Víctimas de Paraguay

Juan Alberto Filártiga Martínez

Descripción del caso

Al momento de los hechos, Juan Alberto Filártiga Martínez tenía 45 años. De nacionalidad paraguaya, en el año 1947 y luego del intento revolucionario de ese año, migró a Argentina y se instaló en la provincia de Formosa, donde se desempeñó en distintos trabajos relacionados con la ganadería.  Luego de separarse de su esposa Delia Agüero, con quien tuvo 9 hijos, formó pareja con Bárbara Delicia Miranda, con quien tuvo un hijo, Juan Carlos.

Filártiga era miembro del Partido Comunista Paraguayo y muy amigo de otro de sus miembros, el capitán Américo Villagra, quien también se había exiliado a Argentina en 1947. Ambos fueron perseguidos en Formosa, Argentina, por la policía paraguaya, hasta que, en 1975, Villagra fue secuestrado en la ciudad de Clorinda y trasladado al Departamento de Investigaciones de Asunción, para luego desaparecer.

En el campo donde trabajaba, situado en la ciudad de Boca Pilagá, Filártiga defendió los derechos de sus compañeros para que recuperaran el manejo del ganado que pasaba por la zona desde Mojón de Fierro. Este proceder le generó conflictos con el terrateniente que tenía el control de la actividad ganadera en esa área.

Tal como se probó en el debate, además de Juan Alberto Filártiga, otros miembros de su familia fueron perseguidos en Paraguay por razones políticas. Joel Filártiga, su primo, estuvo detenido en reiteradas oportunidades y fue sometido a intensas sesiones de tortura que le dejaron graves secuelas. Asimismo, el hijo de Joel fue asesinado en Paraguay el 29 de marzo de 1976 a manos de la policía. Luego del asesinato de su sobrino, Juan Alberto Filártiga colaboró con su primo Joel en la investigación. Este hecho, tomó envergadura internacional y resultó ser objeto de la primera sentencia condenatoria contra el gobierno paraguayo en los años de dictadura.

 En este debate, quedó acreditado que el 29 de enero de 1978, Juan Alberto Filártiga Martínez fue privado ilegítimamente de su libertad en la casa de los padres de Bárbara Delicia Miranda, en el barrio de Caracolito de la ciudad de Formosa. Intervinieron en su detención el cabo Carlos Caballero y el sargento Primero Rafael Sánchez, ambos de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional 1, que vestidos de civil y bajo la excusa de poseer una orden de captura relacionada con un delito común, se lo llevaron a la Comisaría Primera de Formosa y luego lo entregaron a la Gendarmería, dependiente del Ejército Argentino.

El lugar donde fue secuestrado Filártiga, estaba comprendido en el Área militar 234, para ese entonces bajo el control del Coronel Luis Carlos Sullivan, dependiente a su vez de la Subzona 23 a cargo del General Eugenio Guañabens Perelló, dentro de la Zona de Defensa II, por entonces al mando del General Leopoldo Fortunato Galtieri.

A los pocos días de su detención, el hijo de la víctima, Carlos Alberto Filártiga y Bárbara Miranda hicieron gestiones en la comisaría primera. Allí, les dijeron que lo habían soltado en la misma noche que se lo llevaron. Sin embargo, a pesar de la información que obtuvieron en esa comisaría, pasaron los meses y Juan Alberto Filártiga no aparecía.

El 6 de mayo de 1978, Carlos Alberto presentó un habeas corpus a favor de su padre. En menos de un mes,  fue rechazado.

El hermano de la víctima, Juan Esteban, solicitó que se profundice la investigación, pero tampoco obtuvo ningún dato.

Del mismo modo, Joel Filártiga también denunció, sin suerte, lo ocurrido ante organismos de Derechos Humanos de Paraguay.

Luego de estas infructuosas gestiones, las fuerzas represivas que ya habían hecho desaparecer a Filártiga, intimidaron a sus familiares en Paraguay y en Argentina para asegurar su impunidad. Como consecuencia de ello, por miedo a lo que les podía ocurrir, por mucho tiempo sus allegados no intentaron averiguar nada más.  

Luego de derogadas las leyes de obediencia debida y punto final, en octubre del año 2003, el hijo de Juan Alberto Filártiga, Juan Carlos Miranda, presentó una denuncia en la fiscalía Federal N°2 de Formosa, para saber qué había pasado con el padre que le arrebataron cuando tenía apenas dos años de edad. Sin demasiado trámite, la causa en la que declaró como testigo el ex agente de la policía de Formosa Carlos Caballero, es decir, uno de los sindicados como responsable de su desaparición, fue archivada, hasta que fue remitida por incompetencia a la instrucción de la presente causa. Juan Alberto Filártiga continúa desaparecido.

 

Prueba

Los hechos antes descriptos fueron acreditados en este juicio por la valoración conjunta de diversos elementos.

En primer lugar, el primo de la víctima, Joel Filártiga contó acerca de los orígenes de Juan Alberto y de su exilio a Argentina. Asimismo, nos habló de la participación de su primo en el Partido Comunista Paraguayo y de la amistad que tenía con el Capitán Américo Villagra que, como surge de la documentación aportada por Judith Rolón en su declaración en el debate, fue víctima de la coordinación represiva de las fuerzas argentinas y paraguayas.

A su vez, en la audiencia de debate Joel Filártiga destacó la persecución que sufrió su primo en el exilio y que, en varias oportunidades, se enfrentó a la policía paraguaya que buscaba detenerlo. También nos habló de la persecución sufrida por él mismo y por su hijo; y de la relevancia internacional que tomó el asesinato de su hijo Joelito. Explicó asimismo, que actualmente está en silla de ruedas producto de los politraumatismos que le causaron las torturas impuestas por las fuerzas paraguayas. Estas circunstancias también se encuentran acreditadas, a través de la documentación del “Archivo del Terror” aportada por Judith Rolón el día de su declaración en el debate y por el libro Es mi informe[1].

Por otro lado, Juan Carlos Miranda detalló en el debate el trabajo desempeñado por su padre en Boca Pilagá y la enemistad que atravesó con el terrateniente del lugar por intentar reivindicar los derechos de sus compañeros.

En este sentido, en la causa “Miranda, Juan Carlos s/denuncia” se encuentra el acta donde se asentaron las manifestaciones de otro de los hijos de la víctima, Carlos Alberto Filártiga, referentes a que el perfil político de su padre lo llevó a discusiones enardecidas con gente de la sociedad de ese momento y con las fuerzas represivas argentinas, que lo tenían en la mira y constantemente le inventaban una causa para detenerlo.

En relación a ello, se encuentran incorporadas al juicio, las constancias del Prontuario de la Jefatura de Policía de la provincia de Formosa. Allí no sólo figuran las reiteradas órdenes de captura libradas en su contra, las detenciones que sufrió y los procesos que le fueron iniciados, sino que puede advertirse que luego de las detenciones se lo liberaba por falta de mérito; o directamente se lo sobreseía de forma definitiva.

En síntesis, todos los procesos fueron cerrados sin ningún tipo de pronunciamiento en su contra excepto el último, que pretende justificar su aprehensión y respecto del cual en el juicio se afirmó que estaba excarcelado.

Sobre las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que ocurrió el secuestro se pronunciaron Juan Carlos Miranda y su madre, Bárbara Delicia Miranda, ésta última en el marco de la causa “Miranda, Juan Carlos s/ denuncia”. Como complemento, contamos también con la presentación del habeas corpus interpuesto por Carlos Alberto Filártiga, obrante en el legajo CONADEP N°3009; con el Informe de la Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay y con el acta en la que se declara la ausencia por desaparición forzada de la víctima, en la que se establece como fecha presuntiva de desaparición, el 29 de enero de 1978.

Asimismo, la participación de los agentes de la policía provincial se encuentra acreditada por el relato de Juan Carlos Miranda, por el habeas corpus antes mencionado y por el informe de la Comisión de Verdad y Justicia paraguaya, que también da cuenta de tal información.

Resulta relevante también la forma en que fue conducido a la Comisaría, pues no fue esposado sino que acompañó a los dos policías caminando con tranquilidad e informando a los presentes que no había de qué preocuparse, seguro que no había ninguna razón que justificara su detención.

El cargo que desempeñaban al momento de los hechos el cabo Carlos Caballero y el sargento Primero Rafael Sánchez,  los policías que se lo llevaron, está probado por el informe del Departamento de Personal de la Policía de la provincia de Formosa, del 16 de mayo de 2007, incluido en la mencionada causa “Miranda”.

Por otro lado, de la declaración prestada por Bárbara Miranda en esa causa, se estableció que para la época del secuestro de su pareja, ella trabajaba en la casa de Rafael Sánchez, del que ya se decía que era torturador. Al producirse la desaparición de Filártiga, fue a preguntarle qué había sucedido, pero recién un año después le confesó que lo habían entregado a la Gendarmería.

Esa última información, la sostuvo también Juan Carlos Miranda en su denuncia presentada en 2003 en la fiscalía Federal N°1 de Formosa, y la ratificó el mismo testigo en la audiencia de debate.

A su vez, Joel Filártiga aseguró, que se encontró con un compañero de trabajo de su primo de apellido Zayas, que estuvo preso con él en una dependencia de la Gendarmería de Formosa.

En relación a las gestiones realizadas, escuchamos el testimonio de Juan Carlos Miranda y contamos también con el legajo CONADEP N°3009, donde se encuentra la presentación del habeas corpus interpuesto por Carlos Alberto Filártiga, que fue denegado y archivado.

En el mismo legajo se encuentra agregado el relato de la hija de la víctima, María Clotilde Filártiga, que expresaba de esta manera cómo el miedo extremo les impidió hacer más gestiones para saber de su padre. Cito sus palabras:

“imaginen ustedes lo que es la ciudad de Clorinda, donde no existen las garantías aún hoy, ubicada en ese tiempo: ciudad de frontera donde el río se cruza por puentecitos o a pie, donde matar a una persona y tirarla al río era cosa de todos los días y ni siquiera quedaban rastros de eso; y donde convivían nueve chicos, el mayor de 21 años y el menor de 4 años, de cómo mi madre trató y pidió por favor que mis hermanos no hablen y a pesar de ello mi hermano que en dos oportunidades presentó recurso de habeas corpus, fue perseguido y molestado en su domicilio por las noches desde un coche sin patente. O sea, se vivía absolutamente atemorizados y expuestos”

En esa ocasión también explicó que su tío Joel Filártiga intentó ir a Argentina a averiguar por su padre, pero las autoridades paraguayas se lo impidieron.

En este sentido, lo escuchamos en el juicio a Joel, que dijo además, que el padre de Juan Alberto, como tenía una familia numerosa a su cuidado en Paraguay, le pidió que no hiciera nada porque lo tenían amenazado.

Señores jueces: La persecución de que Juan Alberto Filártiga fue objeto tanto en su país como en la Argentina; su caracterización ideológica; las actividades emprendidas a favor de sus compañeros de trabajo y los enconos que tales actividades generaron; la particular forma en que fue aprehendido y el lugar en que ello aconteció; su posterior derivación hacia algún destacamento de la Gendarmería Argentina; su desaparición; la falta de toda respuesta por parte de las autoridades y, finalmente, el tipo de amenazas sufridas por amigos y familiares tanto en la Argentina como en Paraguay, idénticas a todas las escuchadas en este debate tendientes a mantener el sistemático ocultamiento operado en esa época por el terrorismo de Estado, son todos elementos que, conjugados armónicamente, permiten establecer con certeza que su desaparición se encuentra vinculada con el alegado propósito de combatir la subversión.

Por su privación ilegítima de la libertad, acusamos a Eugenio Guañabens Perelló.

 

[1] Alfredo Boccia Paz, Myrian Angélica González y Rosa Palau Aguilar, Es mi informe. Los archivos secretos de la policía de Stroessner, CDE, Asunción, 2006.