Víctimas de Uruguay

Marta Amalia Petrides y Víctor Hugo Lubián Peláez

Descripción del caso

Ahora nos referiremos a lo acontecido al matrimonio conformado por Marta Amalia Petrides y Víctor Hugo Lubián Peláez. Al momento de los hechos, tenían 26 y 25 años.  Ella es uruguaya. Lubián es argentino, pero residía en Uruguay. Allí, ambos habían participado en la FER.

En el año 1974 se mudaron junto a sus hijos a la Provincia de Buenos Aires. Para esta época ya no participaban activamente en política, pero seguían teniendo relación con otros compatriotas que sí lo hacían. Es por eso que, en el contexto de la sucesión de operativos que se estaban llevando a cabo en esos días contra el PVP, fueron secuestrados.

Víctor Lubián fue apresado el 15 de julio de 1976, cuando aproximadamente a las seis de la madrugada, un grupo de personas de civil y armadas irrumpieron violentamente en el domicilio familiar ubicado en Sarmiento 99, de la localidad de Longchamps. Luego de revisar todo y sustraer dinero que encontraron en el lugar, lo encapucharon y se lo llevaron.

Marta Petrides, que en ese momento estaba en su trabajo en la Capital Federal, fue alertada sobre lo acontecido en su vivienda, e inmediatamente se dirigió a la comisaría de Longchamps para hacer la denuncia. Cuando finalizó y salió del lugar, fue interceptada a pocos metros de esa dependencia y secuestrada por personas vestidas de civil, que mediante el empleo de armas la obligaron a subirse a un automóvil.

Señores jueces: es evidente que el personal de la comisaría estaba al tanto de quiénes eran los responsables del secuestro de Lubián y les dieron aviso sobre la presentación de Petrides en la dependencia.

Estos hechos ocurrieron dentro del territorio que en ese momento era controlado por el imputado Federico Antonio Minicucci, titular del Área 112 con asiento en el Regimiento de Infantería Mecanizada, quien en ese momento respondía a las órdenes del comando de la Subzona 11, a cargo de Adolfo Sigwald, comandante de la Brigada de Infantería Mecanizada X.

Desde los lugares de sus secuestros, ambos fueron trasladados por separado, en primera instancia, a lo que Lubián cree que era el edificio de la Superintendencia de Seguridad Federal, y horas más tarde los llevaron juntos a “Automotores Orletti”.

Lubián fue sometido a brutales torturas en ambos lugares. En Orletti estas torturas consistieron en descargas eléctricas, en el uso de “la colgada”,  y en simulacros de fusilamiento. Petrides, también fue objeto de torturas en Orletti, principalmente mediante golpes. Además, ambos fueron mantenidos en cautiverio en las condiciones infrahumanas a las que ya nos referimos.

El 24 de julio de 1976, el matrimonio fue trasladado a Uruguay junto con la mayoría de sus compatriotas que también estaban cautivos en Orletti, en el denominado “primer vuelo” que fue coordinado al efecto. En ese país permanecieron privados de su libertad hasta que mediante los operativos simulados llevados a cabo en el balneario de Shangrilá, las fuerzas uruguayas “blanquearon” su detención.

Al ser liberados se exiliaron en Suecia.

 

Prueba

Esos hechos se derivan de diversos elementos. En primer término, de las propias declaraciones de Víctor Lubián y Marta Petrides, prestadas en el juicio de la causa n° 1627 e incorporadas a este debate. En aquélla oportunidad, Lubián dio detalles sobre la actividad política desarrollada en Uruguay, el asentamiento con su grupo familiar en este país, el operativo del cual fue víctima y su cautiverio en Automotores Orletti.

Respecto de su secuestro, relató que se encontraba con su madre y sus dos hijos cuando se presentaron en su domicilio aproximadamente 8 hombres argentinos, armados, quienes lo encapucharon y lo subieron en el piso de la parte trasera de un automóvil, donde lo llevaron mientras lo pisoteaban. Recordó que el operativo fue auxiliado con dos o tres automóviles, entre los que pudo visualizar dos Ford Falcón.

Por su parte, Petrides declaró que se encontraba en su trabajo en el centro porteño cuando se enteró del secuestro de su marido. Es así que se dirigió a la Comisaría de Longchamps para realizar la denuncia policial, y al retirarse en dirección a su domicilio fue interceptada por dos autos particulares. Explicó que tres o cuatro personas vestidas de civil bajaron corriendo y ella intentó escapar, pero la apresaron, le pusieron una pistola en la cabeza, y le dijeron que se quedara quieta. Inmediatamente le colocaron una capucha y la introdujeron en la parte posterior de uno de los autos.

El hecho tuvo lugar a pocos metros de la comisaría y ante la mirada atónita de varios testigos que estaban en sus autos, detenidos porque había una barrera de tren que estaba baja. Petrides recordó que varios de ellos tocaron bocina, se bajaron e incluso les gritaron a sus captores.

De allí emprendieron viaje por alrededor de cinco minutos, luego de lo cual uno de los que manejaba el vehículo dijo “vamos a parar porque los tenemos atrás y hay que mostrarle los papeles”.  Esta referencia guarda relación con personal policial que iba detrás de ellos y con quien los captores hablaron en ese momento, luego de lo cual la cambiaron de vehículo.

En cuanto al lugar al que fueron conducidos en primer lugar, Lubián lo relacionó con la sede de la Superintendencia de Seguridad Federal. Describió al lugar como un espacio público con oficinas, un sitio abierto al principio, donde subió escaleras, varios pisos, y primero lo dejaron en una especie de celda. Luego lo llevaron a lo que identificó como una oficina, porque había máquinas de escribir funcionando.

Sobre los padecimientos que le infringieron en ese lugar, recordó que primero lo dejaron de plantón contra una pared y lo encerraron en una pieza donde lo torturaron e interrogaron. Dos horas más tarde volvieron a torturarlo e interrogarlo acerca de la actividad política que había tenido hasta 1974 en Uruguay, y sobre sus vínculos políticos con miembros del PVP.

Entre diez o doce horas después, fue trasladado junto con su esposa al lugar que años después reconoció como Automotores Orletti, circunstancia en la que coincidió Petrides. Una vez en ese lugar, Lubián explicó que lo condujeron a la planta alta donde nuevamente fue torturado por aproximadamente cuatro personas de nacionalidad uruguaya, entre los que tiempo después reconoció a Gavazzo. Lo colgaron de un gancho mientras le pasaban corriente eléctrica, también le dieron  golpes y patadas mientras estaba vendado y con las manos esposadas. El objetivo del interrogatorio fue similar al primero; sus captores querían conocer sus vínculos con el PVP, a quiénes conocía.

Mientras tanto, Petrides fue alojada en la planta alta, pero luego también la subieron y una vez arriba le aplicaron golpes en la cabeza y el estómago. En ese contexto un militar uruguayo le preguntó si ella era hija del Coronel Petrides. Cuando respondió que sí, la volvieron a bajar.

Los dos testigos describieron las condiciones en las que permanecieron alojados en Orletti, de modo similar a lo que lo hicieron los demás sobrevivientes. Lubián recordó un episodio en el que mientras estaba tirado en el piso de la planta baja uno de los represores se le acercó y le propinó golpes y patadas. Al mismo tiempo sintió que otro se paró sobre su pecho y le colocó una pistola entre los dientes y le dijo “a vos te vamos a matar”. Petrides recodó que justamente en esa planta baja, ambos fueron testigos del asesinato de Carlos Santucho.

Corroboran los dichos de las víctimas en cuanto a su cautiverio en el centro clandestino de detención, los testimonios de Sara Méndez, Ana Quadros, Margarita Michellini, Raúl Altuna Facal, Edelweiss Zahn Freire, Sergio López Burgos, María Elba Rama, Ariel Soto Loureiro, Alicia Cadenas, María Mónica Soliño, Ana María Salvo, Gastón Zina, Jorge González Cardozo, Raquel Nogueira, Cecilia Gayoso y José Félix Díaz.

Durante su declaración en este juicio, Alicia Cadenas recordó puntualmente que mientras ella estaba tirada en el piso de la planta baja, personal uruguayo le dijo que cuando terminaran con el matrimonio Lubián – Petrides, la subirían a ella.

Tanto Petrides como Lubián se refirieron también al traslado en avión a Montevideo y a las características que tuvo el operativo. Petrides se explayó sobre sus cautiverios en la casa de Punta Gorda, primero, y en la sede del SID de Boulevard Artigas y Palmar, después. Explicó que concluido el proceso de legalización en Uruguay, continuaron en prisión por un año y un mes más, y que fue liberada aproximadamente para la navidad de 1977.

Sobre lo ocurrido a Lubián y a Petrides también dio detalles Álvaro Rico, quien a partir de la investigación que realizó dio cuenta acerca de su conocimiento sobre el cautiverio que padecieron en “Orletti”.

Prueban también los hechos relatados, el legajo WR n° 16, correspondiente a Víctor Lubián Peláez y la documentación que fue remitida por la APDH sobre la pareja.

En este punto, debemos mencionar que la comprobación de estos hechos acredita la coordinación que existió entre las fuerzas represivas uruguayas y argentinas, lo que por sí mismo constituye prueba útil de la existencia y operatividad de la asociación ilícita Cóndor.

Por otra parte, corresponde señalar que la privación ilegítima de la libertad y los tormentos a los que fueron sometidos Petrides y Lubián, integraron los hechos que se tuvieron por acreditados en la sentencia de este Tribunal correspondiente a la causa n° 1627. Por ello fueron condenados Eduardo Alfredo Ruffo y Carlos Honorio Martínez Ruiz, decisión que se encuentra firme.

En este juicio, por la privación ilegítima de la libertad y los tormentos a los que fueron sometidos Marta Amalia Petrides y Víctor Hugo Lubián Peláez acusamos a Miguel Ángel Furci.