Imputados de Manuel Juan Cordero Piacentini

Manuel Juan Cordero Piacentini

Carrera militar. Aspectos Generales

Manuel Juan Cordero Piacentini ingresó al Ejército de la República Oriental del Uruguay en marzo de 1956, y se retiró de esa institución en 1991 con el grado de Coronel. Sus primeros años en la institución estuvieron caracterizados por pobres calificaciones y abundantes sanciones. Sólo durante su período como cadete, recibió 94 días de arresto riguroso, y durante sus primeros siete años como oficial fue sancionado con un total de 53 días de arresto.

Estos son algunos de los comentarios que su desempeño mereció por parte de sus superiores durante ese período “absoluta falta de responsabilidad, negación del sentimiento del deber, falta de dominio de sí mismo”, “falta de dedicación al trabajo”, “absoluta falta de capacidad para el mando”[1].

 

Antecedentes de participación en actividades represivas en Uruguay. Grupo de Artillería n° 5

Sin embargo, a partir de determinado momento, la carrera de Cordero Piacentini en el ejército dio un vuelco de 180 grados. Ya no sólo dejamos de encontrar en su legajo sanciones y comentarios despectivos sobre su desempeño, sino que se multiplican los elogios y felicitaciones. Si nos atenemos a las constancias de su legajo, la explicación de ese cambio tan rotundo parece ser muy sencilla: Cordero Piacentini había empezado a cumplir funciones en acciones vinculadas con la llamada “lucha antisubversiva”.

En efecto, a partir de 1968, ya dentro del arma de Artillería, Cordero Piacentini empezó desempeñarse en el Grupo n° 5 de esa especialidad. Esta unidad militar cumplió un rol central en la feroz represión que se desató en Uruguay contra organizaciones políticas de izquierda en general, y en particular contra el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Decenas de personas pertenecientes a distintas organizaciones políticas fueron brutalmente torturadas en las instalaciones de esa unidad. Hubo un oficial que, en estas funciones, se destacó del resto: el entonces capitán Manuel Juan Cordero Piacentini.

Cordero permaneció en este destino hasta 1973, y fue allí donde pudo especializarse en las dos tareas que desarrollará durante los años siguientes: los operativos de secuestro y el interrogatorio bajo tormentos. También fue este el período en el que Cordero Piacentini comenzó a acumular información sobre las organizaciones políticas uruguayas, activo que, como veremos, marcó su carrera en el ejército uruguayo.

Son múltiples las menciones y felicitaciones que el desempeño de Cordero Piacentini mereció durante este período, pero resulta particularmente rico en este sentido el informe de calificación del período 1971/1972, que forma parte de su legajo personal. Son tan elocuentes esos comentarios que es necesario escucharlos textualmente. Allí, por ejemplo, se destaca su intervención en un operativo, en el que “a fin de constatar acciones ilegales llevadas a cabo por elementos subversivos”, “luego de recibir la misión panifica la misma, designa los efectivos, dispone los vehículos e imparte las ordenes correspondientes”. Documento 1.

En otra anotación, se menciona especialmente que: “[como] resultado de una paciente, tenaz y perseverante dedicación en el interrogatorio de un detenido, logra detener a otro y localizar un escondrijo enemigo”.

Y en otra, se deja la siguiente constancia:

“dando muestras una vez más de su tenacidad y dedicación total a la lucha antisediciosa, obtiene valiosísima información que da lugar a numerosas detenciones, una de las cuales realiza en la fecha. Demuestra con ello una profunda compenetración del esfuerzo sin pausas que la hora reclama, aparte de una habilísima aptitud para obtener y procesar información”.

Finalmente, también en ese informe, se registra que: “en horas de la madrugada lleva a cabo un operativo, como resultado de una paciente indagatoria logra la detención de un elemento importante y que hasta ese momento era insospechado”

Si hay algo que llama la atención de este informe de calificación del imputado Cordero Piacentini, son los recursos lingüísticos de sus superiores para encontrar eufemismos para referirse a sus habilidades como torturador. Es que debe quedar claro que cada vez que allí se habla de paciencia en la indagatoria, tenacidad en el interrogatorio o se destaca su aptitud para obtención información, se está hablando de su intervención en sesiones de tortura.

Impresiona ver cómo aquel oficial caracterizado por su “absoluta falta de responsabilidad”, su “falta de dedicación al trabajo” y su “absoluta falta de capacidad para el mando”, pasó a ser este oficial tenaz, perseverante, paciente, con “una profunda compenetración del esfuerzo sin pausas que la hora reclama”.

Pero no son estos los únicos rasgos salientes del desempeño de Cordero Piacentini en este tipo de funciones. Sabemos, además, que como torturador se destacó particularmente con las detenidas mujeres. En 1973 se sustanció en su contra un tribunal de honor a partir de la denuncia de una detenida que sostuvo haber mantenido una relación sentimental con él durante su cautiverio. Documento 2. De las actuaciones labradas en el marco de ese tribunal surge que el jefe del Grupo de Artillería 5 sostuvo, refiriéndose a Cordero, que “es de justicia, también manifestar, que como interrogador y particularmente con las detenidas fue de una eficiencia y tenacidad insuperable”, y que “fue un hombre múltiple y sin lugar a dudas el que más trabajó y rindió en la lucha antisubversiva”. Y afirmó, finalmente, que había “comprobado una antipatía general entre todas las detenidas hacía el señor capitán, posiblemente debido a su tenacidad en el interrogatorio” Esta circunstancia es reconocida en el descargo de Cordero Piacentini, en donde sostuvo que era lógico que intentaran desprestigiarlo “por haber sido, en particular, quien reunió las pruebas de la mayoría de las mujeres detenidas en mi unidad, quien las interrogó y causa casi total de su posterior procesamiento”. Más delante reconoce haber sido muy duro y que el combate se había transformado en algo personal para él. Para Cordero, y cito una vez más de manera textual: “la disyuntiva era los tupamaros o yo”.

Queda claro, entonces, el modo en que Cordero se comprometió con las actividades represivas. Es importante tenerlo en cuenta para comprender que estamos ante una persona que estaba exactamente en el lugar que quería estar, haciendo exactamente lo que quería hacer.

Este notable cambio en Cordero Piacentini, y su particular compromiso con sus funciones, no pasaron desapercibidos para sus superiores. Así, en la resolución que dispone absolverlo de la imputación que se había formulado en su contra en ese tribunal de honor, se destaca que, a partir de su ascenso a capitán, no registra constancias negativas y presenta, en cambio, numerosas anotaciones positivas, y se recalca particularmente, y una vez más cito textual, que en el informe de calificación del año 72 hay “diez anotaciones positivas en el marco de su participación en la lucha antisubversiva”. Se pone de manifiesto una vez más el punto de inflexión que significó en la carrera de Cordero Piacentini pasar a desempeñarse en actividades vinculadas con la llamada lucha contra la subversión.

Tal como dijimos anteriormente, este período no sólo sirvió para que Cordero perfeccionara sus habilidades como secuestrador y torturador, también le permitió acumular información sobre las organizaciones políticas uruguayas, algunas de las cuales, como ya veremos, se transformarán en una obsesión para Cordero. En este sentido, es importante tener en cuenta que algunos dirigentes que, posteriormente, integraron el Partido por la Victoria del Pueblo, estuvieron recluidos en el Grupo de Artillería n° 5 durante el período en el que estuvo allí Cordero Piacentini. Durante este debate hemos sabido que estuvieron allí, por ejemplo, León Duarte, Alberto Cecilio Mechoso Méndez, Pablo Recagno Ibarburú e Ivonne Trías Hernández. Esta última, además, explicó durante su declaración en este debate que, luego de ser detenida, le informaron que iba a ser trasladada al Grupo de Artillería 5 porque allí estaban los especialistas de la FAU. Recordemos, la FAU es la Federación Anarquista Uruguaya, que, posteriormente, se integró al PVP y que uno de sus máximos dirigentes, Gerardo Gatti, fue secretario general del PVP.

Pero la actuación de Cordero en esta época no se restringió a los límites del Grupo de Artillería 5. Enrique Rodríguez Larreta nos contó en esta audiencia de debate, que fue interrogado por Manuel Cordero mientras estuvo detenido, en esa época, en el Batallón Florida. En esa ocasión le preguntó por Pablo Recagno, que, como vimos, estuvo detenido en el Grupo de Artillería n° 5. También Raquel Nogueira Paullier recordó haber sido interrogada por Cordero en el lugar donde estuvo detenida en esa época y confirmó que Cordero estaba interesado en interrogar a su esposo, Enrique Rodríguez Larreta. Esto muestra cómo, ya en ese momento, Cordero Piacentini empezó a acumular la información que, como veremos, le permitirá ocupar un rol central en la persecución de los miembros del Partido por la Victoria del Pueblo.

 

 Sobre su participación en el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas

Pero, por supuesto, la participación de Cordero en actividades vinculadas con la llamada lucha antisubversiva no termina ahí. Su carrera siguió íntimamente vinculada a esa actividad y, como se verá, ninguno de los pasos que dio fue fruto del azar. Todos ellos fueron importantes para que Cordero cumpliera las funciones que, como demostraremos, cumplió en los hechos por los cuales lo acusamos. De ahí la importancia de repasar en detalle su carrera.

El esfuerzo de Cordero fue recompensado y, entre abril de 1973 y febrero de 1974, fue enviado a la Argentina a realizar el Curso Básico de Comando, luego de lo cual fue ascendido a mayor.

Entre 1974 y 1975, mientras realizó en el Instituto Militar de Estudios Superiores los estudios que le permitieron aprobar el curso de Estado Mayor, Cordero participó en operativos represivos en el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) de la División de Ejército I, tal como surge expresamente de su legajo.

Una vez más, la labor de Cordero no pasó desapercibida para sus superiores. Así, por ejemplo, una anotación inserta en su informe de calificación del período 1973/1974, da cuenta de que el “Mayor Cordero [realiza] enlaces con la policía que determinan en definitiva y posterior detención de presuntos sediciosos. Se encarga del trabajo de inteligencia, evidenciando en la oportunidad resolución, tenacidad, inteligencia y claro concepto del desempeño de sus obligaciones”. Documento 3.

Posteriormente, de una anotación del año 1975 surge que:

“en el día de la fecha el suscripto pudo comprobar que este Señor Jefe ante la necesidad de procesar información de gran valor, permanece trabajando durante un lapso de tiempo prolongado sin tomarse ningún descanso, demostrando con ello un sentido profundo del deber y un claro concepto en el desempeño de sus obligaciones”.

Finalmente, también se dejó asentado que “con los demás integrantes del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas confecciona un documento referente a los antecedentes, organización y actividades del “Movimiento 26 de Marzo” en la clandestinidad”.

Estas constancias muestran, una vez más, la dedicación y compromiso de Cordero con la represión ilegal que se desarrollaba en su país, pero también muestran una evolución en sus habilidades: Cordero tenía ahora el conocimiento y la destreza suficiente para reconstruir la organización de un movimiento político clandestino y, en función de esa reconstrucción, organizar su desarticulación. Son estas habilidades las que le permiten a Cordero acceder a su siguiente destino, el Servicio de Información de Defensa, conocido como SID.

Insistimos una vez más: No hay nada de azaroso en la selección de los destinos en los que Cordero Piacentini cumplió funciones. Cordero estaba, una vez más, en el lugar que quería estar, haciendo lo que mejor sabía hacer.

A esta altura, es importante destacar lo siguiente: Cordero cumplió funciones, de manera casi consecutiva, en tres organismos emblemáticos de la represión en Uruguay, el Grupo de Artillería n° 5, el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas y, ahora, en el SID. Cordero no era un cuadro cualquiera del ejército uruguayo, era un cuadro que estaba especialmente formado para estar en el lugar en el que estaba y que, como veremos, fue destinado a la realización de una misión muy particular.

 

Sobre su participación en el Servicio de Información de Defensa.

Como ya adelantamos, a partir del 24 de marzo de 1976 y hasta principios de 1977, Cordero Piacentini cumplió funciones en el SID. Como no podía ser de otra manera, lo hizo en el Departamento III, el operativo.

El jefe del Departamento era el Teniente Coronel Juan Antonio Rodríguez Buratti, el segundo, y jefe en los hechos, era José Nino Gavazzo, y el tercero en jerarquía era Manuel Juan Cordero Piacentini. Estas circunstancias surgen, en primer lugar, del legajo personal de Cordero, en particular de los informes de calificación correspondientes a los períodos 1975/1976 y 1976/1977.

También surge de la declaración de Julio César Barboza Pla, quien se desempeñó como personal civil en ese departamento durante el año 1976, y confirmó que allí cumplió funciones Cordero. Nos contó, además, que el jefe formal del departamento era Rodríguez Buratti, pero que, en los hechos, la jefatura era ejercida por Gavazzo, quien, formalmente, era su segundo jefe. Relató también que debajo de Gavazzo se encontraba Cordero, y describió la nomenclatura con la que eran identificados cada uno de ellos: 301 era Rodríguez Buratti, 302 Gavazzo y 303 Cordero. El “3” indicaba el departamento al que pertenecían, y el último número su jerarquía dentro del departamento.

La pertenencia de Cordero al Departamento III del SID, también surge de otras constancias de su legajo personal. En efecto, durante 1978 se sustanció, a pedido del propio Cordero, un nuevo tribunal de honor a raíz de un rumor sobre su comportamiento. De las constancias de ese tribunal -que se encuentran agregadas a su legajo personal- en particular de uno de los descargos de Cordero, surge que un amigo suyo había sido secuestrado por gente del SID, para interrogarlo sobre las preferencias sexuales de Cordero y si consumía drogas. De allí se desprende que esto sucedió en el año 1976, cuando él cumplía servicios en el Servicio de Información de Defensa.

Más delante, en ese descargo, surge que a ese amigo lo llevaron al sótano del SID, y que Cordero pudo deducir esto porque ese sótano lo había arreglado él cuando trabajaba “dentro del propio Servicio y dentro del Departamento Tres, que era el Departamento Operativo”. En esas mismas actuaciones, tanto Rodríguez Buratti como Gavazzo, confirmaron que el Departamento III del SID condujo, durante 1976, una investigación para determinar la conducta moral de Cordero Piacentini.

Ahora bien, tal como habíamos adelantado, Cordero fue asignado al Departamento III del SID para cumplir con una misión específica. Para el año 1976 las fuerzas represivas uruguayas se fijaron un nuevo objetivo: perseguir a los exiliados políticos radicados en Buenos Aires, particularmente a los vinculados al PVP. Para ello se decidió conformar un grupo especial que estuviera en condiciones de actuar en territorio argentino y en coordinación con fuerzas argentinas, en el marco de Cóndor. El grupo se integró, principalmente, por personal del Departamento III del SID, y estuvo a cargo del Mayor José Nino Gavazzo.

Una pieza esencial de ese grupo fue Manuel Juan Cordero Piacentini. Era el hombre perfecto para esa función. Como ya vimos, tenía vasta experiencia en actividades vinculadas con la denominada “lucha antisubversiva”. Para ser claros, Cordero sabía perfectamente cómo planificar y ejecutar un operativo de secuestro y era especialista en realizar interrogatorios bajo tormentos. Además, recientemente había pasado casi un año en Argentina realizando un curso de comando, razón por la cual tenía contactos aquí y estaba familiarizado con el terreno. Finalmente, gracias a sus funciones previas, ya poseía información sobre las personas que debían secuestrar y los partidos políticos a los que pertenecían. Recordemos, muchos de los exiliados políticos radicados en Buenos Aires, habían permanecido secuestrados en el Grupo de Artillería n° 5 a disposición de Cordero, o estaban conectados con alguien que había sido secuestrado o torturado por Cordero. Son estas habilidades las que hicieron de Cordero Piacentini una persona indispensable dentro de ese grupo, puesto que no sólo era capaz de obtener información, a través del secuestro y el interrogatorio bajo tormentos, sino que también podía procesar esa información para poder realizar nuevos operativos.

Fue ese grupo, con el aporte indispensable de Cordero Piacentini, el que, como ya vimos, planificó y ejecutó los operativos en los que fueron secuestrados, entre abril y octubre de 1976, al menos sesenta y siete personas, en su mayoría ciudadanos uruguayos pertenecientes o vinculados al Partido por la Victoria del Pueblo. El mismo grupo estuvo a cargo de sus posteriores traslados a centros clandestinos de detención, donde permanecieron cautivos en condiciones inhumanas y, como práctica general, fueron interrogados bajo tormentos. Estos hechos fueron llevados adelante en conjunto con fuerzas represivas argentinas, en particular con el grupo de agentes a cargo de Aníbal Gordon, y en el marco de Cóndor.

Durante el debate ha quedado acreditado cuáles fueron las tareas que, dentro de ese grupo, desarrolló Cordero Piacentini para llevar adelante esos hechos.

 

Cordero en Buenos Aires

Dado que las personas a secuestrar se encontraban radicadas en Argentina, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, sin perjuicio de la colaboración de las fuerzas argentinas, fue necesario que parte de este grupo permaneciera en esta ciudad de forma casi permanente.

En efecto, si bien, como vimos, la conducción de los operativos y del centro clandestino en el que luego eran alojadas las personas secuestradas estaba a cargo de las fuerzas argentinas, era indispensable, en todo momento, la presencia del personal uruguayo, pues eran los que tenían la información necesaria para realizar los operativos y procesar la nueva información obtenida a partir de ellos.

Por otra parte, su permanencia aquí permitía un contacto fluido con el resto del grupo, en particular con su jefe que, por lo general, permanecía en Uruguay. Ese contacto era indispensable para poder procesar la nueva información y cruzarla con la obtenida o archivada en ese país.

Ha quedado demostrado que, al menos durante el primer semestre del año 1976, uno de los miembros del grupo que permanecía de manera casi permanente en Buenos Aires, cumpliendo esas funciones, era Manuel Juan Cordero Piacentini. Esto surge, por un lado, del propio legajo personal de Cordero, en particular, de las actuaciones del tribunal de honor al que recién nos hemos referido.

En efecto, allí, de uno de los descargos formulados por Cordero, surge que durante 1976 estuvo un año junto con el capitán Arab en Buenos Aires, con quien reconoce haber tenido desinteligencias dado que “él estaba con una misión allá y medio se me desaparecía, no cumplía las misiones para las cuales él había ido”.

Por otra parte, de otro pasaje de ese descargo surge que él fue el responsable de haber llevado a Uruguay, en esa época, desde Argentina, autos Ford Falcón para ser utilizados por personal del SID y además afirma que “yo iba y venía, yo era el delegado que estaba allá, yo quedaba allá”.

Pero estos no son los únicos elementos de los que surge la presencia continua de Cordero Piacentini en nuestro país para esa época. Julio César Barboza Pla, a cuya declaración ya nos hemos referido, sostuvo que si bien no recordaba que Cordero permaneciera en Buenos Aires tanto como el Capitán Arab, sí recordaba períodos completos en los que no se lo veía, luego de los cuales empezaba a haber comentarios sobre cosas sucedidas en argentina.

Finalmente, y más allá de todas las declaraciones de testigos que manifiestan haber tenido contacto con Cordero Piacentini en nuestro país en esa época, a las que nos referiremos a continuación, hay un elemento de particular valor que da cuenta de la permanencia de Cordero Piacentini en nuestro país. Se trata de un documento que forma parte del material remitido por el NSA, más precisamente, un parte de la embajada de los Estados Unidos en esta ciudad dirigido a la Secretaría de Estado, fechado el 23 de julio del 76, e identificado con n° 0000A017. Documento 4. Allí, entre otras cuestiones, se da cuenta de la existencia de un informe reciente del que surge que, de acuerdo a una fuente del Ejército Argentino, un mayor[2] del ejército uruguayo, asignado al servicio de inteligencia militar del Uruguay, había estado en Buenos Aires durante las últimas semanas cooperando con las fuerzas de seguridad argentinas en operaciones antiterroristas. Recordemos que, en esa época, Cordero Piacentini revestía el cargo de mayor y prestaba servicios en el Servicio de Información de Defensa.

 

Cordero en Orletti

Pero no sólo se demostró en este debate que Cordero estaba prácticamente radicado en nuestro país en esa época, sino que ha quedado evidenciado su presencia habitual en Automotores Orletti, centro clandestino en el que, como vimos, fueron recluidos la mayoría de los ciudadanos uruguayos secuestrados en nuestro país durante 1976. Han dado cuenta de esta circunstancia los siguientes testigos: Ana Inés Quadros, María del Pilar Nores Montedónico, Margarita Michelini Dellepiane, Raquel Nogueira Paullier, Enrique Rodríguez Larreta Martínez, Alicia Cadenas Ravela, Laura Anzalone, Raúl Altuna Facal, Ana María Salvo Sánchez, Gastón Zina, Edelweiss Zahn, Cecilia Gayoso, José Félix Díaz Berdayes, María Mónica Soliño Platero, Ariel Soto Loureiro, Sergio López Brugos, Enrique Rodríguez Larreta Piera, Sara Rita Méndez y José Luís Muñoz Barbachán. Todos ellos permanecieron recluidos en Automotores Orletti, y todos dijeron haber advertido, de un modo u otro, la presencia de Cordero Piacentini en ese lugar.

Entre esos dichos podemos destacar los de Pilar Nores, quien, recordemos, permaneció secuestrada en Automotores Orletti por más de un mes. Al ser preguntada si había visto a Cordero en Automotores Orletti en más de una oportunidad, dijo que “Fue en muchas oportunidades, Cordero fue el represor uruguayo, que más tiempo vi en Orletti. Era como que estaba instalado, capaz que Gavazzo, que era el que dirigía también estaba instalado pero al que más vi fue a Cordero”.

 

Cordero en las sesiones de tortura

Sabemos, además, que una de las tareas que Cordero desempeñó en Automotores Orletti, fue la de participar o conducir las sesiones de torturas a las que eran sometidos los ciudadanos uruguayos recluidos en ese lugar. Esto lo sabemos porque numerosos testigos sostuvieron haber sido torturados personalmente por él. Algunos de ellos son: Ana Inés Cuadros, Gastón Zina, Edelweiss Zahn, Cecilia Gayoso, Raquel Nogueira Paullier, Enrique Rodríguez Larreta Martínez, Alicia Cadena Ravela, José Félix Díaz Berdayes, María Mónica Soliño Platero, Ariel Soto Loureiro, Sara Rita Méndez y Sergio López Brugos.

Así, por ejemplo, Ana Quadros contó cómo, en Orletti, fue llevada a un cuarto donde había 4 o 5 personas, que la colgaron de las muñecas para atrás, la enroscaron con un cable, pusieron sal y agua en el piso, y cada vez que por el peso la cuerda cedía, sus pies tocaban la sal y le daba el golpe de electricidad. Dijo que entre los hombres que se encontraban allí, había uno que decían que era médico, y le tomaba las pulsaciones para ver si podían seguir hasta que en un momento, la dejaron tirada en el piso y se retiraron. Después de un rato, apareció nuevamente Cordero, quien la levantó en andas, ya que ella no podía caminar, la llevó a una especie de corredor, la tiró sobre una mesa que había en el lugar, le puso un trapo en la cabeza; y la violó.

Por su parte, Gastón Zina, describió cómo fue interrogado bajo tormentos en Orletti, y luego, al ser preguntado si las personas que lo interrogaron eran las mismas en Uruguay y en Argentina, dijo que en ambos lados lo interrogaron Gavazzo y Cordero.

Asimismo, Edelweiss Zahn dijo que cuando estuvo recluida en Orletti, fue subida a una habitación donde fue recibida por Manuel Cordero, a quien pudo identificar por la voz, porque años antes él había detenido a su marido en el Uruguay. Describió cómo le pidieron que se desnude, cómo la colgaron y cómo le aplicaron corriente eléctrica.

También Cecilia Gayoso dijo que cuando llegó a Orletti fue interrogada por Manuel Cordero. Fue él quien le dijo que estaba en manos de los uruguayos. Contó que durante ese interrogatorio fue torturada, que se le aplicó electricidad y que estaba colgada con las manos atadas atrás, con los pies apoyados en el piso.

Por su parte, Ariel Soto Loureiro nos contó que en Orletti fue torturado por Manuel Cordero junto con el Capitán Arab y el Mayor Gavazzo. Explicó que le fue posible identificar a Cordero gracias a referencias posteriores que le dieron otros compañeros que lo conocían de sus actividades represivas previas en Uruguay.

 

B.8 Cordero en los operativos

Pero como ya adelantamos, los interrogatorios bajo tormentos no fueron las únicas tareas que, como miembro del grupo a cargo del Mayor Gavazzo, Cordero Piacentini desempeñó durante sus estancias en Buenos Aires. También participó en la ejecución de muchos de los operativos en los que fueron secuestrados, durante 1976, los ciudadanos uruguayos que ya indicamos. Es que si bien la conducción de esos operativos era de las fuerzas argentinas, cuando era posible resultaba esencial la integración de los grupos con agentes uruguayos. Esa integración ha sido acreditada a través de muchos de los testigos que declararon durante este debate, quienes dijeron haber advertido la presencia de ciudadanos uruguayos durante los operativos de secuestro y a las que ya nos hemos referido anteriormente.

Pero además, algunos testigos dieron cuenta, específicamente, de la presencia Cordero Piacentini durante esos operativos. Así, por ejemplo, Jorge Washington Pérez, quien dio cuenta que, el 17 de julio de 1976, Gavazzo y Cordero, fueron a su casa y lo llevaron a Orletti. Por su parte, Raúl Altuna Facal dijo que escuchó la voz de Cordero cuando fue interrogado en una camioneta durante su secuestro. Tal como luego ampliaremos, también María del Carmen Martínez Addiego, Sergio López Burgos y Beatriz Barboza Sánchez dieron cuenta de la actuación de Cordero en los operativos en los que fueron secuestrados.

Queda claro, de este modo, que dos de las funciones que desempeñó Cordero como parte del grupo de agentes que se ocupó de perseguir a ciudadanos uruguayos radicados en Argentina durante el año 1976, consistió en participar en los operativos de secuestros y de las sesiones de torturas para buscar información.

 

Cordero como “especialista” del PVP

Pero ya habíamos adelantado que tenía una función más, que le otorgaba una importancia especial dentro de ese grupo: Cordero era el encargado principal de procesar la información que se obtenía a raíz de los operativos y las sesiones de torturas. Era quien procesaba la información vinculada con el PVP e intentaba, a partir de esa información, reconstruir su organigrama. Era a partir de esa reconstrucción que se orientaban las sesiones de torturas y se fijaban los nuevos objetivos.

Numerosos testigos han dado cuenta del modo obsesivo en el que Cordero Piacentini se abocó a la reconstrucción del organigrama de esa organización. En este sentido resulta particularmente esclarecedora la declaración de Pilar Nores quien, recordemos una vez más, estuvo recluida en Automotores Orletti durante más de un mes. Contó que en el primer lugar en el que permaneció detenida, antes de ser llevada a Orletti, fue interrogada por Cordero Piacentini quien quería información para completar el organigrama del PVP que estaba haciendo. Al respecto explicó que “El organigrama era eso, un intento de armar…el funcionamiento de una organización, no me acuerdo qué forma tenía, era inmenso, él lo había hecho en un papel muy grande blanco, y como en aquellos tiempos las sábanas eran blancas la llamaba la sábana”. Explicó, además, que para el momento en que fue secuestrada, Cordero Piacentini ya tenía mucha información sobre la estructura y funcionamiento de la organización, mucha más información de la que, por ejemplo, podía tener ella.

Por otra parte, al referirse a la presencia de Cordero en Automotores Orletti detalló, y cito nuevamente de modo textual:

“Él tenía un pequeño lugarcito, como un cuartito chico, donde tenía una mesita y desplegaba su famosa sábana, y sus lapicitos, y sus lapicitos de colores y seguía rellenando eso, parecía como obsesivo, además con documentación que fue cayendo y haciendo una especie de rompecabezas”

Y agregó más adelante:

“con esa documentación, con esos documentos, con la foto de Gerardo que estaba en los documentos y con direcciones también que figuraban en apuntes y que terminaron siendo muchas de ellas de inmobiliarias, bueno llegaron, llegó Cordero, me dio la impresión que era él el que estaba al frente de operación de inteligencia o de averiguación y llegaron a algunos locales, esas fueron las puntas para las caídas del 13 y 14 de julio”.

De este rol desempeñado por Cordero también dio cuenta Ana Quadros, quien describió cómo, estando en Orletti, la llevaron a un cuarto donde se presentó un hombre que le dijo llamarse Manuel Cordero, que había conocido a compañeros de ella detenidos en Montevideo y que comenzó a preguntarle por vacíos en un organigrama. Señaló que el organigrama estaba en la pared, tenía a las figuras principales arriba, los distintos sectores y rayitas con nombres. Pudo leer los nombres de la dirección, donde figuraban León Duarte, Gerardo y Mauricio Gatti y Hugo Cores. Estaban las distintas subdivisiones, en el frente de masa figuraba su nombre y los de varios contactos que ella había tenido. También estaba el brazo militar y el de servicios.

También Raquel Nogueira Paullier, al describir el modo en que fue interrogada por Manuel Cordero en Automotores Orletti, explicó que le exhibió el organigrama en el que estaba reconstruyendo la estructura del PVP y el modo en que se sorprendió al advertir la cantidad y precisión de la información que estaba allí volcada. En este mismo sentido, Ariel Soto Loureiro contó que en un momento del interrogatorio al que lo sometió, Cordero le levantó la venda que cubría sus ojos para que pudiera ver el organigrama del PVP que estaba armando. En términos similares, Sara Méndez contó que durante el interrogatorio al que fue sometida en Orletti, en el que participaron Gavazzo y Cordero, se le exhibió un organigrama de tipo piramidal con información sobre la organización del PVP.

Por su parte, Ricardo Gil Iribarne, privado de su libertad en Uruguay en marzo de 1976, y en donde permaneció recluido hasta 1984, explicó, al ser preguntado por el contenido de los interrogatorios a los que era sometido, que a partir de junio de ese año sus interrogadores querían determinar quiénes formaban parte del PVP y que, a tal fin, tenían una especie de álbum de figuritas donde querían ir completando todos los miembros, las secciones y qué hacía cada uno. Cuando se le preguntó quiénes lo interrogaban sobre ese álbum, dijo que “eran muchos que iban y venían a interrogarme, en general no era uno solo. Entre ellos Cordero, que cada vez que volvía era porque tenía información nueva del PVP en la Argentina”.

Si hubiera alguna duda sobre la importancia de Cordero Piacentini para la estructura represiva uruguaya en general y para el grupo de agentes que integraba en particular, hay un último dato que surge de su legajo personal que me gustaría destacar. Es una anotación, fechada el 3 de agosto de 1976, que da cuenta de una conferencia dada por Cordero en el Salón de Actos del Comando General del Ejército ante los oficiales generales, los oficiales superiores y “altas autoridades de la Nación”. Documento 5. La finalidad de la conferencia fue “actualizar a las autoridades presentes las últimas informaciones que se tiene sobre los diversos movimientos sediciosos que actúan dentro y fuera del país” Señores jueces: de toda la estructura del ejército uruguayo, la persona encargada de presentar, ante las máximas autoridades gubernamentales, la información que las fuerzas represivas tenían sobre los movimientos políticos opositores a agosto de 1976, fue Manuel Juan Cordero Piacentini. Esto muestra lo indispensables que resultaban las habilidades de Cordero, ya no sólo dentro del grupo que integraba sino para toda la estructura represiva uruguaya.

 

Cordero en Uruguay y las caídas de septiembre/octubre

Es importante señalar, además, que las funciones que desempeñó Cordero para cumplir con el objetivo que se había planteado el grupo que integraba, no siempre fueron desarrolladas en nuestro país. Parte del grupo que integraba permanecía en Uruguay, pues, como hemos visto, allí fueron recluidas muchas de las personas secuestradas en nuestro país; y era allí donde también se podía obtener más información para continuar con las tareas.

Al respecto, resultan esclarecedores, una vez más, los dichos de Gil Iribarne. Durante su declaración nos explicó que cuando estuvo recluido en el centro de detención conocido como “El infierno”, fue torturado, describiendo en detalle las torturas que había padecido. Nos contó, por ejemplo, que uno de los métodos preferidos era “la colgada”. En sus propias palabras, consistía en lo siguiente:

“El infierno era como un gran galpón que tenía una escalera de 17 escalones y arriba tenía una baranda en la que a uno lo colgaban esposado con los brazos para atrás y los pies apenas tocando el suelo durante horas, lo que te deja los brazos dormidos durante tiempo, especialmente si quedas suspendido. Eso se podía combinar con picana que era sistemática”.

También nos contó que fue torturado por Manuel Cordero y Jorge Silveira. Dijo que no tenía dudas de que había sido interrogado por Cordero, por un lado por su voz, y por otro porque en una oportunidad le dijo “mira que te vuelvo a colgar”. Contó, además, que en “el infierno” Cordero era conocido como 303.

Debe quedar en claro, en definitiva, que las principales tareas de Cordero Piacentini dentro del grupo, eran el interrogatorio bajo tormentos y el procesamiento de información. Estas tareas las cumplía en Uruguay o en Argentina, de acuerdo a las necesidades del momento, pero siempre orientadas a un mismo fin: continuar con la persecución de los ciudadanos uruguayos radicados en nuestro país, en particular con los miembros del PVP. De tal modo, luego del traslado a Uruguay de una parte de las personas secuestradas en Argentina, la presencia de Cordero Piacentini en su país se hizo más necesaria, y, por lo tanto, su presencia en Buenos Aires se volvió más esporádica.

De las actividades que realizaba Cordero Piacentini en Uruguay, en particular a partir de julio de 1976, da cuenta, por ejemplo, la declaración de Raquel Nogueira Paullier, quien nos contó que durante su cautiverio en Montevideo, volvió a ver a Cordero muchas veces. Así, detalló que la sometió a un interrogatorio en una oportunidad, que participaba de las guardias y que estaba a cara descubierta, con lo cual pudo identificarlo claramente.

En este mismo sentido, Alicia Cadenas, al referirse a su cautiverio en Uruguay, dijo que Cordero estuvo siempre: entraba, salía, torturaba. Recordó especialmente que a raíz de una sanción, Cordero había tenido que hacer la guardia durante un mes. También Raúl Altuna Facal, Enrique Rodríguez Larreta Martínez, Elba Rama Molla y José Félix Díaz Berdayes dijeron haber tenido contacto con Manuel Cordero durante sus cautiverios en Uruguay.

Sin embargo, que la presencia de Cordero Piacentini en Buenos Aires fuera menos frecuente en ese momento y que desde allí contribuyera a los secuestros que se ejecutaban en la Argentina, no quiere decir que no se trasladara cuando fuera necesario. Numerosos elementos de prueba producidos durante el debate demuestran que también con posterioridad a julio de 1976 Cordero Piacentini estuvo en Buenos Aires. Así, por ejemplo, Pilar Nores, al referirse a la serie de secuestros ejecutados por el grupo al que pertenecía Cordero entre los meses de septiembre y octubre de 1976, dijo que, para esas fechas, todos los miembros del grupo se habían ido para Buenos Aires; y agregó que, de acuerdo a sus recuerdos, había quedado un Mayor de apellido Martínez de guardia, pero que Cordero era uno de los que había viajado.

Asimismo, Enrique Rodríguez Larreta Martínez nos contó que, cuando estuvo secuestrado en la sede del SID, mantuvo varias conversaciones con Cordero Piacentini y que fue a través de una de esas conversaciones que supo que Pablo Recagno había sido secuestrado en Argentina. Nos contó que Cordero le dijo que había estado con Recagno en Buenos Aires, que él y otros le habían pedido que los ayudase, pero que les había dicho que no podía hacer nada por ellos. Cordero le recordó además que él le había dicho a Pablo que se fuera bien lejos. No debemos olvidar que Pablo Recagno había permanecido detenido a disposición de Cordero Piacentini en el Grupo de Artillería n° 5.

Rodríguez Larreta Martínez nos contó también que en esa ocasión, Cordero mencionó a otro dirigente anarquista, también secuestrado en esa época. Si bien en un primer momento no pudo recordar su nombre, al ser preguntado específicamente, recordó que se trataba de Mechoso Méndez. Recordemos que, tal como mencionamos anteriormente, en este debate ha aquedado demostrado que tanto Recagno Ibarburú como Mechoso Méndez fueron secuestrados en nuestro país por el grupo de agentes a cargo de Gavazzo; Mechoso Méndez el 26 de septiembre de 1976 y Pablo Recagno el 1 de octubre de ese año.

También Gil Iribarne señaló que cuando estuvo recluido en el Cuartel 1ro de La Paloma, entre octubre y noviembre de 1976, Cordero Piacentini le dijo que habían secuestrado a su amigo Pablo Recagno y que no sabían qué iban a hacer con él. Aclaró, al respecto, que tuvo esa conversación con Cordero a cara descubierta.

Asimismo, Alberto Mechoso Castellonese sostuvo en su declaración que Cordero Piacentini estuvo presente en el operativo en el que fue secuestrado junto a su madre y su hermana el 26 de septiembre de 1976.

Por su parte, Beatriz Barboza Sánchez, secuestrada en Buenos Aires y llevada a Orletti el 30 de septiembre de 1976, contó que una de las personas que participó en el operativo en el que fue privada de su libertad era de nacionalidad uruguaya. Agregó que, si bien no lo podía asegurar, creía reconocer que esa persona era Manuel Cordero. El contexto probatorio nos permite a nosotros asegurarlo.

En este sentido, también debemos destacar la declaración de Francisco Javier Peralta, secuestrado al igual que su esposa, Beatriz Barboza, el 30 de septiembre, y trasladado a Uruguay junto con ella, algunos días después. Describió que, por el tono de las voces y el contenido de sus dichos, pudo determinar que las personas que lo interrogaron en Uruguay eran las mismas que lo habían interrogado en Argentina, y que tanto en el lugar donde fue interrogado en Uruguay como en Orletti pudo ver colgado de una pared el organigrama del PVP. Recordemos que dentro del equipo a cargo del Mayor Gavazzo, el armado de ese organigrama era parte de las tareas que llevó a cabo Manuel Cordero.

 

Cordero y los casos imputados

Señores jueces: Lo expuesto hasta aquí demuestra el rol esencial que Cordero Piacentini desempeñó dentro del grupo de agentes a cargo del mayor Nino Gavazzo que, entre abril y octubre de 1976, de manera conjunta con fuerzas argentinas y en el marco de la asociación ilícita Cóndor que integró, secuestró al menos a sesenta y siete personas, en su mayoría ciudadanos uruguayos radicados en nuestro país, pertenecientes o vinculados al Partido por la Victoria del Pueblo. Ha quedado demostrado, de esta manera, que Cordero Piacentini no sólo intervino en la ejecución de muchos de esos secuestros, y que se ocupó personalmente de muchas las sesiones de torturas a las que fueron sometidas las personas secuestradas, sino que fue el responsable de coordinar toda la inteligencia necesaria para que el grupo que integraba pudiera llevar adelante esos hechos.

Gracias a la información que, como vimos, ya poseía; y a las habilidades que había adquirido en los años que había estado ocupado en las llamadas operaciones antisubversivas, Cordero Piacentini fue quien pudo procesar toda la información que se fue obteniendo a partir de los operativos para ir reconstruyendo el organigrama del Partido por la Victoria del Pueblo y planificar, a partir de esa reconstrucción, los nuevos operativos y orientar las sesiones de torturas.

En este sentido y respecto del secuestro y desaparición de María Claudia García Iruretagoyena de Gelman, es necesario recordar que, si bien no formó parte del Partido por la Victoria del Pueblo, como ya expusimos durante el debate, se demostró la intervención del grupo de agentes uruguayos del que formó parte Cordero Piacentini en el traslado de Iruretagoyena a Uruguay y su cautiverio en el CCD que funcionó en la sede del SID.

Es en razón de todas estas acciones que desempeñó desde ese rol que Cordero Piacentini es responsable por todos esos hechos, ejecutados de manera coordinada por el grupo de agentes a cargo de Nino Gavazzo, al que pertenecía ,y por las fuerzas represivas argentinas.

Desgraciadamente, los términos en que fue solicitada y concedida su extradición, sólo nos permite formular acusación en su contra por algunos de esos hechos. Estos hechos son las privaciones ilegítimas de la libertad agravadas de: Ary Cabrera Prates, José Hugo Méndez Donadío, Francisco Edgardo Candia Correa, León Gualberto Duarte Luján, Rubén Prieto González, Adalberto Soba, Alberto Cecilio Mechoso Méndez, María Emilia Islas Gatti de Zaffaroni, Jorge Roberto Zaffaroni Castilla, Washington Cram González y María Claudia García Iruretagoyena de Gelman.

Por las mismas razones, tampoco podemos formular acusación en su contra por su participación en la asociación ilícita que hemos denominado “Cóndor”, pese a que ha quedado demostrado que la integró.

Sin perjuicio de lo ya expuesto y de que ya nos hemos referido a ello cuando expusimos sobre estos hechos, es importante recordar que, además, durante el debate se ha podido acreditar la intervención directa de Cordero Piacentini en la ejecución de algunos de estos hechos, extremo que vuelve a confirmar las variadas tareas que realizó Cordero en su rol represivo. Así, por ejemplo, se probó la intervención de Cordero en el operativo en el que fueron secuestrados Hugo Méndez y María del Cármen Martínez Addiego, a través de los dichos de esta última, quien nos dijo que, gracias a referencias posteriores que le dio Washington Pérez, pudo reconocer a Manuel Cordero como una de las personas presentes cuando fue secuestrada en su casa. También, supimos de la intervención de Cordero Piacentini en el secuestro de Alberto Mechoso, a través de la declaración de Alberto Mechoso Castellonese, quien nos dijo que Cordero participó del procedimiento en el que fue detenido junto con su madre y su hermana el 26 de septiembre del 76, ocurrido unas horas después que aquel en el cual fue secuestrado su padre, Alberto Mechoso. Supimos gracias a la declaración de Sergio López Brugos, de la participación de Cordero Piacentini en el operativo en el que fue secuestrado junto con León Duarte en un bar en la esquina de Boedo y Carlos Calvo. Recordemos que en esa ocasión Cordero le provocó a López Burgos una fractura en el maxilar, al darle patadas en la cara luego de que intentara resistirse.

A través de las declaraciones de Jorge Washington Pérez y Enrique Rodríguez Larreta Piera, también se probó que Cordero Piacentini estuvo junto a León Duarte en Automotores Orletti. Especialmente, recordemos que Rodríguez Larreta Piera vio cómo Cordero, de rodillas, le hablaba.

Asimismo, sabemos de la intervención de Cordero Piacentini en el secuestro y desaparición de Ary Cabrera Prates, a través de Ricardo Gil Iribarne quien contó que, cuando Manuel Cordero Piacentini lo interrogó y torturó en abril de 1976, le preguntó por Ary Cabrera y le informó que lo tenían secuestrado en Buenos Aires.

Finalmente, en cuanto al secuestro y desaparición de María Emilia Islas Gatti de Zaffaroni, relató Alvaro Nores que creía recordar que mientras estuvo detenido en Montevideo, Cordero Piacentini le dijo que María Emilia estaba embarazada cuando fue secuestrada.

 

Cierre

Señores jueces: en este juicio se acreditaron las actividades represivas sistemáticas y coordinadas desarrolladas por las fuerzas de la región y, particularmente en este punto, entre el grupo conformado por los integrantes argentinos de la OT 18 de la SIDE y el grupo de agentes uruguayos, para la persecución de opositores políticos de nacionalidad uruguaya. Todos dividieron y coordinaron sus funciones con unidad de designio criminal en la búsqueda de información, en la ubicación de los objetivos, en los secuestros, desapariciones, torturas y asesinatos de personas. Lo hicieron desde la Argentina o fuera de ella, desde Uruguay. Cada uno ejecutó una parte del mismo plan criminal, sabiendo que la propia actividad contribuía a los hechos comunes.

Y todo lo expuesto, muestra que durante el debate se ha producido prueba suficiente para tener por acreditado el aporte que, como miembro del grupo de agentes a cargo del Mayor Nino Gavazzo, Cordero Piacentini ha realizado en los secuestros, torturas y cautiverios en condiciones inhumanas que padecieron las 11 víctimas por las que se encuentra imputado.

Pese al tenor y a las características de esas contribuciones, realizadas en el contexto del plan criminal común ejecutado, no puede a nuestro criterio imputársele una coautoría funcional, pues pese a que en Uruguay revestía la calidad de funcionario público, su actuación en nuestro País fue clandestina e ilegalmente aceptada, esto es, sin las formalidades y fuera de los protocoles que rigen el desempeño de agentes extranjeros en territorio argentino. El tipo penal que aplicaremos es específico; y requiere que el autor revista la calidad de funcionario público, tal como la revistieron algunos de los integrantes del grupo perteneciente a la OT 18.

Debe concluirse, entonces, que Cordero contribuyó necesariamente a la actividad ilegal de ese grupo.

Como recién mencionamos, los términos en que fue concedida su extradición también nos fijan límites en la imputación. Reiteramos: no podremos acusarlo por los tormentos que padecieron las víctimas, pues su extradición por esos hechos no fue requerida; ni por haber tomado parte en la asociación ilícita, dado que por ese crimen no fue concedida. Pero además de lo ya dicho, podremos utilizar sólo una de las agravantes contempladas por las figuras de privación ilegítima de la libertad, la que fue mencionada en la petición y en la concesión de la extradición.

En consecuencia, Manuel Juan Cordero Piacentini es partícipe necesario penalmente responsable de las privaciones ilegítimas de la libertad, agravadas por la calidad de funcionario público, de Ary Cabrera Prates, José Hugo Méndez Donadío, Francisco Edgardo Candia Correa, León Gualberto Duarte Luján, Rubén Prieto González, Adalberto Soba, Alberto Cecilio Mechoso Méndez, María Emilia Islas Gatti de Zaffaroni, Jorge Roberto Zaffaroni Castilla, Washington Cram González y María Claudia García Iruretagoyena de Gelman.

 

[1] Fs. 42 de su Legajo Personal.

[2] Si bien la traducción habla de “comandante” la versión original dice “Major”, cuya correcta traducción es “Mayor”.