Víctimas de Uruguay

María Mónica Soliño Platero

Descripción del caso

María Mónica Soliño Platero, de nacionalidad uruguaya, tenía 21 años al momento de los hechos.

En Uruguay participó políticamente en la ROE, razón por la cual fue perseguida, y es por ello que en diciembre de 1974 decidió trasladarse a la República Argentina e instalarse en la Ciudad de Buenos Aires.

Aquí trabajó y vivió en una casa que compartía con su prima Inés Camou y su esposo, Claus Fiterman Kolischer, y los hijos de la pareja. Durante su permanencia en este país, se reencontró con muchos de sus compañeros, quienes al igual que ella habían emigrado a Buenos Aires. Se integró al PVP.

Se pudo probar en el debate que el día 7 de julio de 1976 en horas de la madrugada, María Mónica Soliño Platero fue privada ilegalmente de su libertad en su domicilio de la calle Sargento Cabral 881 segundo piso, departamento “F” de esta ciudad.

Las personas que efectuaron el operativo eran de nacionalidad argentina, no usaron uniformes pero se identificaron como miembros del Ejército. Al ingresar, revisaron el departamento, y redujeron a sus familiares en una de las habitaciones, mientras que a ella le taparon la cabeza con una campera, le ataron las manos y la sacaron del lugar. El domicilio se encontraba dentro del Área 2 de la Subzona Capital Federal, cuya sede era el Regimiento de Infantería I Patricios, unidad que estaba en ese momento a cargo de Humberto José Lobaiza, en su carácter de jefe, y de Felipe Jorge Alespeiti, en su carácter de subjefe.

Desde su domicilio, Soliño Platero fue trasladada a un lugar desconocido, donde fue sometida a interrogatorios bajo torturas.

Transcurridos entre dos y tres días, la trasladaron “Automotores Orletti” junto con otra mujer uruguaya que también estaba cautiva, Cecilia Gayoso Jáuregui. Se pudo acreditar en el debate que en ese CCD Mónica Soliño Platero fue sometida a tormentos y a las mismas condiciones inhumanas de vida a las que fueron sometidas todas las personas que estuvieron prisioneras allí.

Asimismo, se acreditó que fue sometida a interrogatorios sobre su participación política y la de otros de sus compañeros, que fueron conducidos por los miembros del grupo de agentes de la OT 1.8 de la SIDE en conjunto con el grupo de oficiales uruguayos comandados por Gavazzo. Como no pudo brindar mayores aportes a lo que le requerían, fue víctima de brutales sesiones de tortura en las que la desnudaron, la golpearon con palos y le pasaron corriente eléctrica por el cuerpo.

El mismo día de su secuestro, por la mañana, su cuñado Claus Fiterman Kolischer, denunció lo ocurrido en el interior de su domicilio en la Comisaría N°15, que estaba a pocos metros de allí. Pocos días después, el padre de María Mónica Soliño Platero, inició su búsqueda y presentó un habeas corpus en la justicia argentina. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, no obtuvieron ninguna información.

Finalmente, tal como se acreditó en el debate, el 24 de julio de 1976, Soliño Platero fue trasladada a la República Oriental del Uruguay en un vuelo clandestino coordinado por fuerzas argentinas y uruguayas. Allí permaneció clandestinamente detenida hasta que fue “blanqueada” a través del procedimiento montado por el SID en el Chalet Susy a fines de noviembre, momento en el cual fue alojada en el penal de Punta Rieles, donde permaneció hasta el 31 de diciembre de 1977.

Prueba

Los hechos expuestos se encuentran probados en virtud de diversos elementos.

En primer lugar, contamos con la declaración testimonial de la propia víctima, donde se expidió acerca de su participación política en Uruguay y de la persecución que sufrieron ella y todo su grupo luego de instaurada la dictadura en su país, lo que la obligó a emigrar a la Argentina.

Esto encuentra también sustento en el testimonio de Álvaro Rico, quien mencionó que en diciembre de 1974, personal de inteligencia policial fue al domicilio de Soliño Platero en Uruguay para detenerla por ser integrante de la ROE.

Soliño Platero también describió cómo fue su vida durante los días que pasó en Buenos Aires, y en particular, sobre su participación en el PVP.

Sobre su secuestro, relató detalladamente el momento en el que un grupo de personas de nacionalidad argentina fuertemente armadas ingresaron al domicilio donde residía y se la llevaron por la fuerza. Sus dichos, a la vez, resultaron coincidentes con el relato de su prima Inés Camou Soliño, quien presenció los hechos, y agregó que el grupo de personas que ingresó al domicilio se identificó como miembros del Ejército Argentino.

Soliño también dijo que en el momento le llamó la atención la falta de intervención policial en el hecho, ya que a solo unos metros del domicilio en el que vivían se encontraba emplazada la Comisaría 15ta. Esta referencia evidencia en este caso también, y tal como era la regla, que ese grupo había actuado bajo el amparo de las autoridades militares y policiales que tenían jurisdicción sobre ese domicilio.

A lo expuesto se suma el expediente formado a raíz de la privación ilegal de la libertad de Mónica Soliño, en donde se agregó la denuncia presentada por Claus Fiterman Kolischer ese mismo día, horas más tarde, justamente en esa Comisaría.

Asimismo, Soliño describió el primer lugar donde fue mantenida en cautiverio, del que recordó que era un edificio grande en el que tuvo que subir muchas escaleras y en el que había celdas con rejas. Agregó que en ese lugar la interrogaron por su participación política, la golpearon y le aplicaron descargas eléctricas mediante el uso de picana.

Soliño también dio cuenta de lo que vivió dentro de “Automotores Orletti”. Especialmente, de las condiciones inhumanas en las que estuvo prisionera, de los gritos de los torturados que se escuchaban permanentemente y de las sesiones de tortura a las que fue sometida.

Todo esto también pudimos corroborarlo a través de los dichos de otras dos sobrevivientes que la vieron allí. Nos referimos a Cecilia Gayoso Jaúregui y Ana Inés Quadros. En particular, Quadros recordó que en un momento en que estaba muy mal de salud, física y también psíquicamente, la llevaron a una habitación ubicada en el piso superior donde la cuidaron Soliño Platero y Cecilia Gayoso.

Entre las situaciones traumáticas que le tocaron vivir allí, Soliño se refirió al episodio en el que asesinaron a Carlos Santucho. Al respecto, Altuna Facal recordó que ella se encontraba cerca del lugar cuando eso ocurrió.

Sobre su permanencia en ese lugar, Soliño también recordó la presencia de militares uruguayos, además de los argentinos. En particular, la presencia de Manuel Cordero.

Dieron cuenta también de la presencia de Soliño en “Automotores Orletti”: María del Pilar Nores Montedónico, Eduardo Deán Bermúdez, María Margarita Michelini Delle Piane, Edelweiss Zahn, Sergio López Burgos, José Félix Díaz, Laura Anzalone Cantoni, María Elba Rama Molla, Ariel Rogelio Soto Loureiro, Alicia Raquel Cadenas Ravela, Ana María Salvo Sánchez, Gastón Zina Figueredo, Víctor Hugo Lubián Peláez, Jorge Raúl González Cardozo y Raquel Nogueira Pauillier.

Cabe aquí mencionar que Soliño también participó en la inspección ocular realizada el 5 de julio de 2006 en “Automotores Orletti”, llevada a cabo durante la instrucción de esta misma investigación, oportunidad en la que dio precisiones acerca de las particularidades del lugar en donde permaneció gran parte de su cautiverio.

Se suman a las pruebas mencionadas, el documento realizado por Soliño Platero junto con otras víctimas ante el Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en Uruguay, agregado a la causa “Rodríguez Larreta”.

Sobre su traslado a Uruguay y el derrotero que vivió a partir de ese momento y hasta su liberación, contamos con el testimonio de la propia víctima, y de Beatriz Barboza Sánchez, Margarita Michelini, Raquel Nogueira y Ana María Salvo Sánchez.

En este punto, Soliño Platero refirió que luego de pasar por los CCD ubicados en Punta Gorda y en la calle Boulevard Artigas en Montevideo, ella y sus compañeros, fueron parte de la farsa que montó el SID en Shangrilá, a la que ya nos referimos.

Al respecto, resulta de interés el cable fechado el 29 de octubre de 1976 aportado por el NSA, en el que la embajada estadounidense en Montevideo informó al Departamento de Estado norteamericano, que el gobierno militar uruguayo había anunciado la detención de 62 subversivos quienes pertenecían al PVP, entre los que se encuentra la nombrada. Documento 1.

En cuanto a las gestiones llevadas adelante por los familiares de la víctima, debemos mencionar el habeas corpus presentado por su padre, Jorge Víctor Soliño Platero, el 12 de julio de 1976 en la justicia argentina, de donde se desprenden los informes negativos expedidos por las autoridades nacionales con relación a la detención de la víctima, demostrativos del ocultamiento sistemático practicado por el propio Estado.

Por último, estos hechos también integraron la sentencia de este Tribunal sobre lo ocurrido en Automotores Orletti. En ella se condenó a Raúl Antonio Guglielmineti, Honorio Martínez Ruíz y Eduardo Alfredo Ruffo por la privación ilegítima de la libertad y los tormentos a los que fue sometida Mónica Soliño Platero.

Finalmente, queremos señalar que el secuestro, los tormentos y el traslado clandestino a Uruguay de Mónica Soliño Platero, tuvieron lugar en el marco del plan criminal desarrollado por la asociación ilícita “Cóndor”. En esta oportunidad, por su privación ilegítima de la libertad y las torturas que padeció en ese CCD, formulamos acusación contra el ex agente de la SIDE Miguel Ángel Furci.