el 03 de mayo de 1977. En esa ocasión, acompañó su pasaporte para corroborar esa información.

Queda clara entonces cuál era la función de Barría Barría: era el contacto oficial de la DINA con los organismos represivos argentinos.

Arancibia Clavel, por su parte, también era agente de la DINA. Formalmente era empleado de la sede de Buenos Aires del Banco de Chile, pero de la documentación que se le secuestró, queda claro que cumplía funciones como espía y agente de inteligencia. Reiteramos que en el caso de Arancibia Clavel, la coordinación tenía carácter informal. También reiteramos que esa informalidad no lo dejaba fuera de las redes de coordinación con sus pares argentinos, redes que construyó con esmero. Es posible, a partir de la lectura de la documentación de Arancibia Clavel, periodizar sus contactos en tres etapas:

Entre abril de 1974 y agosto de 1975 hubo una primera etapa en la que Arancibia actuó como “jefe de informaciones clandestino” de la DINA, según se consigna en los documentos. Insistimos que aquí clandestino es sinónimo de informal. Sus tareas eran recopilar información, establecer contactos con grupos de extrema derecha y también con miembros de organismos de inteligencia, aunque la dirección de la DINA exterior, en Santiago, le reiteraba que debía mantenerse al margen de los “contactos oficiales”.

Martín Ciga Correa, el más nombrado de sus contactos en esta época, lo proveyó de información sobre exiliados chilenos en la Universidad de Buenos Aires. Más tarde, Ciga Correa fue contratado por la DINA para organizar junto con Arancibia la “Operación Colombo” con la que, como ya vimos, se quiso hacer pasar como muertos en Argentina a 119 desaparecidos chilenos, en un momento en que la estrategia represiva chilena pasaba de las detenciones en grandes campos de concentración y fusilamientos en masa, a los centros clandestinos y la desaparición de personas.

En esta época Arancibia se dedicaba, además, a recopilar información general sobre la coyuntura general argentina y sobre el Gobierno, los partidos políticos, organismos sindicales y corporativos, organizaciones armadas, grupos de extrema derecha, logias, Iglesia, Fuerzas Armadas. También realizaba labores de recopilación de información sobre exiliados chilenos en Argentina.

Otros contactos importantes de Arancibia en este período fueron el titular de la División de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, que tenía a su cargo el control de los refugiados en Argentina y el jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Entre agosto de 1975 y mayo de 1977 se desarrolló un segundo período de actividades de Arancibia en Buenos Aires. Fue una etapa más operativa, vinculada con las tareas en conjunto con el oficial del SIE José Osvaldo Riveiro (a) “Rawson”. Riveiro, como ya hemos visto, estuvo íntimamente vinculado con la trama de la Operación Cóndor.

Entre mayo de 1977 y el momento de su captura, en octubre de 1978 se desarrolló una última etapa. Ya hacía algún tiempo que, debido a la crisis de la DINA producto del atentado contra Letelier, Arancibia estaba siendo desatendido, pasando meses sin que recibiera respuestas a los memos enviados. Finalmente, se le reasignaron funciones. Sería el encargado de coordinar una red que debía recopilar información militar tradicional en el marco del conflicto por el Canal del Beagle.

Entonces, en el caso de Arancibia Clavel vemos que los círculos por los que se movió fueron amplios y vinculados a la Operación o Plan Cóndor.

La dirección de la DINA quería mantener las tareas de Arancibia Clavel y Barría Barría separadas pero, como se observa en la documentación, las redes tendían a cruzarse y los límites no estaban tan claros. Tanto fue así que la dirección exterior de la DINA debió realizar varias aclaraciones. Sobre esto versa el memorándum 019 de “Luis Gutierrez”, que como explicó el testigo Mario Castillo Bustamante, era el nombre que utilizaban todos los jefes de la DINA exterior. Documento 90.

Ambos agentes cooperaron en la participación en actividades represivas. Un ejemplo claro lo vemos en el siguiente documento Es un memo con membrete de la embajada de Chile, enviado por “Vicente”, que era el nombre de cobertura de Barría Barría, a “Luis Gutiérrez”, en el que se informa sobre la localización de Edgardo Enríquez en Buenos Aires. Es información suministrada por Arancibia Clavel, que el retransmite. Dice el documento:

“Luis Felipe Alemparte comunica antecedentes obtenidos del Cdte Jorge Osvaldo[O sea, Rawson]

Pollo Enríquez ubicado Buenos Aires se esperan novedades. Punto. Claudet sería Sotomayor, sujeto es RIP, enviar foto. Punto. Último procedimiento en nueve siete microfilm últimas instrucciones de la JCR aparecen involucrados Fuentealba y Leighton […]

Verificar quien tenía acceso a información del traslado del Trosko ya que en París se sabía coma aparece alguien de la agencia informando. Punto […]

Si no hay novedades caso Pollo Enríquez coma Comandante Jorge Osvaldo viajaría martes o miércoles próximo llevando material Punto[…]”. Documento 91.

Este documento es central a la hora de ver que todos los agentes de la DINA apostados en Argentina participaban de la red de coordinación represiva. Tanto Barría Barría como Arancibia Clavel están al tanto de la evolución de la persecución a Edgardo Enríquez, que finalmente será asesinado, víctima de las redes de Cóndor.

Pero la pregunta que sigue es: ¿Qué es lo que hacía cada uno de los agentes? La cuestión de la delimitación de funciones entre Arancibia y Barría vuelve a explicarse en el memorándum 019 de “Luis Gutiérrez”:

“Se ha indicado a Vicente que no debe tomar contacto con Osvaldo [es decir, Riveiro], y que debe compartimentar su trabajo con el tuyo. Esta última recomendación también debes observarla tú. Debe quedar claro que ambos trabajan redes diferentes y deben formarse redes distintas de informantes (Vicente debe quedarse con los contactos oficiales con los servicios amigos, con las autoridades, con los Jefes de Servicios Públicos amigos, con los Oficiales Superiores de las FFAA, con los miembros del cuerpo diplomático, etc., él debe ser la cara pública.)”. Documento 92.

A través del reparto de funciones entre Arancibia Clavel y Barría Barría puede verse cómo las relaciones con los organismos represivos van oficializándose y sistematizándose.

Uno de los contactos de Arancibia Clavel figura en los documentos como “Luis Saines”, aunque la forma correcta de escritura de su nombre es Luis Saniez. Según informó Arancibia en el memorándum 31 C del 18 de marzo de 1975:

“Este señor es Mayor del Ejército en retiro efectivo, está en la comisión de servicio del Estado Mayor Conjunto (ESMACO) en la jefatura 2 de Inteligencia, su jefe directo es el General Della Crocce. Perteneció al SIDE cuando estaba en actividad, solamente nos serviría de contacto directo con el ALMIRANTE PEYRONNEL, actual jefe del servicio. Está de acuerdo que la colaboración se haga de forma extraoficial, “sin embajadas”. Considera que los funcionarios del SIDE se han burocratizado y que todas las “pedidas” a nivel oficial no tienen la rapidez que deberían tener”. Documento 93.

Aunque el contacto con la SIDE originalmente lo estableció Arancibia Clavel, ese contacto pasó a atenderlo Barría tras su llegada, tal como figura en el documento titulado “Complemento del memorándum 35-C. Resultado segunda entrevista con Luis Sanies”, fechado en 08 de abril de 1975. Allí Arancibia afirmó: “Tal como lo informo en hojas anteriores en este memo, ayer me reuní por segunda vez con LUIS SANIES, esta vez lo acompañaba un funcionario del SIDE de nombre HORACIO STURLA que será en el futuro nuestro contacto de tipo oficial. STURLA es oficial del ejército.” Documento 94. Anotemos aquí que Sturla aparece mencionado en el legajo Mesa DS Varios N° 3743, sobre seguimientos realizados a una persona de nacionalidad chilena y a la Iglesia Luterana Unida, organismo auspiciado por ACNUR que daba refugio a exiliados y también a CAREF, como integrante de la SIDE, pero con otro nombre de pila, Arturo Sturla. Este documento muestra cuán fluidos son los contactos entre el nivel formal e informal de la Operación Cóndor.

En documentos posteriores (memorándum 36-C del 10 de abril de 1975 y Memorándum 40-C del 25 de abril de 1975), Arancibia Clavel especificó que el contacto con Luis Saines había quedado a cargo de Vicente. Documento 95 y Documento 96.

Un mes después, en el memorándum 42 del 06 de mayo de 1975 Arancibia Clavel se quejaba a sus jefes:

“Me he encontrado con Luis Sanies en la calle quien se quejó de haber roto el contacto con nosotros debido al silencio nuestro. Por lo cual y de acuerdo con Vicente he decidido continuarlo por mi lado, ya que este contacto afectaría las relaciones oficiales de Vicente. Para lo cual necesito documentación a nombre de Eugenio Diaz a la brevedad posible. El grupo de Sanies es un grupo operativo”. Documento 97.

Por otra parte, en el memorándum 46 E, del 30 de mayo de 1975, se consigna que “finalmente se tomó contacto con Luis Sanies y el Coronel Spinetto del SIDE, es el segundo del SIDE Interior, es decir, subversió[n]. Lo que les interesa era tener un contacto por si se tuviera que hacer cualquier operativo “no oficial”. Vicente quedó en contacto”. Documento 98. Aquí debe aclararse que en el marco de las actuaciones reservadas remitidas por la SIDE en el juicio sobre Orletti e incorporado a este debate, según la resolución 643/76, a fs. 98, Horacio Alberto Spinetto figura como Subdirector de Operaciones Informativas.

Es decir, nuevamente el contacto pasa a una esfera más informal. Esta idea de operativos “no oficiales” se ve modificada para fines de 1975. Para entonces, el contacto de los agentes de la DINA con la SIDE está afianzado y es cada vez más sistemático. Tanto es así que la SIDE es invitada a la reunión fundacional de Cóndor. Rawson, que responde al SIE y no a la SIDE, se queja a Arancibia Clavel por este motivo.

En el memorándum  69, sin fecha pero que corresponde a la segunda quincena de octubre de 1975, Arancibia comunicó: “He retomado contacto con OSVALDO RAWSON, quien me planteó su “malestar” al informarse que para una reunión a celebrarse en Santiago de elementos de inteligencia no fue consultado. Habría sido invitado un elemento del SIDE. Documento 99. Esta diferencia, como ya vimos, quedó zanjada cuando ambos organismos de inteligencia quedan al mando del Ejército.

Por último, existe información sobre la presencia de otro agente de la DINA agregado en Argentina, pero a la SIDE. Ese agente fue quien en 1977 asumiría el control del departamento exterior de la DINA, Cristoph Willikie Flöel. Según informó Labarca Sanhueza en la causa Cóndor Chile, “en 1976 el mayor Cristoph Willikie Flöel, fue agregado al Servicio de Inteligencia del Ejército Argentino (SIDE), en Buenos Aires, a fines de agilizar los trámites que se realizaban”.

Willikie no fue el único agente extranjero agregado a la SIDE. También se tiene noticias de la presencia de personal uruguayo agregado a la SIDE en el “Sumario de comando de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada”, incorporado en esta causa. Allí, se plasmaron las manifestaciones del entonces capitán Rodolfo Cabanillas, quien ante la justicia militar explicó que a fines de 1976 fue trasladado de destino, desde la SIDE hacia la Escuela Superior de Guerra y, por ese motivo, otros miembros de la SIDE le organizaron una despedida, en la que también se despidió a Otto Paladino, hasta entonces jefe de la SIDE y al mayor Calmón, que pasó de la OT 18 a la Escuela Superior de Guerra. Se le preguntó entonces quienes asistieron a la reunión, que se realizó en un restaurant de la costanera porteña. Enumeró a varios miembros de la SIDE, muchos de ellos condenados por este mismo tribunal por su actuación en Automotores Orletti. Y junto con ellos, mencionó que asistieron a la cena “oficiales del Ejército Uruguayo y chileno, que estaban en comisión en la SIDE”. Si bien no es posible afirmar quienes fueron los oficiales chilenos y uruguayos destacados en Buenos Aires y que asistieron a la cena, si sabemos que para esa fecha el imputado Manuel Cordero Piacentini y también Carlos Arab se encontraban destacados en Buenos Aires de manera permanente.

Lo anterior se desprende de los dichos del propio Cordero en un tribunal de honor solicitado por el imputado en el año 1978 y cuyas actuaciones se encuentran anexadas a su legajo personal militar. Allí, le fue preguntado a Cordero por el secuestro de una persona que conocía. Respondió, según reza a Fs 325 de su legajo, en su declaración ante el tribunal de honor fechada en Montevideo a 16 de agosto de 1978 que “eso sucedió en el año 1976, estando yo en el servicio de Información de Defensa y la persona era conocida mía […] yo en esa época estaba en la parte exterior del Servicio de Información de Defensa, es decir, venía muy poco a Montevideo. A Fs 335 de la misma declaración, se le preguntó cuánto tiempo estuvo en Buenos Aires, a lo que contestó que estuvo un año con el Capitán Arab, con quien tuvo conflictos, aunque se negó a explicar los motivos. Agregó que “él estaba con una misión allá, y medio que se me desaparecía, no cumplía las misiones para las cuales él había ido”. A Fs 336 agrega que durante su gestión en Buenos Aires importó para el SID autos Ford Falcón, que en el curso de esta declaración reconoce que se utilizaron en Montevideo para secuestrar personas. Se le preguntó luego en qué período estuvo en Buenos Aires, a lo que contestó “Yo iba y venía, yo era el delegado que estaba allá, yo quedaba allá”. Agrega luego que en enero de 1977 fue destinado a Paso de los Toros.

Sobre la presencia permanente de Arab en Buenos Aires también se puede referir la declaración de Julio Cesar Barboza Pla en el marco de este debate. Dijo el testigo que era sabido por todos que Arab estaba de manera permanente en Buenos Aires y que volvía cada quince días a Uruguay. Y refirió también la presencia permanente de un oficial de apellido Casa o Lacasa.

Otra vía para probar la presencia de agentes extranjeros comisionados en Argentina es el propio organigrama de la SIDE, que contemplaba dentro de su estructura una división de delegados extranjeros.

Da prueba de ello la resolución secreta 643/76 remitida en el juicio Orletti I e incorporada a este juicio: dentro de la subsecretaría “B” existe una “División de Reunión Exterior” y dentro de ella el “Departamento de Delegados” que cuenta con una “división de delegados propios” y una “división de delegados extranjeros”. La misma información se registra en una resolución posterior, la resolución secreta 855/76, que en su anexo 1 despliega la codificación del organigrama de la SIDE.

Y la SIDE, por su parte, también apostó personal en las embajadas de la región.

Por ejemplo, en Paraguay, según puede leerse en un informe del Departamento 2 del ESMAGENFA de Paraguay, en el que reza “El Cnel. (RE) Rivera, del SIDE, funcionario de la Embajada Argentina en nuestro país nos informó en agosto de 1975 que Montoneros había adquirido veinte millones de dólares en armamento y que intentarían pasarlos por nuestro país.” Documento 100.

También en Chile, como surge del documento ya citado titulado “acusa recibo de informes 8A y 9A”, enviado desde la jefatura de la DINA exterior a Arancibia Clavel, donde le comunican que, al igual que Barría Barría se instalaba en Buenos Aires, un agente de la SIDE se instalaba en Chile. Documento 101.

Los agregados militares también formaron parte de Cóndor. Dentro del esquema del primer nivel de funcionamiento de Cóndor se encuentran también los agregados militares. Como ya dijimos, las funciones de coordinación de los agregados militares son inherentes al cargo y anteriores a Cóndor. Lo que aquí interesa es la participación de los agregados militares en operativos contra los ciudadanos de sus respectivos países, es decir, en tanto se los observa participando de secuestros de exiliados de su misma nacionalidad.

Podemos ejemplificar lo anterior con una alusión a la declaración de Alfredo Boccia Paz. Tal como explicó el testigo, el equipo de informantes de la policía de Stroessner en el extranjero es anterior a Cóndor. Cónsules y agregados militares estaban obligados a informar las actividades de los exiliados. Pero a partir de Cóndor en los informes se aprecia una mayor sistematización y también mayor coordinación de los informantes de Stroessner con efectivos militares y policiales argentinos, empiezan a aparecer informes argentinos en el archivo, que era algo que antes no sucedía. Esto mismo ocurrió en toda la región.

Ya vimos los antecedentes, vamos a poner entonces ejemplos de actividades de agregados militares, posteriores a la fundación de la Operación Cóndor. Lo que se evidencia en este caso es la continuidad de colaboración.

Citemos ejemplos de las actividades de los agregados militares durante Cóndor.

D.6.1. Bolivia

Por ejemplo, hay evidencia del papel cumplido por los agregados militares bolivianos en la Operación Cóndor, según analizó Martín Sivak en su libro El asesinato de Juan José Torres. Banzer y el Mercosur de la muerte[11] y durante su declaración ante este tribunal.

En el capítulo 6, titulado “El cerebro”, analiza las actividades de Raúl Tejerina Barrientos, agregado militar en Buenos Aires de la dictadura de Hugo Banzer. Sivak refiere una entrevista realizada con una fuente del Ministerio del Interior Boliviano, calificada como altamente confiable, que le explicó cómo funcionaba. La fuente le dijo

“El Cóndor tenía tres niveles: el agregado militar, la participación de algunos diplomáticos y el contacto por télex. El agente Cóndor Boliviano en Buenos Aires era, sin duda, el agregado militar. Se comunicaba con el Comandante en Jefe del Ejército entre otros. Los sobres lacrados a los agregados militares los preparaba el coronel Rafael Loayza, jefe del servicio de inteligencia del Estado (SIE) y los mandaba por valija diplomática”.

Agregó luego, citando a otra fuente, que el papel del agregado militar era importante, además, sobre todo si el embajador no era un militar, porque el agregado militar “tenía vinculación directa con los mandos argentinos”

Afirmó Sivak por último, que en el caso boliviano los indicios apuntan a que el trabajo de los agregados militares consistía en intercambio de información y seguimientos a los extranjeros.

D.6.2. Chile

Lo mismo ocurre en el caso de Chile. El agregado militar chileno en Paraguay, Podestá, que vimos que realizaba tareas de coordinación represiva hacia 1974, vuelve a aparecer en un documento remitido por Rawson a Benito Guanes Serrano, microfilmado con el código 0046F 1528-1532, del 23 de junio de 1976, en el que remite información sobre actividades de paraguayos en Argentina. Rawson manda saludos a los miembros de la red de coordinación Cóndor en Paraguay, entre ellos a “Hernán”. Documento 102. La relación entre Rawson y Hernán queda al descubierto en un memo de Arancibia Clavel, con fecha del 27 de agosto de 1975, en el que refiere a la JCR: “La mayor información que se tiene sobre este organismo guerrillero fue entregada al coronel Podestá, Agregado militar en Paraguay, por el segundo jefe del SIE Argentino, Tte. Coronel Jorge Osvaldo Rawson.” Documento 103.

Otros documentos provenientes del Archivo del Terror demuestran que información producida en el marco de la represión local a extranjeros es remitida a los agregados militares. Por ejemplo, el ya citado documento 0021F 1522. Pedido de Búsqueda N° 23/76, que se difunde a los agregados militares de Paraguay y Argentina, y también a Cóndor 1, fechado en 06 de julio de 1976, sobre un grupo perteneciente al RIM 28 de Tartagal que se adentra en territorio paraguayo en la búsqueda de un campamento guerrillero. Documento 104. También el documento 0246F 0373, titulado “II reunión bilateral de inteligencia entre los ejércitos de Argentina y Paraguay”, fechado el 28 de junio de 1978, entre los puntos que se acuerdan figura “proseguir el enlace a través del agregado militar”. Documento 105.

Por otra parte, también se ha demostrado en este juicio la participación de personal diplomático en la Operación o Plan Cóndor.

El caso más resonado y mejor documentado es el de Francisco Ortiz Téllez, cónsul paraguayo en Posadas, Misiones. Varios testigos hicieron referencia a las actividades de esta persona. Fue contundente Federico Tatter, al relatar una entrevista sostenida con Ortiz Téllez en el marco de su tarea en la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Según Tatter, Ortiz Téllez afirmó, en relación con su participación en la Operación Cóndor, que si existió Cóndor él había sido un gorrión, que no había matado a nadie, simplemente recibía papeles y los enviaba. Su papel con Stroessner fue de nexo con las mayores jerarquías militares de la República Argentina. En relación con esto, Tatter agregó que, sin embargo, había visto un documento en el que Ortiz Téllez solicitaba antecedentes a organismos argentinos sobre un paraguayo radicado en El Dorado, Misiones, Argentina, para luego solicitar su detención. Agregó Tatter que Ortiz Téllez fue un “gran firmador” de documentos, y que como investigador de la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay, pudo acceder a muchos de estos documentos, +resguardados en el Archivo del Terror y la Cancillería paraguaya.

A las actividades operativas de Ortiz Téllez también se refirió Rogelio Goiburú, mencionando que este Cónsul había sido quien entregó dinero para la realización del operativo que terminó con el secuestro de su padre. Esto fue corroborado, además por Alfredo Boccia en su declaración, quien, al serle exhibido un documento reproducido en las páginas 282 y 283 de su libro Es mi informe, en el que Ortiz Téllez solicitaba la captura de Agustín Goiburú, confirmó su existencia en los llamados Archivos del Terror.

Además de estas declaraciones, fueron incorporadas al debate múltiples documentos del Archivo del Terror, que reflejan las actividades de Ortiz Téllez. Sólo citaremos dos: el primero es el documento microfilmado con el código R0050 F 2476, de fecha 1 de septiembre de 1977, en el que Ortiz Téllez remite al Ministro de Interior de Paraguay, Sabino Augusto Montanaro, información remitida por las “autoridades militares del Servicio de Inteligencia del Ejército” argentino sobre el “supuesto secuestro del extremista Agustín Goiburú, ocurrida en Febrero del 77 en la ciudad de Paraná (Provincia de Entre Ríos)”. Documento 106. El segundo es el del 2 de diciembre de 1977, remitido también al Ministro del Interior, que da cuenta de una reunión entre Ortiz Téllez, “el Jefe del Área Militar 232 de la Provincia de Misiones, Cnel. Carlos Humberto Caggiano Tedesco”. En esa reunión Caggiano Tedesco responde a un pedido de información sobre el Instituto de Cultura Popular, una organización que tenía actividades en la República Argentina. Documento 107.

También hay indicios sobre la participación del cónsul boliviano en la ciudad de La Plata en las actividades de Cóndor. Se trata de Eduardo Banzer Ojopi, primo del dictador Banzer. Martin Sivak, en su libro El asesinato de Juan José Torres, describe las actividades de persecución a los exiliados bolivianos organizadas desde este consulado.

En una mecánica similar, los cónsules de Chile, Uruguay y Bolivia operaron para impedir la salida del territorio argentino de figuras políticas que luego fueron víctimas de atentados o secuestros. Esta fue una práctica anterior a Cóndor, pero que tiene continuidad luego y se integra en la operativa.

En el caso del general Carlos Prats, en la sentencia por el juicio seguido contra Arancibia Clavel en Argentina por su asesinato, se relatan las acciones realizadas por la dictadura chilena para evitar su salida del país. Prats había ingresado a la Argentina con pasaporte diplomático, mientras que su mujer lo había hecho con cédula de identidad. Cuando comenzaron a recibir amenazas de muerte, intentaron solicitar pasaportes comunes para poder salir del país. La sentencia a la que estamos aludiendo menciona que hubo una negativa por parte del subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Chile, Claudio Collado, de emitir el pasaporte, indicando al Cónsul chileno en Buenos Aires, Álvaro Droguett, que la pareja debía permanecer en Buenos Aires.

Una mecánica similar se dio en el caso del secuestro y asesinato posterior de Zelmar Michelini. En la ficha sobre su secuestro y asesinato, de la Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en Uruguay (1973-198), se reproducen cables y otros documentos intercambiados entre el consulado de Buenos Aires y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay. Se observa un prolijo seguimiento de las actividades de Michelini que incluye reuniones periódicas de los funcionarios diplomáticos con el comisario Gattei, jefe del Departamento de Extranjería, que mantiene a los diplomáticos informados de las situaciones que atraviesa Michelini. Además, se observan también referencias a reuniones y pedidos a las autoridades argentinas, bajo el argumento de que Michelini violaba el asilo provisto por la República Argentina. Tanto fue así que las autoridades argentinas expresaron a los funcionarios uruguayos su negativa a concederle el asilo territorial que estaba solicitando. Unido a lo anterior, fue sistemática la negativa de la dictadura uruguaya de renovarle el pasaporte. En el mes de noviembre de 1975, finalmente, se le canceló el pasaporte. Lo mismo ocurrió con Héctor Gutiérrez Ruiz, asesinado con Michelini, y también con Enrique Erro. Se los condenó a permanecer en Buenos Aires, transformada en una “gran prisión” hacia mediados de la década del setenta.

Entonces, el personal de cada país destacado en los otros participó activamente en las actividades de coordinación represiva para perseguir a los opositores propios y colaborar con los ajenos. Hemos visto en este apartado que este personal podía ser civil, tal como generalmente ocurría con Embajadores y Cónsules y también personal civil o militar de inteligencia apostado en las embajadas o actuando como delegados en sede de los organismos de inteligencia. En el caso de los agregados militares, al surgir Cóndor, sus actividades se insertaron en este nuevo marco ilegal y se combinaron con otras prácticas. Y también hemos visto que incluso en el caso de personal que no había sido destacado oficialmente, como el de Arancibia Clavel, y que realizaba tareas de espionaje, se tejieron las redes de la Operación Cóndor

D.7. Aspectos operativos de Cóndor

Nos referiremos ahora a otros aspectos que se revelan de la documentación que se ha incorporado a este juicio y que permite demostrar acabadamente la operatividad de Cóndor. Además de la presencia permanente de personal perteneciente a los organismos represivos destacados en los países miembros de Cóndor y de la participación del personal diplomático con funciones en embajadas y consulados, el acta de cierre de la reunión fundacional preveía otro tipo de contacto cuando la urgencia del caso lo requería, como por ejemplo cuando se procedía a la detención de una persona requerida o considerada subversiva, o se advertía su desplazamiento de un país a otro. La documentación incorporada también prueba que ese tipo de contacto efectivamente se produjo. Pero no solamente eso. El contacto urgente, en la práctica y según se deduce de los documentos, fue más allá y se tradujo en que el país de origen de los detenidos enviaran cuestionarios para sus interrogatorios, viajaran a interrogar, participaran en secuestros y eventualmente participaran en la repatriación forzada de las víctimas.

Aquí, entonces, se observa una dimensión de Cóndor que no está explicitada en los documentos fundacionales pero que aparece relatada en los documentos norteamericanos.

Debemos recordar aquí lo que antes señalamos sobre los documentos norteamericanos: son narrativos, y generalmente se derivan de versiones recogidas por los agentes de campo a través de diversas fuentes. Son muy útiles para iluminar aspectos que, por el carácter secreto de las actividades represivas para con la comunidad, aparecen velados o son adrede ocultados en los documentos latinoamericanos.

Así, se puede valorar el documento producido por Robert Scherrer en septiembre de 1976. Si bien este documento busca explicar la formación de equipos para actuar fuera del Cono Sur, nos interesa otro aspecto señalado marginalmente: el carácter operativo de Cóndor. Es decir, Cóndor no fue solamente recolección de información y producción e intercambio de inteligencia más allá de las fronteras. Esa inteligencia tenía un objetivo específico, que era actuar sobre los enemigos construidos por las dictaduras para destruirlos. Este documento fue ya fue citado por nosotros y por las querellas, pero repitamos una parte de lo que decía Scherrer:

"Operación Cóndor" es el nombre en clave de un acuerdo de cooperación para recopilación, intercambio y almacenamiento de datos de inteligencia concerniente a los llamados "izquierdistas", comunistas y marxistas, establecido recientemente en cooperación entre los servicios de inteligencias de América del Sur para eliminar las actividades terroristas marxistas en el área. Adicionalmente, la "Operación Cóndor" mantiene operaciones conjuntas contra blancos terroristas en los países miembros de la "Operación Cóndor".

Ya sabemos a estas alturas, de que se tratan estas “operaciones conjuntas”, ese eufemismo que esconde secuestros, traslados clandestinos, ejecuciones sumarias, y otras prácticas aberrantes. Lo que vamos a mostrar aquí es que este aspecto de Cóndor también está asentado en la documentación, poniendo atención en el tipo de prácticas desarrolladas en esas “operaciones conjuntas”.

Hemos visto ya un antecedente de Cóndor que muestra muchos de sus elementos en funcionamiento: el caso Alarcón Fuentes. Hemos visto también los mecanismos del intercambio de información: se instalaron medios técnicos como los télex, se desarrolló el Condortel como sistema de comunicaciones, vimos como los funcionarios de Cóndor transmitían los mensajes. Ahora bien, lo que debemos ver ahora es qué es lo que sucedía ante la detención de un extranjero.

En el caso del secuestro de Dora Marta Landi, Alejandro Logoluso y José Nell, de nacionalidad argentina y Nelson Santana y Gustavo Inzaurralde de nacionalidad uruguaya, detenidos el 29 de marzo de 1977, se observan los mecanismos de coordinación en el marco de estas “operaciones conjuntas”. Las características de sus desapariciones forzadas y traslado clandestino las trataremos luego. Aquí nos interesa examinar la coordinación durante el secuestro. Luego de detenerlos y torturarlos, los mantuvieron recluidos en Asunción. Y se activó el sistema de consulta que hizo que miembros de la SIDE argentina y del SID de Uruguay se interesen por el caso y se trasladen a Paraguay para efectuar interrogatorios conjuntos. Esta especie de junta se realizó los días 05 y 06 de abril, es decir, una semana después de la detención. El primer día asistió solamente el enviado uruguayo, que sabemos que fue el mayor Carlos Calcagno, condenado en Uruguay por su participación en este caso. Por Argentina, la lista de los interrogadores fue más nutrida: concurrieron el teniente Ángel Spada y el sargento Juan Carlos Camicha, personal del área 234 y dos miembros de la SIDE con los siguientes nombres de cobertura: José Montenegro y Alejandro Stada. Para esta reunión los mencionados agentes asistieron con materiales producidos por los servicios de sus países de origen. Recordemos que las cinco víctimas fueron luego trasladadas en avión por el Capitán Luis D’Imperio alias Abadala, miembro del Servicio de Información Naval; y que las cinco se encuentran desaparecidas. Documento 108.

Algo similar había ocurrido tras el secuestro de Patricio Biedma y Mario Espinoza Barahona. Según John Dinges en Operación Cóndor, una década de terrorismo internacional en el Cono Sur, Michael Townley, el asesino confeso de Prats y Letelier, viajó a la Argentina a interrogarlos el 12 de agosto de 1976. Esta información, según figura en las notas del libro, la obtuvo primero de manera oral de Robert Scherrer en una entrevista realizada en 1979 y la constató, con posterioridad con los datos del pasaporte falso de Townley a nombre de Kenneth Enyart. Entre la documentación remitida por exhorto por la justicia chilena, se encuentra un informe con los viajes de Townley bajo ese alias que permite corroborar esta información.

Entonces, acá tenemos la primera característica de las “operaciones conjuntas”: el viaje de miembros de los organismos represivos para realizar interrogatorios.

La segunda característica es el traslado clandestino de prisioneros. Y también existen instrumentos que comprueban esto. Uno de esos documentos ya fue citado por las querellas y nosotros lo analizaremos con mayor detalle más adelante: es el que da cuenta del traslado efectuado por D’Imperio de Insaurralde, Santana Escotto, Nell, Landi y Logoluso. Documento 109. Otro es, por ejemplo, el identificado como R0021 F1852, fechado en Asunción del Paraguay el 04 de diciembre de 1976, en el cual se informa que el 02 de diciembre había llegado desde el Regimiento 29 de Monte, en Formosa, el S2, es decir, el jefe de inteligencia de la área 234, que por indicación del jefe de su regimiento, cito, “traía en la valijera de su coche para su entrega al ciudadano paraguayo Domingo Rolón Centurión”. Documento 110. El documento sigue con datos sobre la detención de Rolón Centurión el 17 de octubre de 1976 y su vinculación con la OPM. Documento 111. En la audiencia, Domingo Rolón declaró sobre estos hechos. Confirmó su traslado en el baúl de un auto y refirió que al momento de su traslado le habían aplicado una tranquilizante.

Además y en relación con numerosas víctimas de nacionalidad uruguaya, en el juicio escuchamos múltiples relatos sobre traslados, el más claro de los cuales fue el llamado “primer vuelo”, traslado que también se encuentra documentado y que con mayores precisiones abordaremos con posterioridad.

Quisiéramos entonces sintetizar lo que hasta aquí expresamos.

La Operación Cóndor fue un andamiaje, construido en pos de la estandarización de las prácticas de coordinación represiva presentes en la región, con el claro objetivo de facilitar la destrucción de los opositores a las dictaduras, fueran individuos u organizaciones. Implicó la puesta a disposición, entre las dictaduras, de recursos humanos, materiales y técnicos. Esto, traducido a la práctica y como ya mencionamos, implicó que Cóndor sirvió para la especial, pero no privativa, persecución y búsqueda de aniquilamiento de los dirigentes; la caza a los cuadros medios y de base de las organizaciones; la búsqueda de la expropiación de sus recursos económicos; y el descrédito internacional de las organizaciones por medio de campañas de acción psicológica.

Cóndor tuvo una génesis y un desarrollo.

Su marco de desarrollo histórico fue el ciclo de dictaduras de seguridad nacional en el Cono Sur, las consecuentes oleadas de exilios políticos y los problemas internos y regionales que acarreaban las actividades de oposición a las dictaduras.

El conocimiento de Cóndor va desde las altas esferas, como pudimos ver en voz del propio Videla, pasando por los organismos de inteligencia -recuérdese todo lo dicho sobre Riveiro-, hasta al menos las jefaturas de áreas y sub-áreas, como en el caso del informe que Teófilo Saa brinda a Arancibia Clavel.

Fueron determinantes para surgimiento de Cóndor: la existencia de prácticas de coordinación previa; un espíritu de época que planteaba esa necesidad; un deseo entre los miembros de los organismos represivos; y la voluntad de Pinochet y Contreras de ser los primeros en proponerlo.

Las prácticas preexistentes fueron la firma de acuerdos para la llamada “lucha contra la subversión”, motivados por los desplazamientos de miembros de organizaciones opositoras entre los países; el intercambio de información, la repatriación forzada de detenidos y las operaciones psicológicas. Estos mecanismos se utilizaban desde antes, pero en el marco de Cóndor se amplificaron y sistematizaron. Cóndor puso estos mecanismos a disposición de todas las partes.

Más allá de estos antecedentes de largo plazo, el caso Fuentes Santucho constituyó un antecedente directamente anterior. Se trató de una una red de coordinación específica entre tres países, tendida para obtener e intercambiar información, a partir de la detención de dos “blancos rentables”, como los denominan los oficiales de inteligencia militar, que permitió a la DINA chilena, al Batallón de Inteligencia 601 de Argentina y a la Jefatura de Inteligencia del Ejército de Paraguay fortalecer relaciones que luego, en la etapa formal de estas relaciones, esto es en Cóndor, se verán multiplicadas y amplificadas.

Como ya explicamos, la mayoría de los países de la región estaban bajo dictaduras de seguridad nacional que compartían premisas ideológicas o en un proceso hacia esa configuración, en el caso concreto de Argentina, o habían adaptado su dinámica como en el caso de Paraguay. Existía un conjunto de prácticas en uso de coordinación principalmente bilateral, entre los países de la región. Existía una voluntad, un espíritu de época, entre los actores que participaban de las redes de coordinación, de ir más allá, de que la coordinación fuera mayor. Y, finalmente, la dictadura chilena había encarado un programa de lucha contra los opositores que ella misma había expulsado y que le estaban dificultando las cosas a nivel de las relaciones internacionales.

La reunión fundacional de Cóndor propuso una buena cantidad de objetivos a cumplir para darle corporeidad al marco. En esta parte del alegato pudimos mostrar cómo esos puntos se volvieron concretos, en cuanto a la instalación de medios técnicos de comunicación, funcionamiento de esos medios de comunicación, realización de reuniones bilaterales y multilaterales, ingreso y salida de países miembros, uso de sedes diplomáticas y agentes destacados en otros países y vimos también cuáles fueron las formas en que las redes de coordinación operaron con el marco de Cóndor

E) Definiciones de Cóndor

Señores jueces: Hemos dado cuenta de la creación de Cóndor y de su puesta en funcionamiento. Es momento ahora de pasar a analizar cuáles fueron las definiciones que se construyeron sobre la Operación Cóndor en este juicio.

Recién afirmamos tres cosas: que Cóndor fue un andamiaje, construido en pos de la estandarización de prácticas de coordinación represiva presentes en la región; que su objetivo fue facilitar la destrucción de los opositores a las dictaduras, fueran individuos u organizaciones; y que implicó la puesta a disposición, entre las dictaduras, de recursos humanos, materiales y técnicos.

Ahora, nuestro objetivo es valorar la prueba testimonial producida por los testigos expertos y de contexto, a los fines de dar mayor profundidad a esta definición. Vamos a analizar estas declaraciones mirando Cóndor desde un punto de vista global. Los elementos en los que nos detendremos aquí son el surgimiento y la crisis de Cóndor, su naturaleza, extensión y carácter general.

Dejamos de lado realizar un examen minucioso de un problema que recorre todos los testimonios y que fue abordado con detenimiento por las querellas, que es el carácter de la participación o relación de los Estados Unidos con Cóndor. Fundamentalmente porque sea como haya sido esa relación, este no es un problema medular en este juicio.

Señores jueces: Cóndor fue un producto de la relación entre las dictaduras del Cono Sur. Fue una creación voluntaria de quienes detentaban e integraban las estructuras de los aparatos de poder en la región. La relación entre esas estructuras sí es un problema trascendental de este juicio al que daremos respuesta.

E.1. Causas del surgimiento

Con esa aclaración, debemos decir que entre los testigos expertos existen diferentes puntos de vista sobre las causas que motivaron el surgimiento de la Operación Cóndor; y esto está íntimamente relacionado con la definición de “enemigo” que construyeron las dictaduras de seguridad nacional del Cono Sur. Ya hemos hecho referencia cómo se derivó esto de la Doctrina de Seguridad Nacional. Veamos entonces qué dijeron los testigos.

Stella Calloni afirmó que Cóndor surgió siendo una operación elitista, orientada a la desarticulación de opositores públicos y citó los nombres de los grandes estadistas que, para ella, fueron las víctimas de Cóndor: Prats, Letelier, Leighton, Altamirano, Monseñor Romero. Amplió luego explicando que esta operación se creó para eliminar a disidentes de izquierda, pero a aquellos que tuvieran un papel importante, ya sea personalidades o direcciones; y luego, que la “Operación Cóndor” tenía el trabajo específico de buscar, en distintos lugares, a los refugiados o a quienes se trasladaban de un país a otro. Es decir que, para Calloni, surgió como un plan elitista, pero luego fue ampliando sus horizontes, incluyendo además otros intereses, citando como ejemplo la persecución al PVP en Argentina, a la que atribuye intereses económicos, aunque sin precisar los fines de esos intereses.

John Dinges, por su parte, mostró puntos de acuerdo con Stella Calloni en cuanto a que los blancos originalmente eran las cúpulas, aunque en el caso de Dinges, no tanto los estadistas como sí los dirigentes de las organizaciones opositoras. Afirmó que esa es la explicación más simple. Sostuvo este argumento diciendo que la represión en Chile había tenido mucho éxito y que prácticamente no quedaban opositores en su interior. Y que por entonces la Argentina se había convertido, según sus palabras, en “el cuartel general de la extrema izquierda”. Entonces definió dos niveles de objetivos; el primero, desarticular a la JCR, pero también, un segundo nivel, que era eliminar las cabezas de la resistencia democrática y a los más influyentes dentro del movimiento de Derechos Humanos.

Una tercera posición puede verse en definiciones como las de Alfredo Boccia, quien argumentó que Cóndor estaba dirigida a la represión a los sectores políticos opositores a los regímenes que gobernaban en la década del 70 en Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia, específicamente los exiliados. Agregó que el exilio fue el motivo principal de la existencia del “Cóndor”. Boccia sostuvo que para 1975 la dictadura chilena ya había acabado prácticamente con la resistencia y que buena parte de ella se había exiliado en Argentina o Uruguay. Lo mismo pasaba con los Tupamaros e izquierdistas uruguayos, que se habían exiliado en Argentina y Paraguay. Para Boccia el “enemigo interno” estaba, entonces, fuera de la frontera del país y era necesario coordinar acciones para que estuvieran al alcance de la represión. Esto explica que en algunos países Cóndor fuera más intenso que en otros, porque había más exiliados en ellos. Así, expresó que Brasil tuvo poco movimiento y que Paraguay era un lugar de paso, por lo que se hicieron varios operativos sobre argentinos, uruguayos y chilenos.

Y una cuarta, tal vez la más amplia, surge del testimonio de Carlos Osorio. El testigo hizo hincapié en la categoría “subversivo” y dio a entender que si el objetivo pretendido de Cóndor era descabezar a la JCR, luego el blanco se fue ampliando, para incluir “a los simpatizantes, a la disidencia no violenta de izquierda y centro izquierda.”

Luego de apreciar estas definiciones a la luz de la prueba acumulada y tras analizar en profundizar los casos de crímenes de lesa humanidad de los que fueron objeto las víctimas de este juicio, concluimos que todas estas definiciones están representadas entre los casos.

Señores jueces: En este juicio se probó que los miembros de las organizaciones que integraban la JCR fueron un blanco explícito de la represión, como también fueron blancos específicos ciertas personalidades destacadas, como Leighton, Letelier, Gutiérrez Ruiz y Michellini. Pero la utilización de Cóndor no se limitó a eso. Cóndor se utilizó como marco para perseguir a opositores de un abanico de ideologías políticas muy amplio y sin distinción de jerarquías.

E.2. Naturaleza

Existe también divergencia en cuanto a la naturaleza de Cóndor.

Para Dinges, se trató de un aparato de acción conjunta que surgió por acuerdo entre Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, al que luego se incorporó Brasil. El carácter operativo de Cóndor lo derivó de una entrevista realizada con el coronel José Fons, representante por Uruguay en la reunión fundacional de Cóndor, quien sostuvo que desde el primer momento se habló de una organización para asesinar gente en el exterior de los países.

Por su parte, Boccia Paz concluyó que fue una “especie de cooperación internacional clandestina”, en la que los ejércitos del Cono Sur se pusieron de acuerdo para utilizar claves, intercambiar información, realizar control de personas y operativos conjuntos más allá de sus propias fronteras.

La definición brindada por Samuel Blixen es muy similar a la de Boccia Paz, al sostener que Cóndor fue una coordinación de intercambio de información, de personas y de actividades conjuntas represivas. Aunque a diferencia de Boccia Paz, para Blixen, el pasaje a la faceta operativa fue escalonado: primero se creó con fines de intercambio de información y luego derivó en un acuerdo para actividades operativas.

Por su parte, la definición de Calloni es más restringida, en tanto para ella Cóndor fue una acción típica de la contrainsurgencia, basada en un modelo estadounidense y que tenía como base la ilegalidad absoluta en el traslado de personas. Y de la búsqueda del traslado deriva el resto de los elementos operativos: intercambio de información, requerimientos, etc.

Peter Kornbluh, por su parte, definió a Cóndor como la colaboración entre los servicios de inteligencia, la policía secreta y regímenes militares del Cono Sur, que empezó oficialmente con esa denominación en 1975 con una reunión en noviembre de ese año. Kornbluh refirió a dos facetas de la Operación Cóndor: un acuerdo sobre un sistema de comunicaciones y una colaboración transnacional entre los regímenes militares de secuestro, interrelación y eliminación. Estas actividades eran dirigidas contra la izquierda, los grupos militantes y los intelectuales civiles y políticos.

Por otro lado, para explicar la naturaleza de Cóndor, Carlos Osorio dijo que se ceñía a un documento ya citado por las querellas, llamado “la tercera guerra mundial en América del Sur”. Sostuvo que los países del Cono Sur, ante una pretendida situación subversiva e inestabilidad se juntaron en lo que también podía convertirse en un bloque político, que tenía como fin “erradicar la subversión”, frase según él que, en ese momento, significaba erradicar a la disidencia no violenta de izquierda y centro izquierda. Explicó Osorio que esos países fueron regímenes que coordinaron inteligencia de manera muy cercana, que operaron unos en territorio de otros y establecieron Cóndor para encontrar y matar a los terroristas de la JCR en sus propios países; y que tenían planes de extender el teatro de Operaciones a Europa.

Una última definición a la que queremos referirnos es la que se extrae de la Investigación Histórica sobre detenidos desaparecidos de Uruguay, en tanto expone claramente el punto de vista de los investigadores uruguayos. Dice este informe que la “Operación Cóndor” fue un sistema formal de coordinación represiva entre los países latinoamericanos que firmaron su acta de fundación, a los que se sumaron luego Perú y Ecuador, con un especial compromiso de Chile, Argentina y Uruguay.

Entonces, tenemos diferentes propuestas:

  1. aparato de acción conjunta,
  2. cooperación internacional clandestina entre ejércitos,
  3. coordinación de intercambio de información, de personas y de actividades conjuntas represivas que adquiere carácter represivo de manera escalonada,
  4. acción típica contrainsurgente para el traslado de personas entre fronteras,
  5. sistema formal de coordinación.

Señores jueces: En este juicio se probó que Cóndor fue un sistema formal de coordinación, que facilitó una cantidad de prácticas represivas. Fue un marco ilegal de cooperación clandestina entre ejércitos, fuerzas de seguridad y policiales de los respectivos gobiernos, conocido por sus integrantes que, como vimos, integraron esta asociación desde dentro de las estructuras propias de su función. No estuvo orientado únicamente al traslado de personas entre fronteras. Los casos analizados muestran otra dinámica de funcionamiento, más amplia y compleja.

E.3. Inicio

Pasemos ahora a la fecha de surgimiento de Cóndor. Todos los testigos señalaron como hito la reunión realizada en Santiago de Chile entre el 25 y 28 de noviembre de 1975. Pero en las declaraciones existieron divergencias sobre la implicancia de esa fecha.

Calloni señaló que antes de esa fecha debemos referirnos a “Pre Cóndor” y para ejemplificar menciona reuniones bilaterales y entrega de prisioneros.

Por su parte, John Dinges dijo que se pueden fechar dos extremos para dar cuenta del inicio de Cóndor. El primero fue el operativo desatado en relación con la detención de Fuentes Alarcón y Santucho en Asunción del Paraguay, a la que hicimos referencia en el punto anterior. Para Dinges, en ese momento ya se pueden ver funcionando todos los elementos de Cóndor. Y la segunda es la reunión fundacional de noviembre de Santiago.

Dinges discutió, por otra parte, la posición de Patrice McSherry cuyo libro Los estados depredadores fue incorporado al debate. McSherry amplía el marco temporal, al aceptar lo dicho en un documento sobre que ya en 1974 fue definida la coordinación transnacional.

Lo que Dinges argumenta, en contra de esta posición, es que en el mismo documento se afirma que lo que hubo antes de la reunión fundacional de Cóndor no fue extensivo ni efectivo. Y que si bien existía cooperación multilateral entre los ejércitos, no eran operaciones multilaterales para asesinar personas.

Para nosotros, la resolución de este punto de debate es sencilla: hay Cóndor desde que se decide y se rubrica su existencia.

Se invitó a militares especializados en inteligencia de diversos países a representarlos en una reunión multilateral, con el explícito propósito de diseñar algo nuevo, un marco de actuación regional y multilateral que antes no existía. Allí se resolvió crear una asociación criminal que ellos mismos titularon Cóndor. Desde entonces existió Cóndor.

Antes puede haber procesos con características similares, que muestran una tendencia a que se constituya Cóndor. La firma del acuerdo de fundación de Cóndor fue el cierre de una etapa genética y el paso a una etapa de mayor formalidad y amplitud, que abandonó la visión casuística y generalmente bilateral de la coordinación represiva para transformarla en algo multilateral y regional.

E.4. Fin de Cóndor

Por último, debemos referirnos a las referencias volcadas en el juicio sobre la finalización de Cóndor.

Samuel Blixen afirmó que sobrevivió aun en democracia. Reconoció que esta hipótesis no es demasiado aceptada en la Argentina, pero en el resto de los países de la región no hubo un desmontaje de las Fuerzas Armadas. Por lo que, aun estando en democracia, el aparato de inteligencia pervivió. Lo ejemplificó con el caso de Eugenio Berríos, químico de la DINA asesinado en Uruguay hace pocos años. Sostuvo el testigo que el Ejército Chileno tuvo la necesidad de sacarlo del país para que no diera información, que luego estuvieron en Uruguay casi un año y, para terminar de silenciarlo, sus propios guardianes lo mataron. Recordó que en virtud de ese asesinato hay un proceso en Chile.

En contraposición, Calloni afirmó que la finalización de Cóndor se produce en cada país y varía según la fecha de finalización de las dictaduras. Y que se banaliza “Cóndor” si se pretende extenderlo en el tiempo.

Kornbluh puso como límite el año 1980, porque después del atentado contra Letelier era muy difícil seguir con esas operaciones. Pero ese límite es para las operaciones represivas, aunque no para la colaboración, que, para Korbluh se extendió hasta comienzos de los 90 y el caso del secuestro, traslado y asesinato de Berríos es indicativo de ello.

Dinges, por su parte, fue más preciso. Afirmó que el último documento que se conoce que menciona a Cóndor es un documento paraguayo del año 1981, que dice que para esa época Cóndor funcionaba con operaciones de acción psicológica. Agregó que la “fase dos”, es decir, las operaciones dentro de los países que forman parte de Cóndor, se extendieron hasta más o menos el 79 pero que las operaciones en México, Brasil y Argentina de comienzos de los 80 pueden haber estado involucradas. En cuanto a la última de operación de la “fase tres”, es decir, de operaciones o intentos de operaciones en el exterior, es una operación en la que fueron argentinos, uruguayos y chilenos con la idea de matar gente en París y Lisboa, pero no se llevó adelante.

Dinges no refirió una fecha para esta última operación de la fase 3, pero se desprende de la documentación incorporada que se refiere a operaciones de fines de 1976. Es decir, Dinges no aventura una fecha, pero si da cuenta de los últimos indicios que establecen que la operatividad de Cóndor, al menos en sus aspectos mortíferos, se habría prolongado hasta comienzos de los 80.

Ya explicamos que no hay documentación que dé cuenta de una finalización expresa de Cóndor, pero que sí se aprecian indicios que determinados sucesos fueron llevando a la extinción de sus prácticas. Y vimos también que los testigos recién mencionados coinciden en que, al menos, Cóndor perduró hasta 1980. En relación con este punto, del conjunto análisis de la prueba incorporada al debate entendemos que se encuentra acreditada la existencia de Cóndor, al menos, hasta fines de 1980, como veremos de las pruebas que surgen de secuestros y desapariciones ocurridos ese año.

Una última cuestión. Esta asociación criminal fue titulada de diversas maneras: como Sistema Cóndor, como Operación Cóndor o como Plan Cóndor. Los testigos también hicieron referencias sobre este punto, discusión que tampoco abordaremos, más allá de advertir que el disenso parece estar orientado por el particular punto de vista adoptado por cada intérprete. Nosotros emplearemos esos nombres como sinónimos, porque a nuestro modo de ver lo que interesa es determinar su esencia y sus características distintivas, de manera objetiva, de acuerdo con la prueba del juicio. El Sistema, la Operación o el Plan Cóndor, o Cóndor a secas, fue un andamiaje construido para la estandarización de prácticas de coordinación represivas presentes en la región. Cóndor es sinónimo de coordinación represiva. Fue un marco de actuación formal, funcional a esas prácticas.

Hasta aquí expusimos los elementos que dan cuenta de su existencia, de sus características y de los principales puntos de interés para este debate.

Como ya avisamos, ahora pasaremos a describir la estructura del aparato represivo argentino y cómo Cóndor se insertó en él.

 

[1] Kornbluh, Peter, Pinochet: los archivos secretos, Barcelona, Crítica, 2013.

[2] John Dinges, Operación Cóndor: una década de terrorismo internacional en el Cono Sur, Ediciones B, Santiago de Chile, 2004.

[3] J. Patrice McSherry, Los Estados depredadores: la Operación Cóndor y la guerra encubierta en América Latina, Santiago de Chile, Lom Ediciones, 2009.

[4] Alejandro Carrió, Los crímenes del Cóndor: el caso Prats y la trama de conspiraciones entre los servicios de inteligencia del Cono Sur, Buenos Aires, Sudamericana, 2005.

[5] Martorell, Francisco, Operación Cóndor, el vuelo de la muerte: la coordinación represiva en el Cono Sur, Santiago de Chile, Lom Ediciones, 1999.

[6] Valentín Mahskin, Operación Cóndor, su rostro sangriento, Buenos Aires, Cartago, 1985.

[7] Peter Kornbluh, Pinochet…, Op. Cit.

[8] Gerardo Irusta Medrano, Espionaje y servicios secretos en Bolivia 1930-1980 , Todo Arte Servicio, La Paz, 1995.

[9] El transmisor y receptor del documento están ilegibles.

[10] José “Nino” Gavazzo, Mi testimonio. Montevideo, Artemisa, 2012.

[11] Martin Sivak, El asesinato de Juan José Torres. Banzer y el Mercosur de la muerte, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1997.