Víctimas de Uruguay

Lila y Claudio Epelbaum

 

Descripción del caso

Señores jueces: trataremos ahora las desapariciones de Lila y Claudio Epelbaum.

Hacia agosto del año 1976 la familia Epelbaum Slotopolsky estaba compuesta por Sofía René -conocida por sus seres queridos como Shoshi-, y sus hijos Luis Marcelo de 25 años, Claudio de 23 y Lila, de 20. Todos de nacionalidad argentina.

Claudio y Luis formaban parte de la organización política llamada Poder Obrero, a la que se habían incorporado partir de su participación política como estudiantes secundarios. Si bien Lila no formaba parte de esa organización, integraba el mismo círculo de amigos de sus hermanos.

A principios de agosto de 1976, Claudio y Lila participaron de una reunión en la casa de uno de los integrantes del grupo, Jorge Nobúa. En esa reunión, entre otros, también estuvieron presentes Walter Fleury y Claudia Julia Fita Miller. Al salir del inmueble, Fleury y Miller fueron secuestrados.

Sabemos que en algún momento de su cautiverio, fueron alojados en el CCD conocido como “Proto Banco”, ubicado en el predio donde se encontraba la Brigada de Güemes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el Puente 12 de la autopista Ricchieri, en donde permanecieron recluidos en condiciones inhumanas.

Cuando se enteró de las desapariciones y con el objeto de iniciar gestiones para encontrarlos, el hermano mayor de los Epelbaum concertó una reunión con un abogado de la organización, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1976 en el bar el Olmo, ubicado en la esquina de las calles Santa Fe y Pueyrredón de esta Ciudad. Sin embargo, durante la celebración de esta reunión, tanto él como el abogado fueron secuestrados.

En este debate se acreditó que, al igual que sus compañeros, Luis Marcelo también fue trasladado al CCD Proto Banco, donde permaneció recluido en condiciones inhumanas. Hasta el día de hoy permanece desaparecido.

Al poco tiempo de su secuestro y por pedido de su madre, Claudio y Lila se fueron a una casa que la familia tenía en la ciudad de Punta del Este en Uruguay, a fin de resguardarse. Allí entablaron contacto con otros ciudadanos argentinos, que también estaban escapando de la persecución que se vivía en nuestro país y recibieron visitas de amigos y compañeros.

Para el mes de noviembre de 1976, Shoshi atravesaba problemas de salud. Con el propósito de visitar a su madre, Lila Epelbaum había sacado pasaje de avión para viajar a Buenos Aires el 4 de noviembre. Sin embargo, ese día, luego de que Lila y Claudio retiraran el pasaje de Lila de las oficinas de Pluna en la ciudad de Punta del Este, fueron secuestrados por un grupo de aproximadamente siete personas pertenecientes a las fuerzas represivas argentinas, que se movilizaban en dos autos con patente argentina, y que actuaron en coordinación con fuerzas uruguayas.

Posteriormente, Lila y Claudio Epelbaum fueron trasladados clandestinamente a nuestro país y recluidos en el mismo CCD, Proto Banco, donde fueron sometidos a condiciones inhumanas de vida. Entre fines de noviembre y principios de diciembre, fueron retirados de allí y llevados a un lugar desconocido, donde fueron asesinados a través de disparos de armas de fuego. El cuerpo de Lila Epelbaum fue llevado, sin identificación, al Cementerio Municipal de Avellaneda donde lo enterraron en una fosa común. Los restos de Claudio hasta ahora no fueron hallados.

Inmediatamente después de tomar conocimiento de la desaparición de sus hijos, Shoshi Epelbaum viajó a Punta del Este para intentar encontrarlos. Allí formuló denuncias ante la policía y realizó gestiones ante distintas autoridades gubernamentales pero el Estado uruguayo no le dio una respuesta. También tomó contacto con personas que vivían allí, que le aportaron información sobre lo que había ocurrido con Claudio y Lila.

A lo largo de los años, Shoshi Epelbaum realizó innumerables gestiones para intentar dar con el paradero de sus tres hijos. Interpuso acciones de habeas corpus, se presentó ante organismos internacionales y participó de la fundación de Madres de Plaza de Mayo; pero ni el estado argentino, ni el uruguayo le dieron información. Sofía René Slotopolsky, Shoshi, murió el 7 de febrero de 1998, sin saber qué había ocurrido con sus tres hijos.

Recién el 22 de abril de 2014, una declaración judicial reconoció que una de las personas enterradas en esa fosa común en el Cementerio Municipal de Avellaneda, cuyo cuerpo había sido exhumado arqueológicamente entre 1988 y 1992, era en realidad Lila Epelbaum Slotopolsky.

De la misma forma que acontece con otros de los crímenes probados en este juicio, las limitaciones del objeto procesal y el fallecimiento de Videla nos impiden realizar acusaciones formales respecto de sus responsables. Sin embargo y como también ocurre con otros casos, la verificación de estos crímenes sí puede ser utilizada para demostrar la existencia de un acuerdo criminal.

De acuerdo a la descripción que hemos realizado, teniendo en cuenta las características particulares de los hechos descriptos y el especial contexto en que se produjeron, entendemos que se encuentra probado que el secuestro, desaparición y homicidio de Lila y Claudio Epelbaum formaron parte de la coordinación represiva regional bajo el marco de la asociación ilícita denominada “Operación o Plan Cóndor”; y son parte de la evidencia tangible de su concreción.

 

Prueba

En principio, los hechos detallados se encuentran acreditados a partir de la valoración conjunta de diversos elementos de prueba.

Jorge Nobúa dio cuenta, al declarar ante este Tribunal, de la participación política de los hermanos Epelbaum en la organización Poder Obrero, de los hechos que precedieron al secuestro de Lila y Claudio en Uruguay; en particular, de la desaparición de su hermano mayor Luis Marcelo; del viaje de Claudio y Lila Epelbaum a Punta del Este para intentar refugiarse de la persecución de la que eran objeto en nuestro país y de sus secuestros en esa ciudad Uruguaya.

Sus afirmaciones fueron corroboradas por las diversas constancias agregadas a este debate, en particular por las manifestaciones vertidas por Sofía René Slotopolsky en sus diversos intentos para dar con sus hijos.

Por ejemplo y respecto del secuestro de Luis Marcelo, en los habeas corpus presentados en 1977 y 1979 agregados en el expediente en el que se investigó su privación ilegítima de la libertad, dejó constancia que Luis Marcelo Epelbaum desapareció el 10 de agosto de 1976, luego de que se despidiera de él ese día, a las 20 horas, en la esquina de Santa Fe y Uriburu en la Ciudad de Buenos Aires, agregando que debía encontrarse con él una hora después, para asistir a un concierto en el teatro Colón, cosa que nunca ocurrió.

Sofía René Slotopolsky también dejó constancia, en diversas gestiones que realizó a lo largo de su vida, de cómo fueron secuestrados sus otros hijos, Claudio y Lila Epelbaum, así como de sus posteriores traslados a Buenos Aires y de sus cautiverios en el Centro Clandestino de Detención conocido como Proto Banco.

En particular, en el habeas corpus presentado en marzo de 1977, surge que Lila había sacado boleto para ir a Buenos Aires el 4 de noviembre de 1976 y que, a raíz de averiguaciones hechas por la Sra. Slotopolsky en Punta del Este, la última vez que fueron vistos fue cuando ambos concurrieron a las oficinas de la Compañía Aérea Pluna, ese 4 de noviembre, para retirar el pasaje. También que ese día, vecinos de esa ciudad habían visto cómo sus hijos eran seguidos por dos vehículos con patente argentina, en el que se movilizaban siete personas.

Tal como expusiéramos, luego de ser secuestrados en Punta del Este, Lila y Claudio fueron ilegalmente trasladados a Buenos Aires, siendo alojados en condiciones inhumanas en el CCD Proto Banco, mismo lugar donde había permanecido cautivo Luis Marcelo.

Así lo acreditó ante este Tribunal Lelio López, quien permaneció en cautiverio desde el 19 de octubre de 1976 hasta el 28 de diciembre de ese año en el CCD Proto Banco. López no sólo los vio, sino que durante su permanencia habló con Claudio y Lila Epelbaum, quienes le relataron que habían sido secuestrados en Uruguay y trasladados a nuestro país en un avión.

Explicó además que Claudio y Lila habían sido llevados a ese lugar una o dos semanas después de que él fuera apresado y que ambos hermanos fueron sacados del centro clandestino a fines de diciembre, en el marco de un traslado de varios prisioneros que pertenecían a la organización Poder Obrero, justamente, la organización a la que pertenecía Claudio Epelbaum. Incluso, destacó que pudo retener sus nombres porque les tomaban lista cada vez que se cambiaba de guardia, cosa que ocurría cada 24 horas.

Asimismo, el testigo manifestó que supo que en el lugar también estaba prisionero Walter Fleury, respecto de quien se decía que, como era ciudadano británico, existía la posibilidad de que fuera puesto a disposición del PEN. Recordemos que Fleury había sido uno de los secuestrados al salir de la reunión del mes de agosto de 1976 en la casa de Nobúa.

López recordó, además, que dentro del CCD se enteró a través de otro prisionero que Luís Marcelo Epelbaum también había estado allí y que había sido trasladado antes de su llegada.

Hemos afirmado que Lila Epelbaum fue asesinada a través de disparos de armas de fuego, tal como fue acreditado en el legajo de la Cámara Federal de Apelaciones incorporado por lectura al debate. Del informe confeccionado por el Equipo Argentino de Antropología Forense allí agregado, surge que uno de los restos óseos provenientes de una fosa común del Cementerio de Avellaneda, corresponde a Lila Epelbaum. Asimismo, de esos informes se desprende que la causa de su muerte fueron distintas lesiones perimortem provocadas por proyectiles de armas de fuego. Resultan particularmente ilustrativas las fotografías de fs. 11, 13 y 14, en tanto muestran las lesiones observadas en el cráneo. El recorrido efectuado por el proyectil y las particulares ubicaciones del orificio de entrada y el de salida, indican que al momento del disparo, Lila estaba arrodillada o acostada en el piso. Estas lesiones son compatibles con lo que se denomina “tiro de gracia”. No hay dudas de que Lila, estando indefensa, fue ejecutada.

Si bien no fueron identificados aún los restos de Claudio Epelbaum, entendemos que las circunstancias en que sucedieron los hechos que lo damnificaron, permiten concluir que fue asesinado en circunstancias semejantes a las que lo fue su hermana Lila.

Se ha establecido, entonces, que Claudio y Lila Epelbaum huyeron a Punta del Este por temor, luego del secuestro de Luis Marcelo; que en esa ciudad fueron ubicados y seguidos por personas a bordo de vehículos con patentes argentinas; que fueron secuestrados en Uruguay; que se los trasladó ilegalmente a nuestro país; que se los alojó en un CCD y que, finalmente, se los asesinó.

La simpe observación de todas estas circunstancias, en principio, permiten ya demostrar la participación en los hechos de fuerzas represivas del Estado uruguayo y la coordinación que existió con las fuerzas argentinas bajo el marco provisto por la asociación ilícita denominada “Operación o Plan Cóndor. La única manera de explicar que fuerzas argentinas hayan secuestrado a dos personas en Punta del Este, y las hayan trasladado a la Argentina, sin llamar la atención de las autoridades locales, es que hayan actuado en coordinación con ellas.

A ello, se suma el manifiesto de pasajeros remitido por la empresa Pluna y agregado al expediente en el que, oportunamente, se investigó la privación ilegítima de la libertad de los hermanos Epelbaum.

De ese manifiesto surge que Lila Epelbaum forma parte de la lista de pasajeros del vuelo 157 del 8 de noviembre de 1976 que hacía la ruta Montevideo-Buenos Aires. Sin embargo, se ha probado que Lila Epelbaum no viajó en ese vuelo, dado que Lila y su hermano Claudio, de acuerdo a lo que relató Lelio López, fueron trasladados juntos y clandestinamente a la Argentina como prisioneros. Sin dudas, que su nombre figure en ese manifiesto sólo puede ser interpretado como una maniobra para ocultar que el secuestro ocurrió en Uruguay y establecer pistas falsas, aprovechando el hecho de que Lila efectivamente tenía un pasaje en ese vuelo, lo que sus secuestradores sabían perfectamente puesto que la siguieron desde la salida del local donde ella y Claudio lo adquirieron.

En otras palabras, luego de haber comprado el pasaje y perderse su rastro sin devolverlo, la ausencia de Lila en ese vuelo era un dato muy incómodo para las autoridades, pues exponía con claridad que había desaparecido en contra de su voluntad. La manera que encontraron de neutralizar ese dato incómodo, fue plantar información falsa que mostrara como que efectivamente Lila había viajado a Buenos Aires.

Es evidente que una maniobra de tales características no pudo haberse hecho sin la colaboración y la anuencia de las fuerzas represivas que en ese momento usurpaban el gobierno en Uruguay y, por esa razón, tenían bajo su poder a la aerolínea estatal Pluna. Por parte del Estado argentino, se negó brindar información de lo ocurrido o del destino de las víctimas a la familia Epelbaum.

Las constancias de las gestiones efectuadas y de sus resultados surgen de la documentación agregada a los legajos CONADEP y COMIPAZ correspondientes a Luís Marcelo, Claudio y Lila Epelbaum, del expediente en el que se encuentran agregados los habeas corpus interpuestos por Shoshi Epelbaum en favor de sus hijos, y de los documentos del archivo de la ex DIPPBA remitidos por la Comisión Provincial por la Memoria, que dan cuenta de los pedidos de paradero formulados en favor de los hermanos Epelbaum.

Contamos, asimismo, con dos documentos que forman parte del conjunto de archivos desclasificados de las agencias gubernamentales de los Estados Unidos de Norteamérica, enviados por la Dirección del Proyecto de Documentación del Cono Sur del NSA. Ambos dan cuenta de las denuncias y gestiones realizadas en el momento que sucedieron los hechos para dar con el paradero de Marcelo, Lila y Claudio Epelbaum. Se trata de una base de datos sobre cerca de 9000 personas desaparecidas recopilada por la Embajada de EEUU en Buenos Aires y de una lista de prisioneros políticos del 19 de julio de 1979, confeccionada por el grupo Argentina del Centro de Servicio de Información[1]Documento 1 y Documento 2.

También dan cuenta de las gestiones realizadas para dar con el paradero de los Epelbaum, las copias de las constancias del trámite que tuvieron las denuncias formuladas por Shoshi Epelbaum ante la Comisión Interamericana de Derecho Humanos y que fueran remitidas por la propia Comisión.

Vemos entonces que en estos casos, la coordinación regional se dio en varios aspectos diversos pero con unidad de designio criminal: el intercambio previo de información; la operatoria conjunta para los secuestros en un país y los traslados de las víctimas a otro; y, finalmente, el encubrimiento del accionar, falseando información para ocultar lo sucedido.

Todas estas tareas se identifican con las diversas funciones criminalmente acordadas bajo el marco de la denominada “Operación o Plan Cóndor”. Lo ocurrido a Lila y Claudio Epelbaum permiten comprobar su existencia, operatividad y concreción.

 

[1] Se trata de los documentos identificados como: 0000A2DB y 0000A964.