Víctimas de Uruguay

Orlinda Brenda Falero Ferrari y José Luis Muñoz Barbachán

    Descripción del caso

    Señores jueces: Orlinda Brenda Falero Ferrari y José Luis Muñoz Barbachán son uruguayos.

    En 1972, por pertenecer al Movimiento 26 de marzo-Tupamaros, fueron detenidos en Uruguay, y mantenidos prisioneros por dos años en el Batallón de Infantería N° 13, donde fueron sometidos a torturas.

    En 1974, mientras se encontraban bajo el régimen de libertad vigilada, sus casas fueron allanadas con el objeto de detenerlos nuevamente, pero no los encontraron. Cuando tomaron conocimiento de lo que había ocurrido, Falero y Muñoz decidieron migrar a Buenos Aires, a donde llegaron el 24 de diciembre de ese año.

    En esta ciudad entablaron amistad con el representante de ACNUR Carlos Boggio, quien se solidarizó con su situación y les prestó su casa en el barrio de Flores.

    Entre sus contactos en esta ciudad estaba también Luis Muñiz Sosa, y a través de él, mantenían correspondencia con otro amigo exiliado en Suecia.

    Las tareas de inteligencia llevadas a cabo por la comunidad informativa formada por las fuerzas represivas del Cono Sur, permitieron interceptar en la Argentina esas cartas y, de esa manera, llegar al domicilio donde eran recibidas.

    Vigilaron así a Luis Muñiz Sosa hasta que, el 9 de junio de 1976, lograron secuestrarlo en una carnicería del barrio de Flores. Lo trasladaron a Automotores Orletti, donde lo interrogaron bajo tormentos, obteniendo la dirección de la casa de Orlinda Falero y Muñoz Barbachán.

    Con esta información, en coordinación con las fuerzas represivas uruguayas, el grupo represivo que actuaba en Orletti realizó un nuevo operativo el 9 de junio de 1976 en el domicilio de la calle Artigas 1794, Piso 5° de esta Ciudad, lugar en el que secuestraron a Orlinda Falero y José Luis Muñoz Barbachán.

    El hecho ocurrió en la jurisdicción de la Zona I, Subzona Capital Federal, entonces a cargo de Jorge Carlos Olivera Róvere; concretamente, dentro del Área IV, cuya sede era el Batallón de Arsenales 101, a cargo de Julián Eduardo Capanegra.

    Conforme se acreditó en este debate, entre la madrugada y la mañana de ese 9 de junio, ingresaron al departamento alrededor de 10 ó 12 hombres portando armas largas y cortas; algunos vestían uniformes y llevaban gorros con insignias blanca y celeste.

    Estos obligaron a Falero y a Muñoz Barbachán a vestirse, les colocaron capuchas en la cabeza y los forzaron a salir del departamento.

    Los condujeron en camiones del Ejército al CCD Automotores Orletti, donde los mantuvieron privados de la libertad en condiciones inhumanas de alojamiento.

    A cada uno y por separado, los sometieron a largos interrogatorios bajo tormento, donde represores de nacionalidad uruguaya les preguntaron insistentemente sobre quiénes eran y cuáles eran sus actividades. En el caso de Muñoz Barbachán, los tormentos consistieron en pasajes de corriente eléctrica en su cuerpo, que había sido mojado al efecto. A Orlinda Falero la desnudaron, le ataron los brazos hacia atrás, y así la subían y la bajaban. Cada vez que descendía, le pegaban con un palo.

    Les preguntaron por Montoneros, por el PRT, por el PVP y por otros uruguayos. Además de los agentes uruguayos, Muñoz Barbachán identificó a Raúl Antonio Guglielminetti como uno de sus interrogadores.

    En una oportunidad, a Falero la llevaron hasta un escritorio donde le exhibieron fotos de uruguayos, entre los que estaban Michelini, Gutiérrez Ruiz y Whitelaw.

    Mientras tanto, la interrogaban sobre la organización a la que pertenecían; le preguntaban si conocía a otros uruguayos que habían estado detenidos en Uruguay; y también sobre la correspondencia que recibía desde Suecia.

    Muñoz y Falero permanecieron secuestrados en el CCD Automotores Orletti entre 4 y 6 días, transcurridos los cuales fueron conducidos hasta una habitación, donde personal argentino no uniformado y una persona de nacionalidad uruguaya les informaron que serían liberados, pero que debían presentarse en el batallón donde antes habían estado detenidos en Uruguay. Muñoz Barbachán identificó a Manuel Cordero Piacentini como el uruguayo que integraba el grupo.

    Les colocaron una capucha en la cabeza, los subieron a un auto, y luego de andar un tiempo, les quitaron las capuchas y les preguntaron dónde querían que los dejaran. Fueron liberados en la zona de Floresta.

    Desde allí se dirigieron a la casa de un amigo médico, quien curó sus heridas, y los alojó durante aproximadamente cuatro días, hasta que pudieron contactarse con ACNUR para salir del país.

    Finalmente partieron a Francia en un vuelo junto a otros refugiados de ACNUR y CIME (Comité Intergubernamental de Migraciones Europeas), en su mayoría de nacionalidad chilena.

    Al no presentarse al lugar de trabajo, la empresa en la que trabajaba Muñoz Barbachán envió un médico a su domicilio. Esta persona tomó conocimiento de lo ocurrido a través de los dichos del portero, y así la noticia del secuestro llegó a sus padres, quienes viajaron a Buenos Aires para tratar de encontrar a su hijo.

    De acuerdo a lo relatado, podemos concluir que el secuestro de Orlinda Falero y el de José Luis Muñoz Barbachán; el alojamiento de ambos en Automotores Orletti, los interrogatorios a los que fueron sometidos y los tormentos que sufrieron en ese CCD, son un ejemplo más del accionar coordinado de las fuerzas represivas argentinas y uruguayas bajo el andamiaje informativo, logístico, operativo e ideológico atribuible a la asociación ilícita que denominamos “Operación o Plan Cóndor”.

     

    Prueba

    Los hechos afirmados precedentemente surgen de la valoración conjunta de múltiples elementos de prueba incorporados al juicio, que ahora pasaremos a detallar.

    En este debate, tanto Falero como Muñoz Barbachán dieron cuenta sobre sus respectivas participaciones en el Movimiento 26 de Marzo-Tupamaros; y sobre la detención y posterior persecución que ambos sufrieron en Montevideo, circunstancias que los llevaron a trasladarse a Buenos Aires.

    En este punto, contamos también con un listado de personas uruguayas cuya captura fue requerida donde figuran los nombres de Orlinda Falero y José Luis Muñoz Barbachán. Este listado, emitido por la Policía de Montevideo, lleva un sello de la Agregaduría Militar de la Embajada de Uruguay en Paraguay. Este documento, que incluye fotografías, integra el acervo documental del denominado Archivo del Terror y fue remitido por el NSA. Evidentemente, se trata de una copia entregada a la División de Investigaciones de la Policía de Asunción en mayo de 1975, que coincide con las capturas en esa ciudad de Amílcar Santucho y de Jorge Isaac Fuentes Alarcón, antecedentes inmediatos de la formalización del marco de coordinación represiva regional llamado Cóndor. Documento 1.

    Falero y Muñoz coincidieron también en que, al llegar a Buenos Aires recibieron la ayuda de Carlos Boggio, representante del ACNUR, que les prestó su casa para que pudieran vivir.

    Se encontraron también con Luis Muñiz Sosa, quien les recibía las cartas de sus amigos en el exilio.

    Ambos reconstruyeron el camino que realizaron las fuerzas represivas hasta llegar a ellos, en particular el secuestro de su amigo Muñiz Sosa, que coincide con el relato que realizó Muñiz Sosa en su declaración de Fs. 10778/10783, incorporada al juicio. En este marco, explicaron que fue a través de las cartas que las fuerzas represivas llegaron al domicilio de Luis Muñiz Sosa. Falero refirió además que mientras estaba en el CCD, advirtió que sus captores tenían copia de esas cartas, lo que da cuenta del trabajo de inteligencia realizado para interceptarlas.

    Durante la audiencia de debate quedó acreditado, a través de los dichos de Falero y Muñoz Barbachán que el 9 de junio de 1976 fueron secuestrados.

    Muñoz Barbarchán recordó que cerca de las 3 de la madrugada comenzó a sentir ruidos, por lo que se acercó a la puerta del departamento para ver qué ocurría. Pudo distinguir del otro lado a un hombre con un revolver que ingresó violentamente, junto con un grupo de personas. Lo apuntaron con un arma, lo obligaron a vestirse y le colocaron una capucha en la cabeza. Recordó también, que las personas que ingresaron a su casa tenían unas boinas con unos escudos celestes y blancos con inscripciones del Ejército Argentino. Muñoz Barbachán indicó que de su domicilio se llevaron un baúl con documentación del ACNUR que pertenecía a Carlos Boggio.

    Falero y Muñoz Barbachán, contaron también que fueron trasladados en un camión hasta Automotores Orletti; y que dentro del CCD se encontraron con Luis Muñiz Sosa, extremo en el que Muñiz Sosa coincide. Ambos se explayaron también sobre los interrogatorios bajo tormentos a los que fueron sometidos.

    Como dijimos anteriormente, las fuerzas represivas que operaban en el CCD Automotores Orletti, habían interceptado las cartas. En un interrogatorio, le leyeron una de las cartas a Muñoz Barbachán, donde se nombraba a una mujer llamada Nora Sánchez. Entonces, lo obligaron a llevarlos a la casa de esta persona. Muñoz Barbachán sabía que ella ya no vivía ahí. Cuando llegaron y no la encontraron, Muñoz Barbachán recibió una nueva golpiza.

    Muñoz agregó que fueron llevados al Hotel Pinot, donde sus captores secuestraron a un grupo de refugiados chilenos. Esto adquiere particular relevancia porque recordó que Guglielminetti, a quien identificó como uno de los que ingresó a su domicilio y que fue el que daba las órdenes y lo interrogó, refiriéndose al secuestro de los chilenos expresamente dijo: “la piola viene cagada, hay orden de arriba de soltar a esa gente”.

    Incluso refirió, al momento de detallar las averiguaciones emprendidas para encontrarlos, que sus padres hablaron con Guy Prim, quien les explicó que su hijo y nuera habían desaparecido al mismo tiempo que los ciudadanos chilenos.

    De acuerdo a las fechas en que se desarrollaron los eventos, debemos concluir que estos hechos están relacionado con el robo de los documentos de los refugiados de la Comisión de Inmigración Católica del 9 de junio de 1976, que dio lugar al secuestro de 24 refugiados extranjeros, en su mayoría chilenos, el 11 de junio y liberados al día siguiente.

    La información sobre estos hechos surge de los documentos remitidos por el NSA en la causa Orletti, que fueran incorporados a este debate. Documento 2.

    Sobre el momento en el que les comunicaron que los iban a liberar, Muñoz Barbachán declaró lo siguiente:

    “Nos llevan, a mí y a Falero, a una sala donde había gente de civil y una persona nos dice ‘Se sacaron la lotería los vamos a liberar.´ Entonces en ese momento Falero me dice: ‘y claro cómo no nos van a liberar si nosotros no estábamos haciendo nada’, entonces yo la toco con el pie disimuladamente para que se calle y este oficial que era Uruguayo me dice: ‘No, así no, tenés que pegarle más porque la próxima vez le vamos a pegar nosotros[… ] Estas personas eran uruguayos, nos dimos cuenta por la tonada y las cosas que hablaban: conocían el Batallón 3, la Virgen de Lourdes, al teniente coronel Arrondo, etc… Creo que esa persona es el señor Cordero. Lo digo sin tener la precisión exacta porque mientras estábamos en Orletti siempre escuchábamos nombres como Turco y Manolo.”

    Si relacionamos estas palabras con el resto de los testimonios de los sobrevivientes, no caben dudas de que, efectivamente, el represor uruguayo que espetó esa frase fue el imputado Manuel Juan Cordero Piacentini.

    Falero, coincidió en que las personas que les hablaron en ese momento eran uruguayas, y agregó que la indicación al liberarlos fue que debían presentarse ante el comandante a cargo del Batallón donde habían sido detenidos en Uruguay.

    Ambos testigos dieron detalles de la liberación. Orlinda Falero acompañó, al momento de prestar declaración testimonial en el juicio de la causa n° 1.627, una nota periodística del día que salieron del país junto a un grupo de chilenos. Documento 3.

    Como adelantamos, la conjunta interpretación de la prueba acredita los secuestros, los cautiverios bajo condiciones inhumanas y los tormentos específicos aplicados tanto a Falero como a Muñoz Barbachán. También acredita que todo ello sucedió como producto y dentro del contexto de la coordinación represiva regional, bajo el marco del denominado Plan Cóndor.

    Por las privaciones ilegítimas de la libertad y los tormentos sufridos por Orlinda Brenda Falero Ferrari y José Luis Muñoz Barbachán, acusamos a Miguel Ángel Furci.