Imputados de Zona I. Subzona Capital Federal

Zona I. Subzona Capital Federal

Cuestiones generales ZI y de las SZ de la ZI

Como ya mencionamos, el territorio de la Ciudad de Buenos Aires, así como la casi totalidad del de la provincia de Buenos Aires y la provincia de La Pampa, estaba a cargo de la Zona de defensa I, que había sido asignada al Comandante del Primer Cuerpo de Ejército.

Entre enero de 1976 y el mismo mes de 1979 ocupó ese cargo Carlos Guillermo Suárez Mason. Luego, desde febrero de 1979 a diciembre de 1980 lo ocupó Jorge Olivera Rovere, quien fue sucedido por Antonio Domingo Bussi, que permaneció en el cargo hasta diciembre de 1981, cuando fue reemplazado por Cristino Nicolaides, que se desempeñó en el cargo hasta julio de 1982.

Ya vimos que la Zona I fue dividida en siete subzonas.

Como ya explicamos, para llevar adelante la coordinación de las tareas de inteligencia y las operaciones militares y de seguridad con los comandos de subzona que dependían de ella, el comando de la Zona de Defensa I se valía del Departamento III de Operaciones de su Estado Mayor, y de dos organismos creados al efecto. Por un lado el COTCE (Comando de Operaciones Tácticas de Cuerpo de Ejército), que tenía como función el planeamiento, coordinación, supervisión y ejecución de las operaciones en general. Y por otra parte, la Central de Operaciones e Inteligencia (COI), creada en cumplimiento de lo dispuesto por la Orden Parcial 405/76, cuya función consistía en “coordinar e integrar las acciones de inteligencia y las operaciones de seguridad de carácter inmediato”. Documento 1. Esta central dependía del Departamento II de Inteligencia del Comando del Primer Cuerpo de Ejército. Así surge del informe confeccionado por el Grupo de Trabajo sobre Archivos de las Fuerzas Armadas, dependiente de la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa, en particular del análisis que allí se efectúa de los legajos del personal que revistó en ese departamento entre 1976 y 1978.

Pero además de la coordinación ejercida a través del Departamento III, del COI y del COTCE, el comandante de la Zona I hacía reuniones periódicas con los comandantes de subzona, al menos cada quince días. Recordemos que esto fue reconocido por el propio Suarez Mason, en su declaración ante la Cámara Federal porteña, incorporada al debate.

Hay un documento proveniente del archivo de la ex-DIPPBA, identificado como Mesa ‘DS’ Carpeta Varios Legajo 7307, que ilustra el modo en que el comando de zona emitía órdenes a las dependencias a su cargo o bajo su control operacional. Se trata de una orden firmada por el propio Suarez Mason y fechada el 7 de enero de 1977, en la cual requiere la detención de Luís Zalazar. Documento 2. En la orden se indica que Zalazar había desertado del Batallón Aviación Ejército 601, y que según informes de la Policía Federal era buscado por pertenecer a Montoneros. Aclara también, que en caso de ser encontrado se debía informar de inmediato al Departamento III del Comando del Cuerpo de Ejército 1. De acuerdo a lo que surge del distribuidor, esa orden fue recibida por los comandos de las siete subzonas a cargo de la Zona I, la Policía Federal Argentina y la Policía de la provincia de Buenos Aires. De acuerdo a los registros de la CONADEP, Luís Zalazar se encuentra desaparecido.

 

Sub-zonas

Como ya hemos visto, los comandos de subzona eran responsables de las operaciones militares y de seguridad que se ejecutaban en la jurisdicción a su cargo. En cumplimiento de esta responsabilidad, se ocupaban de realizar las maniobras de coordinación necesarias para que las operaciones se desarrollaran de manera exitosa. Esta responsabilidad no se limitaba a las operaciones ejecutadas por elementos de su propia organización, sino que se extendía a las realizadas por elementos ajenos dentro de su territorio. Se ocupaban, además, de conducir y coordinar con las subzonas vecinas las operaciones que elementos propios debían ejecutar fuera de su jurisdicción.

Así surge expresamente de la Orden de Operaciones 9/77 impartida por el comando de la Zona I y, como veremos, se verifica en las tareas efectivamente desarrolladas por los distintos comandos de subzona. Entre las operaciones bajo su responsabilidad, estaban los llamados operativos de “ejecución de blancos”, que no eran otra cosa que allanamientos ilegales y privaciones ilegales de la libertad. Ya hemos explicado los distintos modos en que podían originarse los blancos, la manera en que eran ejecutados, y cómo se coordinaba, en los distintos momentos de la operación, con el Comando de Zona; ya sea a través del Departamento III de Operaciones o del COTCE. Como vimos, todo esto se encuentra detallado en el anexo 4 de la ya mencionada orden de operaciones 9/77. Documento 3.

 

Subzona Capital Federal
Cuestiones Generales

A fin de abordar la responsabilidad de los imputados Lobaiza, Alespeiti, Vañek y Menéndez, desarrollaremos a continuación el modo en que estaba organizada la estructura represiva en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.

Una de las siete sub-zonas en las que había sido dividido el territorio a cargo de la Zona de Defensa 1, era la Subzona Capital Federal. Como el comando del Primer Cuerpo de Ejército tenía su asiento en esta ciudad, más precisamente, en los cuarteles de Palermo, el comando de la Subzona Capital Federal quedó a cargo del segundo comandante de ese cuerpo, de conformidad con una práctica que, ya hemos mostrado, era habitual. Ocuparon ese cargo entre 1976 y 1982, los generales Jorge Carlos Olivera Róvere (1976), José Montes (1977), Andrés Aníbal Ferrero (1978), José Rogelio Villareal (1979 y 1980) y Mario Alfredo Piotti (1981 y 1982).

Para comprender el funcionamiento de esta subzona, es importante tomar en consideración que el territorio de la Capital Federal, junto al Gran Buenos Aires y la Ciudad de La Plata y sus alrededores, había pasado a ser, a partir de 1976, la prioridad número uno en el desarrollo de la denominada “lucha antisubversiva”. Así surge, por ejemplo, de las directivas 405/76 y 504/77.

Por otra parte, también debe tenerse en cuenta las dificultades que ofrecía el territorio a cargo de la Subzona. Se trata de un territorio relativamente pequeño –en comparación con el territorio de otras subzonas-, pero muy densamente poblado, el más densamente poblado del país.

Finalmente, otro factor a considerar es que en su territorio no sólo operaban fuerzas que estaban bajo control del comando de subzona. En efecto, hemos visto cómo, dentro del territorio de la Capital Federal, realizaban operaciones, por ejemplo, grupos dependientes de la Secretaría de Inteligencia, de la Zona de Defensa IV o de la Armada. Operativos que, como vimos, eran realizados en coordinación con el comando de subzona y en los que, muchas veces, actuaban en apoyo fuerzas dependientes de ese comando.

Este escenario exigió un particular esfuerzo de coordinación por parte del comando de subzona y un trabajo intenso por parte de las jefaturas de área a su cargo, las que, como vimos, tenían el manejo inmediato del territorio.

 

Funciones

De conformidad con la estructura que ya hemos descripto, el Comando de la Subzona Capital Federal también había organizado un COT. Y era a través de él que recibía instrucciones por parte del COTCE de la Zona I, a la vez que rendía cuentas del cumplimiento de esas instrucciones por parte de los elementos a su cargo. Asimismo, era a través del COT que transmitía las órdenes a las jefaturas de área que, como veremos, dependían de ella, y recibía, a su vez, la información sobre las novedades que se producían en cumplimiento de esas órdenes.

Por otra parte, a diferencia de otras subzonas, el comando de la subzona Capital Federal no tuvo asignado un destacamento de inteligencia hasta que, en 1979, fue puesto en funcionamiento el destacamento 103, cuyo primer jefe fue Mario Alberto Gómez Arenas. Así surge de las reconstrucciones realizadas por D’andrea Mohr y los hermanos Mittelbach en sus obras incorporadas al debate. Y también de la declaración prestada por Suárez Mason ante la Cámara Federal en 1988. Allí explica que, como el destacamento de inteligencia del cuerpo -se está refiriendo al Destacamento 101-, tenía asiento en la Ciudad de La Plata, fue asignado al Comando de Subzona 1.1, que como vimos tenía a ese partido dentro del territorio a su cargo, y no al de la Subzona Capital Federal. Agrega que, ante esta circunstancia, se nutrían de las unidades de inteligencia dependientes del Comando en Jefe del Ejército.

Hay un documento del archivo de la ex–DIPPBA que muestra cómo, efectivamente, tanto el comando de zona como el de subzona recibían directamente información vinculada con la llamada lucha antisubversiva. Se trata de un parte informativo producido por Superintendencia de Seguridad Federal, que recordemos dependía del comando de subzona. Su texto hace referencia a la existencia de información que daría cuenta de una posible reunión de elementos subversivos a la que concurrirían invitados de Bolivia, Córdoba y Tucumán. El parte, además de encontrarse dirigido a los grupos de tareas que operaban dentro de la Capital Federal y a la DIPPBA, está dirigido al Cuerpo de Ejército I, específicamente a los Departamentos de Operaciones e Inteligencia y al Comando de Subzona Capital Federal. Documento 4.

Para el cumplimiento de sus funciones, la Subzona tenía agregadas a su comando tres dependencias de la Policía Federal: la Superintendencia de Seguridad Federal, la Superintendencia de Seguridad Metropolitana y la Superintendencia de Tráfico Ferroviario. Tenía, además, bajo su control operacional las siguientes unidades del Servicio Penitenciario Federal: la 2 -actualmente el Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad de Buenos Aires-, la 3 -actualmente el Complejo Penitenciario Federal IV de Mujeres-, la 16 -un complejo anexo a la ex-Cárcel de Caseros- y la 20 -actualmente el Servicio Psiquiátrico para Varones-. Así surge de la Orden de Operaciones 9/77, y de la declaración prestada por José Montes, incorporada por lectura al debate.

De particular importancia resultaba para la estructura de la subzona Capital Federal su vinculación con Superintendencia de Seguridad Federal, en particular con su Dirección General de Inteligencia. Recordemos que la subzona careció de un destacamento de inteligencia hasta 1979, razón por la cual, como hemos visto, se nutría de otros organismos de inteligencia que operaban dentro de su territorio. Es por ello que para facilitar esta relación se había designado un personal para que sirviera de enlace entre la estructura de inteligencia de Superintendencia de Seguridad Federal y el Comando de Subzona y las jefaturas de área que dependían de él.

Así surge, por ejemplo, de las declaraciones prestadas por Juan Antonio del Cerro ante la justicia federal de esta ciudad durante el año 1985. Allí, del Cerro explicó que entre fines de 1977 y principios de 1979 fue integrante del cuerpo de informaciones de la Superintendencia de Seguridad Federal y que prestó funciones en la Dirección General de Inteligencia. Detalló que actuaba como oficial de enlace entre Seguridad Federal y la Subzona Capital Federal, y que en cumplimiento de esa misión tenía contacto con las áreas militares que dependía de ella. Sostuvo haber tenido contacto, en cumplimiento de sus tareas, con Mario Alberto Gómez Arenas y con el Coronel Roualdés, quien, como veremos, efectivamente cumplía funciones para el Comando de Subzona.

Por otra parte, en cumplimiento de estas funciones, elementos del Comando de Subzona Capital Federal participaban en las operaciones que se realizaban dentro de su territorio. Así surge, por ejemplo, del Boletín Público del Ejército 4254, incorporado por lectura al debate. Allí obra inserta la resolución por la cual el Comandante del Primer Cuerpo de Ejército, Suárez Mason, autorizó a un grupo de oficiales a aceptar la distinción “Honor al Combate”, concedida por el Comandante en Jefe de la Armada el 10 de septiembre de 1978. Documento 5. Se explica que la distinción fue concedida a propuesta del Director de la Escuela de Mecánica de la Armada y Comandante del Grupo de Tareas 3.3, por haber colaborado en forma activa con ese grupo de tareas durante los años 1976 y 1977.

Entre los oficiales distinguidos, al menos dos, cumplían funciones en el comando de Subzona. El ya nombrado coronel Roberto Leopoldo Roualdés y el mayor Guillermo Antonio Minicucci. Así surge del informe confeccionado con relación a la Subzona Capital Federal por el Grupo de Trabajo sobre Archivos de las Fuerzas Armadas antes mencionado.

Por otra parte, el propio Roualdés reconoció haber prestado funciones como jefe de la Plana Mayor del Comando de la Subzona Capital Federal, entre los años 1976 y 1978, en su declaración prestada en 1984 ante la justicia federal de San Martín, y que fuera incorporada por lectura a este debate.

 

Relación con los centros clandestinos de detención

Ya hemos explicado las funciones que desempeñaban los comandos de subzona y las jefaturas de área y subárea bajo su dependencia, respecto de los Centros Clandestinos de Detención instalados en el territorio a su cargo.

En el caso de la Subzona Capital Federal, su comando, al igual que las dependencias a su cargo, ejercieron particular incidencia en el funcionamiento del circuito represivo conocido como ABO. Se trata de un mismo centro clandestino que modificó su sede en dos oportunidades. Así, el primer centro fue conocido como “el Atlético”, y estaba ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, en el inmueble donde anteriormente funcionó la División Suministros de la Policía Federal Argentina, sito en la manzana delimitada por las Avenidas Paseo Colón y San Juan, y las calles Cochabamba y Azopardo. El segundo fue conocido como “el Banco”, se encontraba emplazado en el predio ubicado en la intersección de la Autopista Ricchieri y Camino de Cintura (Ruta Nacional Nro. 4), en Puente 12 de Ciudad Evita, Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires. El tercero fue conocido como “el Olimpo”; y se encontraba ubicado en la intersección de la calles Lacarra y Ramón L. Falcón del barrio porteño de Floresta, donde funcionó anteriormente la División Mantenimiento de Automotores de la Policía Federal Argentina.

Este circuito fue operado, principalmente, por personal de la Policía Federal, en particular por personal que prestaba funciones en la Superintendencia de Seguridad Federal, la cual, recordemos, se encontraba bajo control del comando de Subzona Capital Federal. La existencia de este circuito represivo surge de múltiples testimonios. Entre ellos, de los prestados en el marco del juicio celebrado en la causa conocida como ABO por Daniel Aldo Merialdo, Norma Teresa Leto, Porfirio Fernández, Graciela Irma Trotta, Isabel Teresa Cerruti, Isabel Fernández Blanco, Susana Caride, Carlos Enrique Ghezan y Mario César Villani, que fueron incorporados a este debate; también se desprende de las declaraciones volcadas en la audiencia por Ana María Careaga y Alberto Próspero Barret Viedma; y de la denuncia formulada por Horacio Guillermo Cid de la Paz y Oscar Alfredo González ante Amnistía Internacional, que forma parte del Legajo CONADEP n° 1713. Documento 6.

Pero además, la existencia del llamado circuito ABO y las condiciones de funcionamiento antes descriptas, se dieron por acreditadas en la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 2 de esta Ciudad en el mencionado juicio del circuito ABO (causas n° 1668 y 1673), sentencia que fue confirmada por la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal. Allí, además, se dio por acreditado que a mediados de 1978 la jefatura del Centro Clandestino, que para esa época funcionaba en “el Banco”, quedó a cargo del Mayor del Ejército Guillermo Antonio Minicucci. Así surge, por ejemplo, de la denuncia de Cid de la Paz y Oscar González, y los dichos prestados en la audiencia por Barret Viedma, elementos a los que ya nos referimos. Recordemos que Guillermo Antonio Minicucci cumplía funciones en el Comando de Subzona Capital y que fue unos de los dos oficiales de ese comando distinguido por haber colaborado con el Grupo de Tareas 3.3 que operaba desde la Escuela de Mecánica de la Armada.

División en áreas

De acuerdo a la lógica con la que, según ya expusimos, se montó la estructura represiva, la Capital Federal fue dividida en siete áreas. El Área I, fue asignada a la Policía Federal, que como vimos se encontraba bajo control operacional del Comando de Zona I; el Área II, al Regimiento de Infantería I, Patricios; el Área III, al Regimiento de Granaderos a Caballo; el Área IIIa, a la Escuela de Mecánica de la Armada; el Área IV, al Batallón de Arsenales 101; el Área V, al Grupo de Artillería de Defensa Área 101; y el Área VI, a la Fuerza de Tareas 3.4 de la Armada.

Esta estructura surge de las reconstrucciones realizadas en sus obras por D’andrea Mohr y los hermanos Mittelbach, del informe confeccionado respecto de la Subzona Capital Federal por el Grupo de Trabajo sobre Archivos de las Fuerzas Armadas del Ministerio de Defensa; y de la información suministrada en sus declaraciones incorporadas al debate por José Montés, Jorge Alberto Muzzio y Carlos Guillermo Suárez Mason. Surge, además, del Suplemento I del Acta Acuerdo celebrada entre los Comandante de la Zona I y la Zona IV. Como ya vimos, allí se detallan los canales de comunicación que debían ser utilizados por las distintas unidades dependientes de ambos comandos, y expresamente se hace referencia a las distintas áreas de la Subzona Capital Federal y las dependencias que estaban a cargo de ellas. Por otra parte, debemos mencionar que, según la obra de los hermanos Mittelbach, confirmada por algunas referencias dadas en sus declaraciones por Montes y Suárez Mason, también habría sido asignada a la Fuerza Aérea una pequeña área, que abarcaba el aeroparque metropolitano y sus alrededores.

Las jurisdicciones de las áreas fueron establecidas en función de la ubicación de las unidades a las que habían sido asignadas, y los límites de cada jurisdicción fijados a partir de los límites de las Seccionales de la Policía Federal, utilizando como referencia la división en Zonas de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, la que, como ya explicamos, había sido agregada al Comando de la Subzona Capital Federal. En efecto, la Policía Federal ya tenía, para ese momento, el territorio de la Capital Federal dividido en seis zonas, a cada una de las cuales le correspondía una cantidad determinada de Comisarías, tal como surge de la Orden del Día Reservada n° 5 emitida por dicha fuerza el 19 de marzo de 1976 e incorporada al debate. Fue entonces, tomando como referencia esta zonificación, que se establecieron las jurisdicciones de las áreas de defensa de la Capital Federal.

Así, a la Policía Federal, cuyo departamento central se ubicaba en la manzana comprendida por la avenida Belgrano y las calles Moreno, Virrey Cevallos y Presidente Luis Sáenz Peña, se le asignó el área del microcentro porteño. Al Grupo de Artillería de Defensa Aérea, ubicado en la localidad de Ciudadela, partido de Tres de Febrero, se le asignó un territorio ubicado en el suroeste de la ciudad, limítrofe con ese partido de la provincia de Buenos Aires. Al Batallón de Arsenales 101, ubicado en la localidad de Villa Martelli, partido de San Martín, se le asignó la zona noroeste de la Ciudad, lindera con esa localidad de la provincia. A la ESMA, por su parte, que como sabemos se ubicaba sobre la avenida del Libertador en el barrio de Núñez, le correspondía los alrededores del predio en donde tenía su sede. A la Fuerza de Tareas 3.4 de la Armada, cuya sede se ubicaba en el edificio Libertad, se le asignó la zona ribereña del sur de la ciudad. Y finalmente, entre el Regimiento de Infantería I de Patricios, ubicado en los cuarteles de Palermo, en la intersección de las Avenidas Bullrich y Luís María Campos, y el Regimiento de Granaderos a Caballo, ubicado a pocas cuadras, se repartieron el territorio correspondiente al corredor norte de la Ciudad.

La delimitación de las jurisdicciones de las áreas de la Capital Federal, a partir de los ámbitos territoriales correspondientes a las Comisarías de la ciudad, surge de la ya mencionada reconstrucción realizada por los hermanos Mittelbach, en particular del mapa que forma parte de esa obra, en donde se encuentran marcados los límites de las áreas y las comisarías que se encuentran dentro de cada una de ellas. Estos límites son, más allá de algunas pocas diferencias, coincidentes con los establecidos por D’andrea Mohr en su obra Memoria Debida también incorporada al debate.

Señores jueces: Lo que no debe perderse de vista es que la utilización de las jurisdicciones policiales para establecer sus límites era una necesidad que se derivaba de las funciones de las jefaturas de área.

Como ya hemos visto, las tareas de las áreas estaban vinculadas con el control inmediato del territorio, lo que les exigía un esfuerzo de coordinación permanente con las fuerzas policiales que actuaban allí, en particular para garantizar la denominada área liberada. En este esquema era necesario que cada comisaría estuviera bajo jurisdicción de sólo una jefatura de área, para evitar recibir instrucciones contradictorias, lo que podía comprometer el éxito de las operaciones.

Por otra parte, señores jueces, también debe tenerse en cuenta que las jurisdicciones de las Comisaría de la Ciudad de Buenos Aires habían sido modificadas en febrero de 1976 a través del decreto 428/76, cuando Albano Harguindeguy era jefe de la Policía Federal. Documento 7. Para realizar esa modificación se tuvo especialmente en cuenta, y cito de los considerando del decreto:

“que expresiones surgidas de la criminalidad violenta, la lucha contra los extremismos subversivos que atentan contra la fisonomía de nuestro sistema político, económico y social y todas aquellas conformaciones distorsivas en que le corresponde actuar a la PFA, demandan la obligatoria y permanente revisión de su orgánica funcional para adecuarla a la necesidad común”

Estas consideraciones, muestran que esa modificación se realizó teniendo en cuenta las necesidades que surgían de la implementación de la denominada “lucha contra la subversión” y el modo en que, en definitiva, iba a terminar de ser estructurada poco tiempo después.

Por otra parte, confirma este modo de estructurar las áreas el legajo del teniente coronel Francisco Domingo Michelli, relevado en el informe por el Grupo de Trabajo sobre Archivos de las Fuerzas Armadas. Michelli fue jefe del Batallón de Arsenales 101y como, tal jefe del Área IV. En un reclamo a la Junta de Calificación de Oficiales de 1987 sostuvo lo siguiente:

"Fui designado Jefe del Batallón de Arsenales a fines de 1979, debiendo centrar el esfuerzo en las dos misiones simultáneas de la unidad en esa época: la netamente operativa, referida principalmente a las actividades propias de la LCS, que implicaba jurisdicción sobre la cuarta parte de la capital con 7 comisarías bajo control operacional”

Este dato, resulta coincidente con el mapa que forma parte de la obra de los hermanos Mittelbach, de acuerdo al cual el Área IV, efectivamente, tenía siete comisarías dentro de su territorio: las n° 41, 43, 44, 45, 47, 50 y 13, composición que es coincidente con la de la Zona IV de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Policía Federal Argentina. Para mostrar que no se trata de una coincidencia azarosa, es importante destacar que el Área IV es la única que tiene siete comisarías dentro de su jurisdicción.

En este mismo sentido, el informe releva el legajo del sargento primero Pedro Ramón Mila, quien también cumplió funciones entre 1978 y 1979 en el Batallón de Arsenales 101. Allí se encuentra registrada una sanción firmada por el jefe del batallón por "realizar un operativo en apoyo de la Comisaria 44 sin la autorización del área IV, regresar al cuartel y no dar la novedad y aceptar elementos secuestrados por la policía". Esto muestra que efectivamente la Comisaría 44 se encontraba dentro de la jurisdicción del Área IV, y confirma el modo que se encontraban determinados los límites de las áreas de la Capital Federal.

Finalmente no podemos dejar de recordar que en su pronunciamiento respecto de la sentencia dictada en la causa conocida como “jefes de área”, la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal dio por acreditado que los límites de las áreas militares de la Capital Federal fueron establecidos a partir de las jurisdicciones de las comisarías y la división en Zonas de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.

Señores jueces: Esta fue una muy breve descripción de la forma en que, a los fines de la denominada “lucha contra la subversión”, se dividió el territorio de la Capital Federal.

Pasaremos ahora a tratar la responsabilidad de los imputados que tuvieron dominio territorial sobre ella.