Imputados de Zona V. Subzona 52

Zona V. Subzona 52.

Para poder adentrarnos en el análisis de la responsabilidad que, en carácter de jefe del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181 y jefe del área de defensa 521, le cabe a Enrique Braulio Olea por los hechos que se le imputan, es necesario hacer antes una breve explicación de la estructura represiva en la que esa dependencia se encontraba inserta, de acuerdo a la división territorial existente para fines de 1976.

La Zona V quedó a cargo del Comando del V Cuerpo de Ejército con asiento en la ciudad de Bahía Blanca; y tuvo jurisdicción en el sur de la Provincia de Buenos Aires y toda la Patagonia, es decir, el territorio de las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Estuvieron a cargo de ese comando, entre 1976 y 1977, el general Osvaldo René Azpitarte y, entre diciembre de 1977 y octubre de 1979, el general José Antonio Vaquero.

La Zona V estuvo dividida en tres subzonas hasta 1980, año en el cual fue creada una cuarta, con asiento en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. Como solía suceder, el comando de la Subzona 51 quedó a cargo del segundo comandante del quinto cuerpo, y también tuvo su asiento en la ciudad de Bahía Blanca. El territorio a su cargo abarcaba el sur de la provincia de Buenos Aires, y el este de la provincia de Río Negro. La Subzona 52 quedó a cargo de la VI Brigada de Infantería de Montaña con asiento en la ciudad de Neuquén, y su jurisdicción abarcó el oeste de la provincia de Río Negro y toda la provincia de Neuquén. A la Brigada de Infantería IX con asiento en la ciudad de Comodoro Rivadavia le fue asignada el comando de la Subzona 53, a la que le correspondía el territorio de las actuales provincias de Chubut, Sana Cruz y Tierra del fuego. Bajo dependencia operacional de cada una de las subzonas actuaron, respectivamente, los Destacamentos de Inteligencia 181, 182 y 183.

El área que estuvo a cargo del imputado Olea formaba parte de la Subzona 52. Veremos ahora cómo estaba compuesta.

Como ya dijimos, su dirección estaba asignada a la VI Brigada de Infantería de Montaña instalada en la ciudad de Neuquén, y estuvo a cargo del general de brigada Horacio Tomás Liendo entre diciembre de 1975 y abril de 1976, luego, en comisión, del coronel Jorge Ricardo Luera, hasta que en junio de ese año asumió el general de Brigada José Luís Sexton, quien permaneció allí hasta fines de 1977.

La subzona 52 estaba dividida en cuatro áreas. A la 521 le correspondía la zona del llamado “Alto Valle”, que abarcaba una parte de la provincia de Río Negro y las localidades de la provincia de Neuquén que se encuentra en la vera del Río Limay. Se encontraba a cargo del Batallón de Ingenieros de Construcción 181 con asiento también en la ciudad de Neuquén, el que, como veremos, durante los años 1976 y 1977, estuvo a cargo del entonces Coronel Enrique Braulio Olea. Al Área 522 le correspondía la parte norte de la provincia de Neuquén, y se encontraba a cargo de los Regimientos de Infantería de Montaña 10 o 21, según la antigüedad de quienes fueran sus jefes. Ese criterio de colocar al mando al jefe más antiguo también se adoptó para determinar la jefatura del Área 523. Según el caso, se encontraba a cargo del jefe del Regimiento de Infantería de Montaña 26, del Grupo de Artillería de Montaña 6 o del Regimiento de Caballería de Montaña 4. Le correspondía la parte sur de esa provincia. Finalmente, el Área 524 abarcaba el sector cordillerano de la provincia de Rio Negro y su jefatura había sido asignada al director la Escuela de Instrucción Andina ubicada en la ciudad de San Carlos de Bariloche.

De todo el territorio de la subzona 52, la franja más densamente poblada, y con mayor actividad represiva, fue la del llamado “Alto Valle” que, como vimos, se encontraba bajo el control del Área 521.

Tanto el BIC 181, a cargo del área, como la Brigada VI de Infantería de Montaña, a cargo de la subzona, como el Destacamento de Inteligencia 182, tenían asiento en la ciudad de Neuquén. Esta superposición, sumada a la importancia estratégica del territorio, hizo que el control ejercido por el comando de Subzona 52 y la actividad de inteligencia desplegada por el destacamento 182, fueran más intensos sobre el territorio del área 521 que sobre las otras áreas. Entre los años 1976 y 1977 ese Destacamento de Inteligencia 182 estuvo a cargo de Mario Alberto Gómez Arenas, quien también se encuentra imputado en este proceso pero que fue recientemente excluido de este debate. Fue el mismo Gómez Arenas quien dejó constancia en los libros históricos correspondientes a esos años que el destacamento “incrementó su actividad específica de acuerdo con el incremento de la actividad subversiva, producida en la jurisdicción”. Esta actividad era realizada bajo el control operacional del comando de la subzona, y en coordinación con el G2 del Estado Mayor de la Brigada, que, en esos años se encontraba a cargo del teniente coronel Reinhold. Sabemos que Raúl Antonio Guglielminetti, en carácter de personal civil, se desempeñó en el Destacamento 182 durante parte del año 1976. Guglielminetti luego formó parte del grupo de agentes de Aníbal Gordon que opero en el CCD Automotores Orletti. Así surge de la declaración de José Luís Cáceres incorporada al debate.

Luego de que asumiera el comando de la subzona, el General Sexton dispuso la creación de un centro clandestino de detención. Para ello, se utilizó una antigua construcción que se encontraba a escasos metros del predio del Batallón de Ingenieros de Construcciones a cargo de Enrique Braulio Olea; y fue personal del batallón el que se ocupó, por disposición de Olea, de acondicionar ese lugar para su nuevo propósito. Así surge de las declaraciones de Alberto Pane, Alfredo Adrián Guidi, Jorge Alberto Amare, Alberto Aníbal Araujo, Héctor Eduardo González y Raúl Esteban Radonich. Todos ellos prestaron funciones como oficiales, suboficiales o soldados en el BIC 181 en aquella época. También se desprende de la declaración indagatoria del Gral. Sexton, y de las propias declaraciones de Olea. Ese CCD fue conocido como La Escuelita.

Sabemos, a través de esas declaraciones, que el control sobre ese CCD era ejercido directamente por el comando de la subzona, y que los interrogatorios que eran realizados ahí dentro eran conducidos por el personal de inteligencia dependiente del destacamento. Sobre el funcionamiento de La Escuelita, contamos, por ejemplo, con la declaración de Raúl Esteban Radonich, quien contó que había sabido de la existencia de ese predio cuando cumplió el servicio militar en el BIC 181 durante el año 1976. Pero fue recién el 13 de enero de 1977, cuando fue secuestrado por personal que se identificó como de la Policía Federal, que experimentó en carne propia qué sucedía ahí dentro.

Radonich contó que cuando estuvo recluido en ese predio, que luego supo que era La Escuelita, fue interrogado bajo tormentos. Detalló que fue esposado de pies y manos contra el elástico de una cama, y que, en esa condición se le aplicaron descargas de corriente eléctrica. Fue liberado menos de una semana después en un descampado. Este método de interrogatorio fue una práctica sistemática en La Escuelita. Así surge, por ejemplo, de las declaraciones de Pedro Justo Rodríguez y Luís Alfredo Genga.

Es importante dejar en claro que La Escuelita funcionó como un lugar de cautiverio transitorio. Allí eran trasladadas las personas para ser interrogadas bajo tormentos de manera sistemática, pero como regla general, no permanecían alojadas allí por períodos prolongados de tiempo. En principio, permanecían recluidas en Unidades del Servicio Penitenciario o dependencias de las policías provinciales o de la Policía Federal.

Señores jueces: con esta breve síntesis, estamos ahora sí en condiciones de explicar cómo se insertó en esta estructura Enrique Braulio Olea, en su carácter de Jefe del área 521.