Víctimas de Paraguay

Oscar Eladio Ledesma Medina

Descripción del caso

Oscar Eladio Ledesma Medina, paraguayo, de 20 años de edad al momento de los hechos, vivó su niñez en Asunción de Paraguay junto a su familia, integrada por su madre, María Dominga Medina, su padre, Juan Ledesma Villalba y sus dos hermanas Ana María y Carmen María Reynalda.

Cuando Oscar tenía 13 años, su familia emigró a Argentina en busca de un mejor pasar económico. Durante un breve tiempo se instalaron en la Capital Federal pero luego se trasladaron a la calle Moreno 954 del Partido de San Martín, provincia de Buenos Aires.

En ese entonces, ingresó a trabajar en la carpintería de uno de los hermanos del brigadier Osvaldo Cacciatore. Allí se preocupó por las condiciones de trabajo e higiene y formó una comisión entre los trabajadores para mejorarlas. A través de esa comisión, logró una inspección del ministerio de Salud que exigió, por ejemplo, que el baño estuviera en condiciones. Esta actitud proactiva y comprometida no agradó a sus empleadores que, finalmente, lo despidieron.

Al tiempo consiguió empleo en una fábrica de juguetes de plástico, en donde trabajó hasta el día en que lo secuestraron.

Oscar tenía un grupo de amigos con los que siempre se reunía.  Eran tres  jóvenes paraguayos a quienes su madre sólo conoció por sus apodos. María Dominga Medina temía por la seguridad de su hijo; en el barrio se comentaba sobre la desaparición de hombres y mujeres jóvenes; y por eso insistía a su marido en que debían mandar a Oscar a vivir a Paraguay. 

A partir de las pruebas producidas en el debate, se acreditó que el jueves 5 de agosto de 1976, Oscar Eladio Ledesma Medina fue privado ilegalmente de su libertad en su domicilio de la calle Moreno 954, partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires, por un grupo conformado por miembros del ejército y de la policía argentina y al menos un miembro de las fuerzas represivas paraguayas.

A las 2 de la madrugada, mientras Oscar, su madre y un sobrino de solo dos años de edad, descansaban, fueron sorprendidos por el operativo. Los integrantes de la patota, fuertemente armados, irrumpieron en la casa, identificaron primero a Oscar y luego revisaron todo minuciosamente. Uno de sus miembros, cuya identidad no pudimos determinar, resultó ser conocido de un amigo de la familia Ledesma y por eso, durante el operativo, se tapó la cara para no dejarse identificar.

En un momento dado, le vendaron los ojos a María Dominga, que como no lograba ver nada, preguntaba desesperadamente por su hijo y por su pequeño nieto.  Para tranquilizarla, obligaron a Oscar a contestarle. 

Cuando por fin dejó de escuchar ruidos, María Dominga se sacó la venda y fue inmediatamente a ver cómo estaban su hijo y su nieto. El bebé seguía durmiendo, pero la coordinación de las fuerzas represivas paraguayas y argentinas se habían llevado a Oscar para siempre.

El domicilio de Ledesma Medina, lugar donde se inició su privación ilegítima de la libertad, se encontraba dentro de la jurisdicción del área 430 bajo la responsabilidad de Rodolfo Emilio Feroglio, quien por entonces se desempeñaba como director de la Escuela de Caballería ubicada en Campo de Mayo. Esa jefatura de área, responsable en su radio de acción de todos los operativos realizados como consecuencia de la llamada “Lucha contra la Subversión”, respondía a las órdenes de Santiago Omar Riveros, quien como Director del Comando de Institutos Militares, era responsable y jefe de toda la Zona IV.

Sus padres buscaron a Oscar incansablemente por comisarías, cárceles y cuarteles del ejército. A partir de diversas gestiones, supieron que lo llevaron al Liceo Militar y, durante 2 años, fueron a Campo de Mayo en diferentes oportunidades a reclamar por su hijo. Pero nunca tuvieron respuestas.

También denunciaron su desaparición ante distintos organismos; incluso solicitaron colaboración al Ministerio de Defensa de Paraguay y al Ministro del Interior argentino pero, a pesar de la insistencia, sólo obtuvieron respuestas negativas.

Con el tiempo su madre, María Dominga, comprendió que ni uno ni el otro país le iban a dar una respuesta, ya que ambos formaban parte de la coordinación represiva regional que se mantuvo en silencio para perpetuar su impunidad, ocultando los delitos cometidos.

Los padres de Oscar regresaron finalmente a Paraguay. Mientras esperaba algún día recuperar los restos de su hijo, María Dominga fue a misa en cada uno de sus cumpleaños y cada 5 de agosto, hasta el día de su muerte. Oscar Eladio Ledesma Medina hoy tendría 58 años. Hasta la fecha permanece desaparecido.

 

Prueba

Estos hechos se encuentran acreditados, en primer lugar por el relato de María Dominga Medina plasmando en el libro Semillas de Vida[1]. Allí describe la vida de Oscar en Asunción y las circunstancias por las que, junto a su marido, decidieron trasladarse a Argentina cuando Oscar era un adolescente; los trabajos en que se desempeñó su hijo y el conflicto laboral que atravesó en la carpintería, por haber organizado a sus compañeros para pedir por las mejoras laborales[2].

Por su parte, Liliana Raquel Monges, hija adoptiva de los padres de Oscar, dio cuenta de las amistades de nacionalidad paraguaya que por ese entonces frecuentaba la víctima, de los que María Dominga sólo conocía los apodos y que pese a buscarlos luego de su desaparición, nunca pudo encontrar.

El secuestro de Oscar Eladio Ledesma Medina, quedó demostrado por la testigo Monges, quien relató el procedimiento tal como se lo había contado su madre adoptiva en diversas oportunidades. Mencionó que entre 15 y 20 militares que portaban armas largas coparon el patio y la casa. Que, por el acento con el que hablaba, su abuela notó que un integrante de la patota era de nacionalidad paraguaya.

Sobre lo que vivió en ese momento, María Dominga Medina en Semillas de Vida cuenta que:

“los tres descansábamos cuando, a los dos de la madrugada, escuché terribles gritos: “1¡abran la puerta que la casa está copada!” [ …] me encontré con un hombre joven, bien afeitado, con botas, la gorra bien puesta, que me dijo “tranquila señora, que venimos un rato, prenda la luz”; y yo encendí la del patio creyendo que era esa la que me pedía. Vi entonces que uno del grupo se tapó la cara y se puso de espaldas; ¿por qué se tapa la cara? me pregunté, será porque le conozco”.

A su vez, relató que los agentes revisaron toda la casa minuciosamente y lo hicieron levantar a Oscar para identificarse, quedando su porta documentos sobre la mesa. Explicó que a ella le vendaron los ojos y que cuando preguntó por su hijo le dijeron: “- ahí está. Bien como usted también, señora. ¡A ver pibe! ¡Contéstele a su madre!; - Si, mamá”, respondió Ledesma Medina. Esas fueron las últimas palabras que le escuchó decir.

Contó que, a los pocos días, se enteraron que quien se tapaba la cara durante el operativo resultó ser un policía conocido de un amigo de la casa, que les dijo que Oscar había sido trasladado al Liceo Militar. Tiempo después trataron de contactar al agente pero nunca lo lograron.

Asimismo, se corrobora el secuestro con los relatos vertidos en el Legajo CONADEP de la víctima y la denuncia por la ausencia por desaparición forzada en los cuales Juan Ledesma, padre de Oscar, denuncia su desaparición.

A su vez, también acreditan estos hechos, el informe final de la Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay, la documentación enviada por el Centro de Documentación y Archivo del Paraguay y aquella que fue aportada por la testigo Judith Rolón al momento de prestar testimonio.

Sobre las incansables gestiones que realizó la familia también dio cuenta Liliana Monges, quien dijo que sus padres fueron a la comisaría a averiguar por su hijo y que durante dos años lo buscaron en Campo de Mayo, en diversas cárceles y cuarteles del ejército, pero sólo obtuvieron negativas.

En el libro Semillas de Vida, María Dominga lo cuenta en primera persona y concluye que “así, las autoridades alimentaban nuestro dolor y nuestra incertidumbre; sellaban, con un perfecto cerco de silencio y complicidad la suerte de mi hijo y la impunidad de sus verdugos”.

Liliana Raquel Monges, durante su declaración, dijo que después de muchos años su abuela supo del “Operativo Cóndor” y ahí comprendió por qué las autoridades argentinas y paraguayas, que actuaban en conjunto, no la habían ayudado a encontrar a su hijo.

Por la privación ilegítima de la libertad de Oscar Eladio Ledesma Medina, acusamos a Rodolfo Emilio Feroglio y a Santiago Omar Riveros.

 

[1]  Comisión de Familiares de Paraguayos Detenidos Desaparecidos en la Argentina. Semillas de vida = Ñemity ra. La Comisión, Asunción, Paraguay, 1990.

[2]  Comisión de Familiares de Paraguayos Detenidos Desaparecidos en la Argentina. Semillas de vida = Ñemity ra. La Comisión, Asunción, Paraguay, 1990.